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Autor: Leonardo Girondella Mora Fuente: contrapeso
Es una creencia aceptada el que cada persona tiene derecho a sus opiniones, a pensar en lo que ella quiera —lo que en realidad es nada más que libertad de pensamiento y expresión.
Imagen: Expresateyrespeta
En el derecho a opinar pueden separarse dos elementos: (a) el pensar con libertad y (b) el expresarlo con libertad comunicándolo a otros. Mi suposición es que hay inicialmente una actividad anterior a la expresión de la opinión, que es el pensarla.
Y ése es el tema que quiero desarrollar en lo que sigue —el de la actividad previa que se supone existe antes de opinar y que he llamado genéricamente "pensar".
• Una opinión supone la creencia en algo, como la existencia de Dios, el liberalismo como mejor que el socialismo y cosas similares —o bien, que Michael Jordan ha sido el mejor basquetbolista, que cierto acusado de corrupción es realmente culpable y demás.
• La diferencia entre opinión y conocimiento es la clave —el conocimiento es verdad comprobada, como la suma de números, o el cálculo de Pi, o una composición química. La opinión es una creencia sobre algo que aún no es considerado conocimiento.
• La creencia que contiene una opinión supone que la persona tiene una base en la que sustenta esa creencia —una base que necesariamente tiene dos elementos al menos:
1. Un cierto conocimiento sobre el tema sin el que su opinión carecería de mérito. Podría la persona aún sin este conocimiento tener una opinión y, por ejemplo, sin saber de futbol afirmar que Pelé ha sido el mejor futbolista de todos los tiempos, o que deben nacionalizarse todas las industrias del país sin conocer nada de historia, ni de economía.
2. Un cierto proceso lógico de demostración razonada de su opinión —simples reglas lógicas de pensamiento claro y sentido común. Podría la persona opinar, por ejemplo, que su paraguas es mágico porque cuando lo saca a la calle no llueve y viceversa.
• En demasiados casos, las opiniones no cumplen con mínimos razonables de uno o incluso los dos elementos anteriores, lo que no impide que la persona exprese su opinión sobre el tema. O sea, el derecho a expresar opiniones propias no está limitado por la falta de conocimiento, ni por el pensamiento ilógico.
• La realidad de que cualquier creencia puede ser expresada sin tener un "control de calidad" mínimo lleva a la multiplicidad de opiniones de muy baja clase —se crea así un ambiente cultural en el que las opiniones menos fundamentadas se colocan al mismo nivel de las más razonadas.
Lo que he querido enfatizar en lo anterior es un fenómeno moderno, producido por la libertad de expresión y la abundancia de medios, especialmente los muy personalizados, como Internet —una explosión de opiniones sobre todos los temas y que tienen demasiadas un problema de calidad: son emitidas sin mínimos de conocimiento y sin estándares de reglas de pensamiento.
Este es un fenómeno que puede llamarse de substitución:
• La cantidad substituye a la calidad —las opiniones mayoritarias desplazan a las minoritarias.
• Los sentimientos sustituyen a la razón —opiniones emotivas, sentimentales e insultantes desplazan a las reglas lógicas del razonamiento disciplinado.
• Lo trivial sustituye a lo importante —lo inmediatamente llamativo y sensacionalista desplaza a lo central y vital.
• La simpleza memorable sustituye a lo complejo —las frases contagiosas desplazan a las ideas profundas.
El resultado neto de la explosión de opiniones, sin control de calidad, es inevitable dada la libertad de expresión —una libertad genuina que, sin embargo, tiene ese efecto colateral, el de producir un ambiente intelectual en el que abundan las opiniones de muy baja calidad.
Nota del Editor
Creo que debo añadir que la libertad de expresión crea también un mecanismo de defensa del resto de las libertades humanas, como bien se ilustra en el caso de la propiedad independiente de los medios de comunicación. Y también, con la posibilidad de comunicación por Internet.
Sin embargo, el efecto colateral indeseable, señalado por Girondella es una advertencia real sobre un peligro presente ya: el de una explosión significativa de opiniones sin estándares mínimos de calidad, lo que reduce el nivel intelectual.