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Pacheco fue uno de los policías franquistas más activos durante la Dictadura y la Transición conocido como ‘Billy El Niño’, su figura siempre ha sido polémica pero su hoja de servicio era desconocida hasta ahora. He aquí solo un perfil
A Antonio González Pacheco, ‘Billy El Niño’, condecorado con una medalla de plata al mérito policial y otras dos, le gustaba especialmente golpear en las plantas de los pies. No es original. Este tipo de tortura, conocido como “falanga”, era habitual en la dictadura griega y en la Gestapo alemana. Es práctico, el objetivo es causar el máximo sufrimiento en la persona torturada, ya que el dolor se transmite desde los pies, pasando por todo el cuerpo, hasta la parte trasera del cráneo.
Pacheco, uno de los policías franquistas más activos durante la Dictadura y la Transición conocido por los numerosos testimonios de detenidos que le acusan de torturas especialmente brutales. Apodado como ‘Billy El Niño’, su figura siempre ha sido polémica pero su hoja de servicio era desconocida hasta ahora. En ella, como publica el citado diario, se recogen numerosos reconocimientos y premios en metálico por sus actuaciones de represión contra los movimientos antifranquistas. Especialmente, estudiantiles, vascos nacionalistas y comunistas.Hay más premios que no se conocen.
El primer mérito que aparece en el expediente y al que hace referencia eldiario.es es una “felicitación pública” y un premio de 2.000 pesetas por su “eficiente labor llevada a cabo en actividades estudiantiles”. Esta es la primera entrada de muchas otras similares. Unas en las que se hace referencia al “mérito” concreto y otras en la que el mérito es un misterio.
‘Billy El Niño’ se convirtió en funcionario en septiembre de 1969 por oposición y fue escalando posiciones merced a un expediente cuyo contenido, o al menos parte de él, no se ha hecho público aun ahora. A lo largo de su carrera, que se prolongó aún un tiempo después de la muerte de Franco, figuran 18 felicitaciones públicas y una suma de unas 100000 pesetas o algo menos por sus actuaciones como policía, uno de los más temidos del régimen.
Entre los grupos contra los que actuó y que le granjearon estos méritos que ha sacado a la luz eldiario.es se encuentran algunos como la Joven Guardia Roja, el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) y Liga Comunista Revolucionaria, ETA y movimientos que no se conocen.
Por la “detención de 25 miembros de la Comisión Coordinadora Estudiantil cuando celebraba una reunión ilegal y otros servicios importantes” recibió 2.000 pesetas. Es la gratificación más baja que figura es su hoja de servicios. La más alta se correspondería con las 25.000 pesetas que le dieron por “desarticular el aparato de propaganda del FRAP”.
Entre uno y otro, las 3.000 pesetas de 1971 por detener a estudiantes considerados agitadores después de infiltrarse e incautarles, según su informe, material explosivo y propaganda. O las 2.500 pesetas que ingresó un año más tarde por desarticular el grupo conocido como Unión de Hermanos Proletarios y detener a sus miembros.
Franco murió en noviembre de 1975, pero ‘Billy El Niño siguió’ actuando y aún figuran más entradas en su hoja de servicios. En diciembre de 1976, un año después de la muerte del dictador, le premiaron con 6.000 pesetas por detener a militantes del Partido Comunista, que aún era ilegal en España.
La última anotación, señalan en eldiario.es, es del 14 de febrero de 1977. Se trata de una mención sin premio económico que no se especifica, aunque fuentes consultadas por el periódico dirigido por Ignacio Escolar creen que podría tratarse de su actuación durante las protestas en Euskadi de aquella fecha.Siempre estaba al acecho de quienes hablaban lenguas verrnáculas, euskera, catalán, gallego a las que odiaba, y de ese tema dijo que se podían cazar peces gordos antifascistas, de quienes las hablaban, incluidos profesores, intelectuales.
Pero los pagos económicos no son los únicos premios que figuran, también consta su ascenso de 200 puestos de una sola vez y dos meses antes de que muriese Franco. Además, en una década, la comprendida entre 1972 y 1982 recibió cuatro medallas de la policía que se conocen y que supusieron la correspondiente subida en su pensión.
Las víctimas de ‘Billy El Niño’ llevan años denunciando sus torturas y pidiendo una justicia que no llega. Este verano un grupo que reunía a varios denunciantes se desplazó hasta el Parlamento Europeo para pedir amparo ante los obstáculos han encontrado para que sus querellas prosperen. En octubre, el Fiscal pidió que se archivase una causa por considerar que el delito había prescrito. Lo mismo hizo el ministro Zoido. Es una treta muy conocida.
La Policía invitó a Billy el Niño en la celebración del patrón del Cuerpo en una comisaría de Madrid, y dicen se encontraba como pez en el agua.
"¿Sabes quién soy? 'Billy el Niño". El inspector Antonio González Pacheco disfrutaba con su trabajo: detener y torturar. El policía tenía el mando en los calabozos de la Puerta del Sol de Madrid. No dudaba en aplicar variadas técnicas de castigo durante sus interrogatorios. Quería atemorizar a sus detenidos. Ser el referente de la represión del franquismo. Todo ese terror queda reflejado en nueve querellas de víctimas de sus torturas. Algunas ya han sido archivadas porque los delitos han "prescrito".
Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, nació el 10 de octubre de 1946 en Aldea del Cano (Cáceres). Le gustaba su apodo. Es la cara más visible de la Brigada Político Social (BPS) y el aparato represor de los últimos años de la dictadura de Francisco Franco y en la "Transición", así entre comillas.
El hablar del tema debe ser un objetivo y vestir sobre su figura una leyenda negra, de tipo cruel, sin escrúpulos, un deber. Debe estar en boca de los miembros de las organizaciones antifranquistas, que les conozcan y sepan de de lo que eran capaces. Que les tengan miedo. El miedo que ellos mismos inspiraban. Así cuando se acercaba al rostro de un preso y preguntaba: "¿Sabes quién soy? -Billy el Niño".
El policía construyó para sí, durante su carrera, el perfil de un agente duro e imprevisible, sádico que convierte los calabozos de la Dirección General de Seguridad (DGS) en una trampa infernal para los activistas o sospechosos de conspirar contra la dictadura y aun después. Por sus "méritos" acumulados en años de servicio recibían medallas pensionadas que aun siguen en su poder.
Perfil de un torturador
Antonio González Pacheco vivía en Madrid, en el mismo barrio que algunas de sus víctimas. Obsesionado con su seguridad, calculaba con extremo cuidado cada salida a la calle. Un taxi en la puerta, miradas tras las cortinas desde las ventanas de un primer piso. Y una fugaz carrera desde el portal a la puerta abierta del vehículo generalmente del servicio.
Aficionado al atletismo, Billy el Niño ha llegado a correr maratones como los de Madrid, Budapest o Nueva York. En una de estas competiciones fue identificado y la fotografía del torturador franquista con gorra, ropa deportiva, gesto sufrido y un dorsal con el número 4191. Esos datos dieron la vuelta al país.
Como policía franquista llegó a ser número dos de la Brigada Político Social(BPS) bajo el mando del comisario Roberto Conesa (implicado en la represión tras la guerra civil y encargado de la lucha antiterrorista contra ETA y los GRAPO). Acumuló fama con rapidez por las palizas y todo tipo de torturas con las que sometía a los arrestados para rncar la confesión de la que no podían retractarse y servía de nada. "Ha confesado" y basta..
Desde 1977 fue inspector del Cuerpo Superior de Policía.Demasiado arde.Se perdi´ño el aceite de ricino, el corte al rape, Quedó integrado en la Brigada Central de Información, la policía secreta que sustituyó a la Brigada Político Social, a la muerte de Franco. En el 81 acusó un traslado a la Comisaría General de Policía Judicial y abandonó el servicio un año después para pasar a trabajar como jefe de seguridad en empresas privadas.
Dinero por detenciones y torturas
Enrique Ruano, estudiante de Derecho y activista antifranquista fue detenido en Madrid el 17 de enero de 1969 mientras repartía por la calle propaganda de su partido, el Frente de Liberación Popular. Tres días más tarde, la policía le llevó a una vivienda en la calle Príncipe de Vergara. Allí, la policía afirmó que se cayó por una ventana, en un séptimo piso.
Ruano, que entonces tenía 21 años, de hecho, fue asesinado. Así lo afirmó en voto particular una de las juezas que componían el tribunal de la Audiencia Provincial de Madrid que juzgó, y finalmente absolvió en 1994, a tres policías por la muerte del joven. Entre ellos no estaba González Pacheco.
Ese mismo año José Luis Úriz pasó por la sala de tortura de Billy El Niño. El exconcejal del PSOE fue detenido también siendo estudiante, en su caso de Telecomunicaciones, en Madrid. En su blog "Peleando a la contra" recuerda su detención y tortura. También como, mientras Pacheco le golpeaba, otro policía le decía: “Ten cuidado, que se te va a ir la mano otra vez y lo vas a matar”, a lo que Billy El Niño le habría respondido: “No importa, hacemos como con Ruano, lo tiramos por la ventana, decimos que se quería escapar y nos dan la razón”. La dictadura vendió el triste suceso como un suicidio y en la mentira participó el ministro Manuel Fraga Iribarne. El movimiento antifranquista lo consideró un crimen político y se incendió la indignación en las universidades españolas.¿Para qué?
Incluso un juez condenó a Billy el Niño en 1974 por "malos tratos" al periodista Paco Lobatón. La pena fue de un día sin empleo y sueldo.
Las medallas bien pensionadas
Billy el Niño tiene cuatro medallas que aumentan su pensión un 50%. Acumula condecoraciones en la dictadura y también en democracia, según desvela el informe solicitado sobre el caso al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. La primera medalla de distintivo rojo la recibió del Gobierno de Franco en 1972. Está pensionada con un aumento del 10% en el sueldo. El siguiente premio fue la Medalla de Plata al Mérito Policial concedida por el ministro Rodolfo Martín Villa en 1977, que aumentó su pensión en un 15%
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En 1980 obtuvo otra más, de las mismas características. Y en 1982 recibe la Medalla de Oro, que supuso un plus del 20% en su retribución. González Pacheco reclamó por vía judicial los beneficios económicos asociados a esta condecoración porque no los cobraba. La justicia reconoció este derecho en 2010.
El Gobierno de España ha encargado un informe a través de Interior para estudiar la retirada de estas condecoraciones pensionadas. Es la "intención" del Ejecutivo de Pedro Sánchez finiquitar estos premios y privilegios. Grande-Marlaska, entiende que este tipo de condecoraciones son una manifestación de una conducta ejemplar y excepcional hacia la sociedad que, "a día de hoy", cree que "no existe" en el caso de Billy el Niño.
Las torturas
El policía franquista ha sido acusada una y mil veces de torturas continuadas en los calabozos de la Dirección General de Seguridad en Madrid. Actuaba con extrema violencia, según sus víctimas. Empleó técnicas de castigo como colgar al detenido en una barra para provocar una posición de extrema vulnerabilidad y ensayaba movimientos copiados de las artes marciales.
Una de las torturas era el 'pasillo': el detenido pasa entre dos filas de agentes policiales que golpean con porras, vergajos, puños americanos, patadas y puñetazos. O el 'repasito':consistente en propinar fuertes golpes, sin dejar marcas en el cuerpo, con guías telefónicas y porras de goma. Táctica empleada entre un interrogatorio y el siguiente.
La 'bañera' consistía en la introducción de la cabeza en aguas "extremadamente sucias y nauseabundas" hasta el virtual ahogamiento del detenido. Cuando la víctima llega a perder el conocimiento siente la sensación de que va a morir. Y hoy nadie puede certificar que tal cosa no curriera en alguos casos.
Billy el Niño bautizó como el, acompañados dea los puñetazos y patadas repetidas en el cuerpo de sus víctimas que descargaba con movimientos y gritos copiados del kárate y las artes marciales. Le "encantaba" propinar estas palizas pronunciando los nombres auténticos de las técnicas empleadas para mostrar su pericia en la materia, según el relato de las víctimas, algunos de los cuales han quedado recogidos en querellas.
Concretos: esposado por la muñeca delante de los tobillos, el detenido queda suspendido por la articulación de las rodillas. La postura deja expuestos los glúteos, genitales y plantas de los pies para ser golpeados. El dolor es muy intenso. Provocaba abundantes hemorragias y presencia de sangre y coágulos en la orina durante meses. Una de las prácticas más usadas por los agentes de la BPS por la extrema posición de vulnerabilidad y la nula posibilidad de defensa.
También era capaz de apagar cigarrillos en la cara y de dar golpes en la cabeza con una porra enguantada para no dejar marcas. Una práctica que origina intensas cefaleas. O esposar al preso a un radiador, sometido al calor que acaba provocando aturdimiento, mareo y fatiga.
La violencia psicológica y la humillación al detenido eran una constante. Con amenazas, coacciones indicando posibles daños a familiares y compañeros concretos, o despojando de la ropa para mantener desnuda a la víctima y mejor si era mujer con tocamientos sobre los pezones y y burlas. Todas son putas.. Y el aislamiento, los incesantes interrogatorios y el debilitamiento, negación de agua o comida durante días. Otras comisarías, ubicadas muchas en los sótanos de los Gobiernos civiles, durante el franquismo, tenían sus propios métodos de tortura.Un método muy usado fue el del cuarto obscuro:mantener en una celda a la que no penetra ni un rayo de luz a un sospechoso durante varios días, de foma que el preso no supiera si era noche o día, hasta hacerle perder la noción de hora, día o noche.El preso se desorienta, pregunta y quier saber....Nada. Como está casi en ayunas, tampoco le dice nada el desayuno o la cena, servidos a destiempo.La tortura parecía copiada de un libro de Koestler, tal como la describía en una cárcel de Stalin.
Relatos de las víctimas del "sádico" torturador
Billy el Niño actuaba con el objetivo de "imponer el terror", dice Felisa Echegoyen, alias Kutxi. Ella fue detenida en varias ocasiones, la primera el día 5 de octubre de 1974. Por esas fechas, González Pacheco recibió otro "premio en metálico de 5.000 pesetas por detención de individuos de la Liga Comunista Revolucionaria".
Aquel día solo ficharon a Kutxi. Días después derribaron la puerta de su casa. "Me sacaron tirandome del pelo, con puñetazos, patadas… y me sacaron por la ventana. Creyendo que me iban a tirar al vacío pedí auxilio gritando. Billy el Niño me metió un pañuelo en la boca, hasta la garganta", relata a eldiario.es.
Al rato se vio tirada en una celda de la DGS. "Aterrorizada". Vivió "subidas y bajadas continuas" de calabozos a salas de interrogatorio. "Billy el Niño era un sádico terrorista de la tortura, disfrutaba muchísimo, se le veía en la expresión", apunta. Y certifica el tratamiento especial con las mujeres: "Se acercaba a tu cara y te echaba el aliento, que era repulsivo porque olía a alcohol. Esto a las mujeres nos lo hacía a diario. Quería hacernos más pequeñas todavía, como si él fuera un hombre grandioso a tu lado".
El ex policía ha llegado a los 77 años de edad sin ser juzgado por sus crímenes y haciendo gala además de medallas al mérito policial que conllevan un aumento del 15 o 25%% de su pensión vitalicia, por cada condecoración. El pasado 30 de mayo de 2018, el ministro de Interior Juan Ignacio Zoido hizo oídos sordos a las peticiones Zoido en el Congreso de los Diputados de que se retiraran las distinciones a Billy El Niño, cuestionando el testimonio de sus víctimas y afirmando que “nadie ha solicitado que se retire esa condecoración y además cualquier delito o falta de entonces ha prescrito”.
“Qué tolerante ha sido la democracia con los crímenes de la dictadura”, señala sobre este tema a los medios Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. “No solo ha impedido que se juzgue a estos criminales, sino que permite que haya hombres que igan recibiendo un premio literalmente por sus servicios extraordinarios, que eran torturar y aterrorizar a opositores de la dictadura”, continúa. Silva recuerda que la asociación que preside solicitó el 10 de mayo la retirada de esta condecoración y de cualquier otra que pudiera tener González Pacheco, a lo que nunca tuvieron respuesta.
UN FIEL AMANTE DE SU TRABAJO
González Pacheco es un hombre bajito, enjuto. Con sus 77 años de edad, al menos hasta 2010 se apuntaba a correr en maratones donde fuera. Mejor fuera de España.Si uno se cruza con él por la calle difícilmente pensará que este hombre fue uno de los torturadores más crueles en los últimos años del Franquismo y durante la Transición. La Ley de Amnistía también dio carpetazo a sus crímenes, pero la juez argentina María Servini lleva desde 2014 pidiendo su extradición para que declare por la causa que investiga desde 2010 sobre los crímenes del Franquismo
.Con poco más de 20 años comenzó su carrera en la Brigada de Investigación Social —conocida como la Brigada Político-Social—, la policía secreta de Franco que durante la dictadura se encargó de perseguir y reprimir cualquier movimiento de oposición al Franquismo. Pronto se ganó su apodo, del que se mostraba orgulloso: Billy el Niño. El sobrenombre, dado por estudiantes y activistas que pasaron por sus manos en la sede de la Dirección General de Seguridad, Hacía referencia a sus crueles formas de tortura para sacar información, dignas del personaje de su ombre en el salvaje oeste.
ENRIQUE RUANO, ¿LA PRIMERA VÍCTIMA?
González Pacheco tan solo tenía 23 años por ese entonces, pero los testimonios de las personas que sufrieron sus torturas ya lo dibujaban como un monstruo. Otra de estas personas fue José María ‘Chato’ Galante, que fue detenido varias veces por “actividades subversivas”. La primera también fue en 1969. Contaba 21 años, y fue torturado y mandado de vuelta a casa con una multa. La segunda vez, dos años después, fue más duro. La detención duró diez días en los que no pararon las torturas y las vejaciones. “No solamente es que te dieran palizas, se trataba de destruir físicamente a las personas, y hay muchas que aún no son capaces de relatar su testimonio”, explica a El Salto en enero de este año.
Luis Suárez-Carreño, miembro de La Comuna y ex militante de la Liga Comunista Revolucionaria, es otra de las personas que han sufrido las torturas de González Pacheco. En su caso fue tras una detención en 1973. “Recuerdo los golpes, sobre todo en la planta de los pies. Y recuerdo también su angustia "porque mi mujer está detenida también”. En su testimonio, Suárez-Carreño destaca especialmente a un policía “exhibicionista y provocador”. Era Antonio González Pacheco.
El ex eurodiputado de Izquierda Unida Willy Meyer denuncia que —cuando tenía 20 años Pachecho simuló su ejecución. Y el periodista Paco Lobatón es otro de los nombres conocidos que han sufrido torturas a manos de González Pacheco. Pero son los testimonios de las mujeres que han pasado por sus manos los más escalofriantes.
“Ahora ya no parirás más, puta”. Esta es la frase que le dijo Pacheco a Lidia Falcón, escritora y fundadora del Partido Feminista de España, cuando fue detenida y torturada en 1974. En ese año, Falcón era militante comunista en el Partido Socialista Unificado de Catalunya (PSUC). A las agresiones en su cuerpo —tuvo que pasar por el quirófano en cinco ocasiones como consecuencia de las torturas que sufrió— se sumaron las amenazas de agresiones a su hija, también detenida en los calabozos de la Dirección General de Seguridad, según relata en una entrevista publicada en La Marea.
"Los insultos sexistas, como guarra y otros de ese estilo, eran constantes. La amenaza común entre golpe y golpe era que me iban a violar y a matar, que me iban a llevar a la Casa de Campo y nadie iba a saber dónde estaba… Ese día llevaba un vestido y, cuando me tiraban al suelo, gritaban burlándose 'mira qué guarra, se le ven las bragas", relata, por su parte, Rosa María García sobre las torturas que sufrió cuando fue detenida en 1975 en una entrevista publicada en eldiario.es.
Pero la Transición siguió adelante y lo borró todo. Las únicas sanciones a las que hizo frente Pacheco por sus crímenes fueron el pago de una multa por las coacciones y malos tratos infringidos contra Lobatón. El resto de procesos contra él se sobreseyeron con la Ley de Amnistía aprobada en 1977. Ese mismo año también se extinguió la Brigada Político Social y Pacheco continuó su carrera policial como inspector en el Cuerpo Superior de Policía, integrado en la recién creada Brigada Central de Información, donde se especializó en perseguir a los miembros de los GRAPO y de ETA.
También en ese año fue cuando el entonces ministro de Gobernación Rodolfo Martín Villa —que también ha sido llamado a declarar en el marco de la querella argentina contra los crímenes del franquismo por la matanza de Vitoria— le concedió la medalla de plata al Mérito Policial. La orden, de 13 de junio de 1977 y publicada en el Boletín Oficial del Estado de julio de ese año, reconoce sus servicios “de carácter extraordinario” a la hora de distinguirle con esta condecoración, que suponía además un 15% más de pensión vitalicia que ha estado cobrando desde entonces.
El recuerdo se desvanece pero quedan las medallas y el dolor en el alma de quienes lo han soportado y tienen algo para contar
Cuatro años después, González Pacheco fue trasladado a la Comisaría General de Policía Judicial, apartándolo así de la lucha antiterrorista. No aguantó mucho persiguiendo fraudes. En 1982 abandonó la policía y se dedicó a la seguridad privada. Un reportaje de La Directa documenta que en los siguientes años, González Pacheco fue jefe de seguridad en empresas como Automóviles Talbot, ubicada en Madrid, y después trabajó para la empresa Loomis Spain SA, la división de transporte de Securitas, como jefe de tráfico. En 1996 decidió volver al tema antiterrorista, pero con su propia empresa, Spas —Servicios de prevención de atentados y secuestros—, que fundó con su ex jefe y excomisario Jesús Martínez Torres, según publica El Mundo.
La vida de Billy El Niño continuó tranquila hasta que en 2010, la juez argentina María Servini comenzó la instrucción de la querella por los crímenes del Franquismo. La causa, que comenzó a investigarse en Argentina gracias al principio de justicia universal —esa que el Gobierno de Mariano Rajoy limitó en España en 2014— por el trabajo de Carlos Slepoy, incluía casos de tortura perpetrados por González Pacheco contra trece personas en los últimos años de la dictadura franquista.
Las instituciones judiciales españolas corrieron al rescate del torturador, para quien Servini había pedido la extradición a través de la Interpol. La retirada del pasaporte ordenada por el juez Ruz pronto fue seguida de la devolución del documento y el rechazo a la extradición por parte de la juez Concepción Espejel —la misma que ha condenado a los ocho jóvenes de Altsasu—, quien además protegió la imagen del ex policía, según relata un artículo de Cristina Fallarás en Ctxt.
En paralelo a la causa argentina, en junio de 2017 la Coordinadora estatal de apoyo a la Querella Argentina contra los crímenes del Franquismo (CEAQUA) comenzó también a organizar la presentación de querellas por torturas contra González Pacheco. Hasta hoy se han presentado cinco querellas contra Billy El Niño, aunque tres de ellas ya han sido archivadas al considerar el juzgado que el crimen ha prescrito.
Este 10 de mayo, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) solicitó al Ministerio de Interior la retirada de la condecoración que ostenta González Pacheco. “Solicitamos la retirada de la distinción y de cualquier otra que pudiera tener. Incluso que se le exigiera la devolución del dinero que ha recibido por esta distinción desde julio de 1977, cuando Martín Villa, con nocturnidad y alevosía, porque fue dos días antes de que se celebraran las elecciones del 77”, relata Silva.
Desde Madrid
El 24 de abril de 1971, Juan José López Hernando fue detenido en la casa de sus padres por la Brigada Política Social, la policía secreta del dictador español Francisco Franco. Junto a otros doce estudiantes universitarios apresados en la madrugada anterior fue retenido durante 19 días, y sometido a torturas. Más de 50 años después, un juzgado de instrucción español ha aceptado una querella contra integrantes de aquel escuadrón policial de la ciudad de Valencia, y abrirá diligencias para investigar las torturas sufridas por López Hernando y sus compañeros.
“Nuestra gran prueba”
Por Agustín Fontenla
“Fue una pequeña sorpresa porque pensábamos que las denuncias presentadas en España no tenían recorrido jurídico”, afirma López Hernando. “Por otro lado, recibimos la noticia con mucha alegría porque creemos que se empieza a abrir una vía de reparación.”
Durante los últimos años, las víctimas del franquismo solo pudieron acudir a la justicia en tribunales argentinos, donde la jueza María Servini de Cubría mantiene abierto el único caso que investiga los crímenes de la dictadura franquista. Un intento que, sin embargo, no logró los resultados esperados puesto que el Gobierno español se negó en su momento (2014) a cumplir con las órdenes de detención emitidas por la magistrada.
“Esta es la primera vez que se abre en España una investigación por torturas durante el régimen de Franco ”, dice Ariada Ruiz, la abogada que representa la querella impulsada por López Hernando y otras cinco víctimas. “Solo se habían abierto causas por las fosas, por desapariciones forzadas, aunque fueron archivadas a los pocos días”, precisa.
Al igual que López Hernando, Ruiz recibió la noticia con asombro. “Siempre que se ha intentado impulsar una investigación, el juez ha tenido problemas, como sucedió con Baltasar Garzón, que lo sustituyeron de su cargo por iniciar una causa para juzgar los crímenes del franquismo.”
Ni López Hernando ni Ruiz están muy seguros sobre cuáles son las razones que explican el giro que ha tomado el reclamo judicial, pero ambos apuntan a la situación política, y a que la sociedad se ha sensibilizado respecto a los crímenes de la dictadura franquista. “La irrupción de partidos de extrema derecha en el espectro político ha aumentado la sensibilidad hacia las opiniones radicales y a los riesgos que conllevan”, apunta López Hernando en referencia al partido Vox que entre sus consignas exige la anulación de la Ley de Memoria Histórica que reconoce a las víctimas del franquismo.
“Con el cambio de gobierno, el debate sobre la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos, y la aparición de la extrema derecha, se ha empezado a hablar mucho del franquismo en los medios de comunicación”, señala Ruiz. “Es posible que el debate haya despertado cierta sensibilidad en algunos jueces, y que haya envalentonado a alguno que aprovechó que el tema está en boga en la sociedad.”
En efecto, una de las medidas estrellas del gobierno de Pedro Sánchez, que asumió en junio tras una moción de censura contra el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy, ha sido la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos, donde se encuentran sepultadas miles de víctimas de la guerra civil española. En estos días, el ejecutivo socialista libra una enrarecida batalla en la justicia con la familia del dictador, y otra con el prior de la abadía donde reposan los restos, que amenaza con extender aún más el proceso de exhumación que se aprobó en agosto del 2018. Un claro ejemplo de las dificultades que surgen en el país ibérico cuando se trata de juzgar al franquismo.
A pesar del impulso que tomó la discusión sobre los crímenes de Franco con la iniciativa del Gobierno español, la abogada de López Hernando desconfía sobre el curso que continúe la querella que presentó. “El auto que emitió el juez abriendo diligencias fue publicado en la página del Consejo General del Poder Judicial, ahí publican solo aquello relevante, que es necesario destacar, y creo que ahora mismo este juez está recibiendo llamadas”, afirma Ruiz. “No sé hasta qué punto tendrá resistencia para seguir esta batalla.”
Distinto es el escenario en el caso de que la justicia de Argentina dicte nuevas órdenes de detención. Ruiz es optimista, y cree que si “el gobierno (español) se está atreviendo a exhumar a Franco, sería contradictorio negar la extradición de presuntos culpables de crímenes de lesa humanidad, y sería muy difícil explicarle a sus votantes que no van a hacerlo”.
El contexto político-electoral del país ibérico puede ser un factor determinante en la causa de López Hernando, y en la discusión sobre el franquismo por más que se insista en la estricta separación de poderes que rige en la democracia española. Desde que irrumpió Vox, y con la sucesión de Mariano Rajoy por el impulsivo Pablo Casado en el Partido Popular (PP), el discurso de la derecha ya no oculta su rechazo a debatir el franquismo. “Hablar de alguien que murió hace 43 años es una pérdida de tiempo”, dijo Casado a la periodista Ana Pastor en una entrevista televisiva.
En la Comunidad Autonómica de Andalucía, donde esta semana asumirá un nuevo gobierno liderado por el PP, la formación de Casado espera llegar más lejos. En un acuerdo firmado con Vox, una de las fuerzas que hará posible la formación del ejecutivo regional, prometió anular la Ley de Memoria Histórica que aprobó el parlamento de esa autonomía en el 2017. La norma obligaba al Estado a realizar la apertura de fosas comunes y recuperar los cuerpos de los desparecidos forzados en la región. Se estima que un tercio de los 150 mil desparecidos por la dictadura se encuentra enterrado en suelo andaluz.
Según precisa Ruiz, la cantidad de personas que sufrieron torturas durante el franquismo también asciende a miles. Sin embargo, en la actualidad, solo se presentaron 18 querellas por este delito en todo el territorio español. “Somos unos de los pocos países de Europa y América Latina donde se han producido crímenes de lesa humanidad, y nadie ha tenido la oportunidad de denunciarlo”, afirma.
López Hernando y el resto de las víctimas de la Brigada Política Social en aquellos meses de 1971, son uno de los pocos españoles que estos días pueden considerarse la excepción de esa penosa realidad estadística. Por eso, aunque comprenden las presiones que puede recibir el juez que investiga la causa, y son conscientes del impacto que podría causar el debate político, no pierden la esperanza. “Espero que en este país haya alguna reparación y algún reconocimiento de lo que suponía la dictadura, y el esfuerzo de muchos demócratas por traer la libertad a España”.
Estado español
Torturadores: las tenazas de la dictadura franquista
31/05/2018 | Acacio Puig
El miércoles 30 de mayo, las casposas hazañas del policía jubilado Antonio G. Pacheco, alias Billy el Niño -torturador, miembro de la BPS, la policía política franquista- rebotaron por las paredes del Congreso de Diputados.
Ante la denuncia por Podemos de aquellas barbaridades (felicitadas de hecho por el ministro Zoido y el gobierno del PP, que niegan su veracidad) la derecha neofranquista reiteró que el torturador conservará “la medalla al mérito policial” (sic) concedida el 13 de junio de 1977. Tal distinción “por servicios extraordinarios” supone también un plus salarial al que se unen otros.
El actual secretario general de Podemos, diputado P. Iglesias, sollozó durante el rifi-rafe dialéctico. Entre las y los invitados -muchos antaño víctimas de aquel indeseable- se alzaron puños cerrados.
El mismo día en que a Billy le otorgaron su Medalla al Mérito, el 13-06-77, el BOE comunicaba también las menciones-medallas concedidas a otros 26 policías y guardia civiles, bajo el ejercicio de Rodolfo Martín Villa como Ministro del Interior. Las medallas al mérito policial, creadas en 1943 por la dictadura, premiaban las labores de miembros de las fuerzas represivas cuyos mandos habían sido instruidos por la Gestapo nazi (uno de ellos, el sanguinario comisario de policía Melitón Manzanas, muerto en 1968 por terroristas y precedido por el ahorcamiento de Adolf Eichmann artífice de la solución final que fue ejecutado en 1962 en el estado de Israel).
Se prologaba así (a bombo y medalla) en junio de 1977 la Ley de Amnistía, ley de punto final para los crímenes franquistas que seria promulgada cuatro meses más tarde, el 15 de octubre de 1977.
El linaje de las torturas físicas en España desde 1938-1939, encontró modelo e instructores en la Gestapo, como después en las dictaduras latinoamericanas y en bastantes democracias parlamentarias, como sigue denunciando Amnistía Internacional y expresan las prácticas implementadas en el campo de concentración de Guantánamo y sus externalizaciones de presos bajo gestión de la CIA.
A cambio de su eficaz persecución de los vencidos (los rojos), el franquismo, envuelto en barras y estrellas, ganó espacio político ante el imperialismo norteamericano, al que entregó bases acordes con su interés geoestratégico, y ante la propia ONU, en la que ingresó tempranamente a pesar de contradecir la Carta Fundacional de 1945 en asuntos de calado como “el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivo de raza, sexo, idioma o religión”.
Por fortuna, en 2014 la portavocía de la Comisión de la ONU sobre Desapariciones Forzosas, evidenció su voluntad de rectificar el visto bueno otorgado tempranamente a la dictadura (y a su herencia); visto bueno que inexplicablemente se había prolongado durante décadas. Esperamos con interés los resultados y emplazamientos al gobierno del reino de España que esa comisión formulará de nuevo durante su muy próxima reunión en Ginebra.
Cierto es que la dictadura franquista conoció transformaciones en el curso de sus cuatro décadas de plena vigencia.
Los masivos asesinatos extrajudiciales que proliferaron desde 1936 en la llamada zona nacional -que ostenta un record por hectárea de Paracuellos fascistas- se reorientaron, sobre todo a partir de los primeros planes de estabilización y los gobiernos tecnocráticos opusdeístas de inicios de la década de los 60 del pasado siglo. La imagen de un régimen de casquería no beneficiaba a un país que se entronizaba en Europa a base de sol, vino y paellas (el turismo y el SEAT 600 para las clases medias).
Progresivamente, la represión selectiva sustituyó a la represión de masas, que por otra parte ya había logrado el objetivo fijado por el general Mola en 1936 de aterrorizar a la población.
Pero la Policía Política (la Brigada Político Social) tenía mucha tarea por delante y perduraba como la espina dorsal técnico-represiva del régimen, junto a la Policía Armada y el Ejército (y los aparatos legislativo-jurídicos que garantizaban la impunidad de semejantes prácticas).
La BPS, educada en la más feroz voluntad de extermino de las hordas rojas fue un cuerpo extenso, prolongado por redes tentaculares de chivatos y confidentes y carente de cualquier escrúpulo. Un cuerpo mimado por el régimen y que operó blindado por la más completa impunidad.
Ni siquiera hoy, tantos y tantos años después de la muerte del dictador, se ha logrado quebrantar la impunidad de aquella BPS (ni del resto de los cuerpos represivos franquistas) como prueban las argucias de la Audiencia Nacional ante las demandas de extradición o juicio de quienes cometieron delitos de genocidio y/o lesa humanidad, y como demostró la sesión de Cortes con la que iniciamos este artículo.
Sin afán de abundar en la casquería de aquel momento histórico sí resulta necesario el testimonio de lo padecido en los calabozos madrileños de la DGS (Dirección General de Seguridad) de la Puerta del Sol, en el edificio que hoy ocupan las oficinas centrales de la Comunidad de Madrid. Ninguna placa menciona las siniestras funciones albergadas en el mismo.
Por lo que respecta al período conocido como tardo franquismo en que las ejecuciones extrajudiciales pasaron a ser excepción, testimoniamos poco. Ya basta.
En los sótanos, oscuros, húmedos y permanentemente impregnados de una pestilencia dulzona que emanaba del rancho, estaban los calabozos y los wáteres. El uso de aquellas letrinas atufadas indistintamente de olor a lejía y mierda, dependía de la voluntad de los guardias, la policía armada(los grises) en la Trasición, Policía Nacional(los marrones), de modo que no era raro acabar orinando en un rincón del mismo calabozo. Lo que producía mucha risa a los guardias y les daba ocasión de insultar y golpear más.
Las sacas para subir a los despachos de interrogatorio eran constantes y su periodicidad arbitraria. Se buscaba la máxima desorientación del detenido y la permanente interrupción del sueño.
Una vez en los despachos, insultos, gritos y bofetones constituían el precalentamiento con que se iniciaba la sesión para pasar inmediatamente al vapuleo a cargo del grupo ocupado en obtener declaraciones.
El menú del día constaba esencialmente de ruedas de aporreamiento, combinando puños y porras (eufemísticamente llamadas defensas), el esposamiento en los fatídicos radiadores, que facilitaban golpear al detenido inmovilizado y el pateo colectivo del detenido contra el suelo.
Periódicamente, el grupo policial conminaba a delatar o firmar confesiones inculpatorias.La confesión inmediata era corriente para evitar males mayores, nuevas torturs.
Ingredientes habituales fueron el pato, es decir esposas en las muñecas y tobillos y caminar en cuclillas hasta el agotamiento: caer suponía pasar a la fase de pateo policial.
En ocasiones cambiaba la coreografía y la rueda policiaca –de escaso diámetro- situaba al detenido esposado en el centro, de modo que fuese proyectado, de puñetazo a puñetazo, a lo largo del círculo de deportistas. Finalmente, alguna bestia de gimnasio, remataba faena despachando al etenido con golpes más profesionales. (En muchos casos, el púgil policial era con frecuencia un peso medio que practicó sobre nuestras personas lo esencial del repertorio clásico -directo, crochet y sobre todo uppercut, es decir gancho de abajo arriba…, preferentemente desde la boca del estómago).
En fase siguiente –- se pasaba a quirófano en sesiones intensivas. Alternando la sujeción del reo entre dos sillas o sobre una mesa de despacho, se pasaba al golpeo rítmico y simultáneo con porras en las plantas de los pies y la base del cuello. Algún otro torturador completaba el cuadro, golpeando vientre y costados, o costados y muslos… ¡Aquello era ya otra cosa! Al dolor intensísimo sucedían los derrames y la pérdida de conciencia.
No ampliaremos el repertorio aunque se recomienda los excelentes reportajes sobre aquella barbarie publicados por las revistas interviu el 23 de octubre de 1978 y por Tiempo el 29 de noviembre de 1982). Sin embargo esa crueldad no fue la excepción de sicópatas como Billy; hay que señalar que fue la norma en cientos y cientos de torturadores que, como él durante la larga noche franquista, operaron como las tenazas de un régimen brutal.
La Cultura franquista sigue viva
Vivimos en un país que sigue mantieniendo la cultura franquista. No está tan lejos el escándalo revisionista publicado por la Real Academia de Historia, edulcorando la imagen de la dictadura. La corrupción histórica es avalada por la Judicatura que se acoge a la ley de Amnistía para correr un tupido velo sobre los horrores del franquismo desde el Alzamiento de 1936 y exculpa a los denunciados por la Justicia Argentina (la Querella).
Perduran aquí partidos fascistas de viejo y nuevo tipo, Fundaciones como la Francisco Franco, General Yagüe o la División Azul. Ministros del franquismo escamotean sus responsabilidades ante las demandas de investigación procedentes del ámbito de la Querella Argentina (algunos se libran… porque fallecen). Los símbolos de la memoria franquista perduran aún en algunas calles y perduran también sus monumentos (sus Memoriales, desde el Valle de los Caidos a otros más disimulados como el dedicado en Madrid a los Alzados del Cuartel de la Montaña cerca del Templo Debord)…, mientras los de quienes defendimos la libertad y la igualdad son laminados a golpe de piqueta (las cárceles), pintarrajeados, o reconvertidos en Paradores Nacionales (el viejo campo de concentración de San Marcos en León) o en conventos limpios de polvo y paja (San Pedro Cardeña en Burgos y tantos otros).
El bosque franco-fascista es enorme y su desarrollo cancerígeno.
Y me preocupa mucho que un árbol (en este caso Billy el Niño) acabe ocultándolo y desfigurando tan siniestro paisaje en lugar de contribuir a hacerlo visible en toda su extensión. Eso suele ocurrir a veces, cuando la justicia no sabe–no contesta- el tiempo pasa y corre a favor de los verdugos y en contra de las víctimas.
El mismo día que se concedió la medalla al mérito policial a Billy…, se concedió a otros 26 miembros de las fuerzas represivas, decía más arriba contrastando el BOE de aquella jornada: ¿Quienes eran? ¿Qué servicios extraordinarios prestaron a la dictadura?.La impunidad es tan extensa y hereditaria que la auténtica regeneración democrática necesaria requiere un calado enorme, el que no haga posible que cambie algo para que todo siga igual.
En eso estamos, desde muchas trincheras antifranquistas que trajinan: Memoria e Historia en búsqueda de Verdad, Justicia y Reparación… desde tierras ibéricas y desde todas aquellas otras en que sufrieron nuestros exiliados y sus descendientes.
30/05/2018