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Un brindis por la salida. El beneficio de la duda para Macri

26/11/2015 13:30 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Erick Yonatan Flores Serrano Coordinador General del Instituto Amagi - Huánuco

Cuando anunciaban el virtual triunfo de Macri, tras los comicios electorales en Argentina, me encontraba en un hotel en Pétionville, Haití, iniciando la celebración junto con grandes amigos en el marco de la clausura de la VIII Edición de la Universidad de la Libertad, organizado magistralmente por el Instituto Político para la Libertad - IPL Perú. Al confirmarse la victoria y, quizás, el inicio de una nueva era para los argentinos, me encontraba volando hacia Bogotá, Colombia, y como era natural, un poco de vino blanco para continuar las fiestas yseguir celebrando el final de uno de los periodos más nefastos en la historia del país del tango, era absolutamente necesario.Luego, volando a Lima en medio de todas las celebraciones ysiendo la victoria de Macri el tema de conversación en el avión, aterricé por la madrugada con una idea atrevidamente clara sobre la coyuntura en Argentina, idea que trataré de desarrollar en las siguientes líneas. image Imagen: Bitacoradigital.com

Cualquier persona, con algún porcentaje del cerebro funcionándole con normalidad, debe celebrar los resultados electorales en Argentina; es más, a nadie debiera escaparle la oportunidad de abrir una botella vino y alegrarse por el final del imperio de los Kichner. Es un hecho histórico que los argentinos estén siendo responsables y dejando la basura en donde tiene que estar, en el tacho. Sin embargo tengo que aclarar una cosa, muy a diferencia de la gran mayoría de los que celebran la victoria de Macri, mi celebración es exclusiva y particular, mi alegría se debe a la salida de Cristina, no al triunfo de Macri. Esto quizás suene raro pero creo que es imperativo que los argentinos tengan especial reparo en esta idea.

Por un lado, la salida de Cristina representa un hito para la región, seré optimista y diré que es el primer paso hacia el desmoronamiento de los regímenes tiranos de América Latina, es la grieta sobre la que debemos martillar para acelerar el proceso de destrucción de esa enfermedad mental llamada: socialismo del Siglo XXI.

Por otro lado, la victoria de Macri, en términos generales y -siendo un aguafiestas- no significa absolutamente nada. Macri es una persona inteligente y, seguramente, bien intencionada. Un político astuto que supo canalizar el clima pre-electoral y aprovechó muy bien la podredumbre del régimen y lo que representaba su contrincante que, en sentido estricto, era más de lo mismo.

¿Por qué analizo por separado esto? Muy sencillo, no creo que Macri (ningún político, en realidad) sea la solución de los problemas. Cuando el entorno institucional de un país ha sufrido un ataque sistemático y progresivo por parte del poder, a tal extremo que el grado de degradación social se evidencia en todos los aspectos, es imposible pensar en el cambio estructural que necesita Argentina para volver a ser, como en la primera mitad del siglo pasado, inmensamente rica y próspera.

Agustín Laje, alguien a quien estimo y admiro mucho, ha traducido la victoria de Macri como la recuperación de la república. En esta oportunidad y en forma muy cordial, discrepo. Sé que no tengo conocimiento de causa, ni autoridad alguna, para desconocer la alegría de Agustín y todos mis amigos argentinos, es más, me sumo al profundo alivio que han de sentir con la, ahora segura, salida de los Kichner. Sin embargo, no puedo dejar de preocuparme por esa sensación de algarabía que se concentra en la figura de Macri. Agustín y algunos entrañables amigos que tengo en Argentina, quizás no caigan en este error pero estoy seguro que la gran mayoría de argentinos, sí.

En 1917, con una población inspirada por Lenin, se produjo la revolución rusa que acabó en el derrocamiento del régimen del zar. En el amanecer del Siglo XX, una población le dio su fe a un tal Lenin, años más tarde, ya sabemos lo que pasó. Salvando las naturales distancias, el triunfo de Macri no debe significar la alegría ciega. La historia no deja de enseñarnos, a cada instante, los peligros del mesianismo y, pese a esto, seguimos desaprobando la materia. Depositar la fe en una persona no solo es conceptualmente equivocado, sino que es demasiado peligroso para una nación que apenas comienza a sacudirse del polvo, no olvidemos que Argentina está en el fondo del pozo, una economía absolutamente destruida, un sector productivo que no produce, un Estado crecido hasta la elefantiasis, un marco institucional en ruinas, una población dependiente del Estado y más. Ningún político puede resolver los problemas de algún país en estas condiciones, Macri no será la excepción.

Entonces, ¿es la victoria de Macri una ilusión?, no. Mi fatalismo se enmarca solo dentro del terreno de las posibilidades y expone el peligro de una borrachera sin control por parte del común de personas que, hoy por hoy, siguen celebrando. Para Macri, tal cual reza en el título del artículo, el beneficio de la duda. Desconozco, de la misma forma que toda persona en el mundo, lo que puede pasar en el futuro. Me tomo el atrevimiento de advertir el peligro detrás de la algarabía y solo me permitiré darle, a todos mis amigos argentinos, una humilde y (creo) sensata recomendación.

Decía Thomas Jefferson que el precio de la libertad es la eterna vigilancia, Argentina ha dado el primer paso, ha despedido alos Kichner y tiene el terreno libre para comenzar el largo camino de retorno. La libertad todavía está lejos, amigos argentinos. Aún no hay nada que vigilar pero eso sí, en ustedes está darle sentido a la idea de Agustín Laje, el ideal de la república es aún remota pero no hay nada mejor que tener el horizonte claro. Los valores de la libertad y el progreso deben guiar el accionar de la gente en el futuro porque, solo a través de las personas, es que el desarrollo tiene sentido. No tengo la más mínima idea de la importancia que tendrá Macri en este proceso, lo único que sé es que el éxito y el progreso de la humanidad nunca han dependido de la política. Quizás pueda ser parte del proceso pero, de ninguna manera, es lo más importante.

Amigos argentinos, sigamos celebrando pero no perdamos de vista el verdadero sentido de esto, su recuperación, ahora más que nunca, depende de ustedes.


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