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Al caer la medianoche, el ritmo de los negocios está en su punto álgido en el bazar Jalili de El Cairo, donde los comerciantes serpentean con sus carretillas llenas de productos "made in China" por las callejuelas de este emblemático mercado del norte de Africa. "Todo lo que hay aquí es hecho en China", confiesa Muhammed, un comerciante que vende muñecos de peluche que representan camellos, llaveros con la efigie de Ramsés II y pirámides de yeso. "Los productos de buena calidad (.) son egipcios, pero el resto es todo chino", abunda Salaman, otro comerciante, mientras regatea con uno de los miles de turistas que cada día acuden a este mercado ubicado junto a la Mezquita Hussein. En Giza, a una veintena de kilómetros de El Cairo, se levanta la más antigua de las siete maravillas del mundo, las pirámides y la Gran Esfinge. Entre espectáculos de hombres a caballo y camello, vendedores ambulantes ofrecen a los turistas pirámides ‘made in China’ y demás productos que han inundado los mercados africanos de todos los rincones del continente. "Sabemos que los productos chinos no son de buena calidad, pero su llegada ha permitido que mucha gente tenga acceso a bienes que antes ni soñaba", dice en un perfecto español Hassan, un egipcio que ha recorrido toda América Latina. La ciudad portuaria de Port Said, desde donde se puede acceder al Canal de Suez, es un punto clave en esta estrategia china para hacer llegar sus productos al norte de Africa y Medio Oriente. Esta localidad portuaria supone un enclave estratégico adonde arriban los cargueros chinos repletos de mercancías producidas en las factorías del sur de China. "Aunque la crisis ha tenido un cierto impacto, el sector se está recuperando", explica a Notimex Xu Zhibin, director en Port Said de la compañía china COSCO, la segunda naviera más importante del mundo. Cada día, decenas de navieros chinos cruzan el Canal de Suez -a cambio de un peaje de 400 mil dólares por una carga de 500 toneladas- y descargan contenedores llenos de pijamas, souvenires y productos electrónicos que son consumidos por millones de africanos. China, por su parte, se abastece en el continente africano de las materias primas y el petróleo del que carece para seguir con su desenfrenado crecimiento económico. En apenas una década, China se ha convertido en un actor central en Africa, con un crecimiento exponencial del comercio bilateral que ha pasado de apenas 10 mil millones de dólares en 2000 a 106 mil millones en 2008. La inversión extranjera china en Africa pasó de apenas 491 millones de dólares en 2003 hasta siete mil 800 millones a finales de 2008, según datos oficiales de China, impulsada por las infraestructuras y los proyectos para desarrollar minas y campos petrolíferos. Algunas fuentes como la Unión Africana (UA) han advertido sobre el riesgo de colonialismo que puede conllevar la relación con China, que tiene en Africa un mercado para sus productos y a cambio obtiene los recursos naturales que necesita. Otros, como el gobierno sudafricano, han alertado que esta ecuación podría llevar a la "desindustrialización" de los países en desarrollo de Africa, ya que la llegada masiva de productos chinos pone en peligro a las industrias locales.