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Iván Budinich Castro
El día de ayer domingo 07 de mayo de 2016, el señor Enrique Pasquel del Diario "El Comercio", diario que el Presidente, Don Fernando Belaunde devolvió a sus legítimos propietarios tras asumir la investidura presidencial ?cosa que olvida, no sabe o no recuerda el Sr. Pasquel-, en un articulo que reproducimos aquí, tuvo a bien enrostrar al candidato de Acción Popular algunas cifras y hechos del segundo gobierno de Fernando Belaunde a propósito de la propuesta del Sr. Alfredo Barnechea de recuperar el modelo del desarrollismo Belaundista.
No voy a discutir la veracidad de las cifras del Sr. Pasquel. Si voy a poner en claro su ignorancia deliberada frente al contexto en que Fernando Belaunde Terry recibe las riendas del Estado peruano y las limitaciones que la situación le impuso a inicios de los 80´s.
Veamos pues.
Belaunde recibe del desgobierno de la dictadura militar un país casi en ruinas. La deuda externa que en 1968 alcanzaba los 600 millones de dólares, en 1980 se había disparado hasta los 6, 000 millones de dólares, es decir que en el intervalo dictatorial se había elevado diez veces. Las empresas públicas que no llegaban a dos decenas en 1968, para 1980 eran cerca de 600*. Nuestra estructura productiva había descendido de tal manera que no recuperaríamos los niveles de ingreso de los 60´s hasta mediados de la presente década.
A diferencia de Fujimori que encontró un movimiento social destruido por sus propias contradicciones y la acción violentista de sendero y el mrta, el segundo belaundismo tuvo que enfrentar una presión social tremenda de parte de los sindicatos, el APRA y las izquierdas que no permitieron ahondar el proceso de liberalización de la economía que buscaba implementar el presidente Belaunde y su equipo. Sumado a ello, la crisis de la deuda y la inflación que Pasquel desde su tribuna de sacerdote del ultraísmo económico se resiste a admitir que fueron fenómenos de carácter internacional en America Latina, no por gusto los 80´s ?salvo para Chile-, son recordados como la década perdida.
Nuestra situación a inicios de los 80´s, fue de tal gravedad que hasta la minería, esa misma que impulso nuestro despegue económico de los últimos años, estuvo en crisis - a tal punto que el gobierno tuvo que crear un fondo de compensación para que la actividad minera no colapsara. El señor Pasquel tampoco se acuerda de ello. Seguramente tampoco se acuerda del fenómeno del niño que junto al surgimiento del terrorismo llego para complicar más un panorama que ya se auguraba desastroso.
Lamentablemente, Belaunde fue en su segundo periodo, el heredero del tremendo desastre producto de la ineficiente gestión del gobierno dictatorial precedente y un entorno internacional poco menos que catastrófico, no obstante, si se ve el comparativo de la situación regional de aquellos años, se verá que supo salir airoso de una situación que en otros lares adquirió tintes similares al que pocos años después se daría entre nosotros con el aprocalipsis.
Pasquel comete el error de asumir que los resultados que señalan fueron el producto de las políticas económicas de Belaunde entre 1980 y 1985, cuando en verdad lo que tuvimos fue el resultado de la imposibilidad de la aplicación de la visión belaundista durante tal periodo. No es casualidad señor Pasquel, que los dos grandes procesos de apertura de mercados que podemos considerar como exitosos en América Latina se hicieran uno en condiciones de dictadura como en Chile y el nuestro bajo un modelo a todas luces autoritario en un momento de descomposición de todo el tejido social existente en nuestro país.
Obviamente, el señor Pasquel es libre desde su columna del diario "El Comercio" de expresarse bien o mal de un gobernante o exgobernante como en el caso del Arq. Belaunde, pero no es libre de tergiversar los hechos a su gusto y disgusto, desinformando a las jóvenes generaciones que hoy en momentos de crisis vuelven sus ojos al legado de uno de los escasos gobernantes verdaderamente honestos y verdaderamente patriotas que ha tenido nuestro país en los últimos cincuenta años.
*Más de mil me apunta un memorioso.