La amargura viene de los sueños nos cumplidos, de las desilusiones amorosas, de las revoluciones  fracasadas.

La amargura se produce en el quietismo en la nobleza convertida en egoísmo,  en la amistad convertida en hipocresía. 

¡Ay Dios! del trabajo no reconocido viene la amargura, el no atreverse a ser lo que uno quiere, en pretender que los demás estarán en las buenas y malas.

La amargura viene de la maldita soledad que alborota los demonios,  viene de los medios de comunicación con estereotipos para hombres y mujeres. ¿Por qué soy tan fea, gorda, uy odio esa caderas ancha?,  ¿Por qué  no, un colorcito verde para mis ojitos?, esa amargura viene en no aceptarnos como somos, pues esa sociedad impregnada de antivalores no nos acepta.

La amargura de viene de los abusos psicológicos, de los abusos  sexuales,  que a veces se repiten una y otra vez, de portarse bien y que le vaya como el más grande asesino (a).

También se produce en no acepta lo que se tiene en no agradecer por lo bueno.

Las frustraciones crean amargura,  esa amargura que se nota en la cara, en la forma de hablar en los movimientos bruscos. En fin esa rabia  se somatiza en el cuerpo.