Autor: Pablo Bakovic Baixarias Fuente: internet

He leído en diversas publicaciones comentarios a favor y en contra de la señorita congresista Luciana León, por su entredicho con el ministro de defensa cuando era interpelado en la pasada sesión del pleno del Congreso. Las críticas favorables por la forma como enfrentó al titular de la cartera son lógicas y solidarias con ella, no así las desfavorables que cargadas de epítetos absolutamente inapropiados muestran la misma cobardía del denostador ministro y la falta de asidero político para sustentar los reproches. Imagen: Laprensa.pe

El comportamiento del señor Pedro Cateriano en la interpelación a la que fue sometido se enmarco dentro de los cánones a los que nos tiene acostumbrado, petulancia, patanería, soberbia y respuestas esquivas carentes de argumentos sólidos que respalden su gestión. Esto no es para sorprenderse porque es lo habitual en su personalidad política y la forma como se desempeña al frente de su ministerio. Lo que si sorprende fue su inaceptable actitud amenazante al responder a la congresista Luciana León, cuando esta lo increpó por sus funciones, haciendo una "ágil" rememoración de la época en la que él era su profesor, dejando entrever que le debería algún "favor". (Este señor no recuerda con quien conversó por teléfono hace poco tiempo cuando dijo que "...contaba con la luz verde de la señora Nadine Heredia...", pero fue muy lúcido para recordar un episodio con una estudiante entre cientos, ocurrido hace dieciocho años. ¿Será que tiene memoria selectiva?) Luego ella respondió que "...había sido un buen profesor universitario pero era un pésimo ministro de defensa...".

Los hechos son suficientemente conocidos por lo que me inhibo de relatar mayores detalles, pero fue notorio que la "calificación" que le dio su ex alumna le cayó como "patada al hígado". Después, según afirma la señorita León, el señor Cateriano a través de terceros hizo correr el rumor de que ella había desaprobado hasta en tres oportunidades el curso de derecho que él dictaba en la Universidad de Lima, con clara intención de desacreditarla y de cobrar venganza de alguna manera por lo que sintió como una ofensa a su incomprensible ego.

La parlamentaria ha desmentido por varios medios de comunicación que desaprobara el curso, que por lo demás es muy fácil de comprobar, relatando las mezquindades de su ex profesor con ella simplemente por su filiación aprista. Pero para el caso no importa si fue desaprobada en alguna oportunidad en un curso universitario, lo que importa es que terminó su carrera y aunque así no hubiese sido; ella fue elegida como representante ante el primer poder del Estado por decisión popular y no a dedo por el apadrinamiento de alguna persona con influencia en el gobierno. Esta señorita legisladora se desempeña con mucho más profesionalismo, prestancia y educación que la gran mayoría de sus colegas y con todo derecho y atribuciones como congresista de la República interpeló al ministro con las facultades que su cargo le confieren y el ministro estaba en la obligación de responder sus cuestionamientos y no desatar su incontrolable ira como lo hace cada vez que algo o alguien no es de su agrado. Con su actitud dejó otra vez pública evidencia de que es un colérico carente de autocontrol, que actúa por impulsos sin medir las consecuencias, algo que es muy peligroso en quién ostenta el cargo de la dirección de las fuerzas armadas y la defensa nacional.

La señorita Luciana León tiene todo el derecho de exigir la rectificación y disculpas públicas del señor Cateriano y éste la obligación de darlas porque cometió un cobarde exabrupto, totalmente fuera de lugar. "Lo cortés no quita lo valiente, señor ministro, el abuso de poder, sí.