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Por: Iván Budinich Castro
A primera vista se puede considerar que el ultimo exabrupto del presidente Ollanta Humala contra el fujimorismo es una provocación innecesaria y una metedura de pata monumental de parte del presidente de la república, que exhibe así una tremenda incapacidad para el dialogo político y arriesga la gobernabilidad de su gobierno prácticamente en su etapa final retando en público a la primera minoría del congreso al tildarla de una organización nacida en la cloaca.
A primera vista, el presidente Ollanta es un necio, pero como saben los lectores de "El Principito": "Lo esencial es invisible a los ojos". Con un gobierno cada vez más debilitado, con una economía que pasa por uno de sus peores momentos en muchos años y próximos a un 2015 que políticamente no es otra cosa que la antesala de 2016, el humalismo busca sobrevivir a toda costa en un escenario donde todo apunta a un fortalecimiento en simultáneo del APRA y el Fujimorismo, los grandes adversarios elegidos por el nacionalismo humalista. En ese supuesto, el presidente Ollanta Humala deja de lado la dignidad presidencial y apunta directamente al fortalecimiento de su organización bajo las banderas del antifujimorismo, un no-partido con grandes posibilidades de alcanzar un puesto expectante en cualquier elección y que tiene la particularidad de agrupar una amplia franja que agrupa desde la derecha vargasllosiana a la izquierda pro sendero pasando por el centrismo de minipartidos como Acción Popular, Somos Perú y Perú Posible.
Desde su posición en el gobierno y con Nadine Heredia como eventual candidata al congreso por Lima (ha negado varias veces su supuesta intención de lanzarse a la presidencia), el humalismo lo tiene todo para encabezar la cruzada antifujimorista incluyendo el patrocinio de Mario Vargas Llosa, el padrino y mentor espiritual de esta corriente.
Con el humalismo posicionado como la fuerza antifujimorista y antiaprista por oposición, el oficialismo apunta sino a la victoria, si a posicionarse como una fuerza respetable en el congreso tras su paso por el gobierno y evitar la deshonrosa suerte de Perú Posible y el APRA reducidos a casi su mínima expresión inmediatamente tras su paso por el gobierno. Ollanta Humala puede ser mediocre como presidente, pero cuando se actúa como el candidato del "polo rojo" no le faltan reflejos.