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En medio del silencio de la profundidad acuosa solo escuchaba los latidos de su corazón
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http://www.iagua.es/blogs/enrique-castellanos-rodrigo/crimenes-agua-pescadoras-perlas-parte-3
La piel de su torso estaba iluminada por los rayos de sol que incidían sobre ella. Todo parecía etéreo. Por unos instantes creyó encontrarse solo en el mundo. Como si la única presencia a la que debía de rendir cuentas fuese la del océano. Un mar de emociones inundó sus sentidos. Retornó a aquel mágico año donde aprendió a bucear a pulmón. Cuando después de mucho ejercitarse consiguió descender a más de 100 metros de profundidad. Recordó la sonrisa condescendiente en el rostro de Midori. Todo en ella era una evocación compungida.
El coche se puso en marcha mientras el profesor Ulises Flynn, aun con su bañador empapado y descalzo era apuntado con una pistola enfundada por una mano pálida como la muerte
Hacía mucho tiempo que no practicaba la apnea. Sus últimas inmersiones habían sido con un equipo de buceo portando oxígeno a la espalda. Quizás lo prudente hubiese sido también sumergirse ahora con el equipo adecuado. Pero los recuerdos de su juventud eran muy poderosos. Necesitaba probarse. Decirse a sí mismo que aún era capaz. Evidentemente no iba a descender 100 metros. Aquello hubiese requerido muchas semanas de entrenamiento. Pero si debía de hacerlo hasta los 25 metros, que es donde se encontraba el lecho marino. Aquello tampoco era una tontería. También requería preparación.
Aun se sentía con fuerzas para continuar pero decidió ascender lentamente para hacer una descomprensión adecuada y evitar la hipoxia