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Por: Iván Budinich Castro
Burla, Ignominia, sinvergüencería, desfachatez, ofensa, insulto, afrenta, no sabría decir cuál de aquellos adjetivos caen mejor a propósito de la última sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenando al Estado peruano a pagar una reparación civil de 105, 000 dólares norteamericanos a una sentenciada por terrorismo, en todo caso, ese dinero debe ser transferido para las numerosas víctimas que la insania criminal de la organización donde militaba la delincuente en cuestión dejo regadas a su sanguinario paso.
Esta sentencia ejemplifica claramente la necesidad que tiene el Estado peruano de romper definitivamente con la CIDH que hoy por hoy se ha convertido en un instrumento dedicado a deslegitimar desde dentro la institucionalidad de la democracia y sangrar las arcas públicas en nombre de los derechos humanos. Nuestra democracia no puede seguir siendo sujeto de burla y agravio por parte de los terroristas y sus defensores que llenan sus arcas mientras quienes nos defendieron son perseguidos por la justicia y las víctimas de la insania siguen clamando por justicia.
Es momento de que el Perú se retire definitivamente de la CIDH, continuar bajo su sombra es regalarle a la subversión el triunfo que no obtuvo por las armas. Un segundo más en esa instancia es un tiempo que le regalamos a los enemigos de la paz.