Globedia.com

×
×

Error de autenticación

Ha habido un problema a la hora de conectarse a la red social. Por favor intentalo de nuevo

Si el problema persiste, nos lo puedes decir AQUÍ

×
cross

Suscribete para recibir las noticias más relevantes

×
Recibir alertas

¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Mi Pequeña Aportación escriba una noticia?

Competitividad a ultranza: yo soy menos competitivo que nadie:

18/11/2015 03:40 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

La obsesión por la competitividad ensombrece nuestras vidas

En el mundo occidental y, probablemente, en todo el mundo que llamamos desarrollado se ha instaurado el “valor” de la Competitividad, de forma que se les inculca a los niños desde los primeros años del colegio; lo ven en su casa, en la familia, en los amigos, en las familias de los amigos, en la televisión, en el cine, en los videojuegos y en todas partes.

Se transmite e inculca como un valor indiscutible y, muchas veces, de forma inconsciente. Algunos adultos, sobre todo cuando tienen un cierto nivel cultural y, muchas veces también económico, suelen sostener que no hay que estimular la competitividad a ultranza, porque nos lleva a un mundo hostil e inmisericorde, pero, en muchas ocasiones, esas manifestaciones no son más que una pose, pues la competitividad a ultranza se suele considerar, al menos en ciertos ambientes, como políticamente incorrecta y, en caricatura, nos podemos encontrar la postura paradójica del que afirma que él es menos competitivo que nadie.

Esa obsesión por la competitividad, por ser el que más dinero gana, el que mejores y más modernas cosas tiene, la mejor (y más cara) casa, el mejor (y más caro) coche, el que es más guapo, más sano y más feliz, más listo y solidário, mejor persona, progenitor, pareja y amante, conduce a posturas insolidarias y absolutamente egoístas y, muchas veces, faltas de ética, pues el medio se convierte en fin. No se trata de convertirnos en una masa de conformistas sin aspiraciones, pero, como siempre, es necesario buscar el equilibrio y no aspirar continuamente al máximo en todo, sino a un nivel razonable en aquellos aspectos verdaderamente fundamentales.

No se trata de convertirnos en una masa de conformistas sin aspiraciones, pero, como siempre, es necesario buscar el equilibrio

Para poner de manifiesto lo irracional y ridículo de esta postura, viene bien el chascarrillo de aquella competencia entre dos personas que establecieron una carrera desenfrenada por ver quien se compraba las zapatillas deportivas más más en todo y, cada vez se presentaban con el último modelo de zapatillas en la versión más alta que había en el mercado; llegados a ese punto, uno de ellos, al no encontrar una versión superior y más cara que la última de su oponente, se presentó con esa misma versión y, para mostrar su superioridad, dijo triunfante: “pero son tres números más grandes”.

Inculcando esa forma de ver la vida en los niños les condenamos, tanto mientras son niños, como posteriormente, cuando son adolescentes y adultos, a la insatisfacción permanente, la envidia hacia los otros y, en definitiva, a la infelicidad, cuando no a la ruina económica y a una vida de angustia y agobio por las deudas adquiridas en el afán de poseer los productos de consumo más caros y exclusivos que, la mayoría de las veces, objetivamente no están a su alcance y solo sufren el espejismo de que sí lo están si los adquieren endeudándose para ello por encima de sus posibilidades económicas reales. Este endeudamiento irracional les puede llevar al estrés y a la ruina material y, en cualquier caso, suele hacer que se descuide la adquisición de productos y servicios, del nivel adecuado a sus verdaderas necesidades y que sí resultan básicos para el desarrollo de su vida en términos de satisfacción razonable.

 

X


Sobre esta noticia

Autor:
Mi Pequeña Aportación (23 noticias)
Visitas:
3219
Tipo:
Opinión
Licencia:
Distribución gratuita
¿Problemas con esta noticia?
×
Denunciar esta noticia por

Denunciar

Comentarios

Aún no hay comentarios en esta noticia.