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Autor: Iván Budinich Castro
Puestos a elegir, el mejor candidato para cualquier cargo público seria aquel con la experiencia, la preparación y la honestidad requerida para desempeñar el puesto al que postula. Nuestro político esperable sería entonces por lo menos eficaz y honesto. Conformarse con que haga obra pero que robe es propio de mediocres, en eso podemos todos estar de acuerdo.
Pero así como es propio de mediocres elegir una autoridad porque hace obra aunque sea ladrón, es de ilusos cortoplacistas y mediocres elegir una autoridad solo porque nos parece honesta sin importar que sea ineficiente y si a eso le sumamos que la apariencia de honestidad suele ser solo eso, mera apariencia ya que bajo las alas de un inepto es fácil que los corruptos encuentren refugio.
Estos dos tipos de gobernantes, el corrupto que hace obra y el inepto pero honesto junto al desdichado que solo se dedica a robar son tres caminos directos al hartazgo de la población con respecto a la política y por ende al reinado de los improvisados "salvadores". Pero uno de estos tres infames seres es más dañino que el otro; ese es el inepto honesto su reinado conduce a la desvalorización más completa de la política, a la perdida completa de la esperanza, al convencimiento más absoluto de que no hay solución posible y que la deshonestidad va indisolublemente unida a la eficiencia.
El problema central de la política peruana es que es mediocre sin contemplaciones y optamos por soluciones mediocres. La falta de compromiso del elector es lo más significativo de este esquema y el elector no se compromete porque le obligan a votar como ganado sin mediar ningún esfuerzo de reflexión de por medio.
Hacer el voto voluntario obligaría al elector que quiere ejercer su derecho ciudadano a un voto consciente a la vez que daría ocasión a que aquellos que no ven en el voto más que una molestia, se alejen de las urnas haciendo así la jornada electoral, una verdadera fiesta cívica y no un matadero simbólico de la voluntad popular como hasta ahora. Los políticos frente al segmento más crítico e informado de la ciudadanía que es el que optaría por hacer valer su voto; se esforzarían en presentar mejores propuestas y nuestra sociedad pasaría de la infancia a la ciudadanía plena.
Sin voto voluntario no hay solución posible a la vista, continuaremos haciendo elecciones mediocres y eligiendo entre candidatos mediocres porque no existe estimulo alguno para que amplios sectores de la población se den el tiempo de buscar mejores alternativas, por ende no existe estimulo para que los partidos presenten mejores alternativas. Por supuesto, salvo mejor parecer o entender.