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Por: Iván Budinich Castro
La llamada ley pulpin ha sido el mejor examen posible para probar la consecuencia de la clase política peruana. Ninguno pasa la prueba empezando por AGP que parece haber abjurado del evangelio del perro del hortelano para retomar la trágica senda del futuro diferente. Pero si Alan García convierte su doblez en trampolín hacia 2016, Keiko Fujimori y Pedro Pablo kuczynski no salen para nada bien parados quedando este ultimo como un mero oportunista politiquero, uno más del montón.
Tampoco pasa la prueba un gobierno que a todas luces esta utilizando una importante reforma laboral como cortina de humo para zafarse de las numerosas acusaciones que hoy pesan en contra suya.
No hay derecha ni liberales políticos en el Perú y es posible que nunca los tengamos. Esta es la oportunidad perfecta para salir a la palestra a debatir y proponer, pero solo el silencio responde. Parece que se mojan los pantalones a la primera turba que se les asoma.
Cuenta la leyenda que ahí donde se hace política lo fundamental es el debate, el dialogo el convencimiento, el contraste de ideas. El gobierno, los expertos, todos los que estuvieron detrás de la formulación de la norma debieron estar convocando a un debate abierto sobre el tema. Se hubiera podido armar una gran discusión nacional y construir una masa crítica a favor de la norma. En vez de eso la ley se lanza de cabeza a la piscina y los oportunistas de siempre aprovechan la ocasión para colar su discurso antisistema y afinar sus maquinarias rumbo a 2016. Gracias genios.