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El señor Vargas Llosa ha publicado un artículo a favor de las corridas de toros. Nosotros consideramos sus argumentos, por ridículos, como intelectualmente ofensivos. En este artículo los desmontamos
Mucho se habla últimamente sobre las corridas de toros. Hoy mismo Mario Vargas Llosa ha publicado un artículo en El País en el que defendía esta "fiesta" de los ataques contra la misma hechos por Rafael Sánchez Ferlosio. Lo cierto es que los argumentos que aporta Vargas Llosa son más que débiles, son ridículos. A continuación desmontaremos cada uno de ellos, mostrando que está completamente equivocado.
El primer argumento esgrimido por el señor Vargas Llosa dice, más o menos, así: En su artículo Sánchez Ferlosio hace referencia a las protestas que se produjeron en una plaza de toros, en 1928, cuando Primo de Rivera ordenó proteger a los caballos para evitar la muerte de estos. Según Sánchez Ferlosio esto se debía a que el público, lo que quería ver era el sufrimiento del caballo. Vargas Llosa responde que él ha asistido a muchas corridas de toros, y que lo que ha observado es que la gente no se regocija cuando un caballo es herido, más bien "la reacción del público es siempre la contraria". Aquí cabe decir que, en primer lugar, la reacción del público actual es distinta a la reacción del público pasado. El público actual se ha criado viendo unas corridas de toros en las que el caballo no muere. Evidentemente, la reacción de este público no es la misma que la del público de la década de los años 20 del siglo pasado, cuando la muerte del caballo formaba parte del espectáculo. En cualquir caso, el público actual sí que se regocija con la muerte y el sufrimiento del toro. Es previsible que, si se prohibieran las corridas de toros, el público del siglo próximo no se regocijará con tal cosa.
El segundo argumento trata de la libertad de la gente para ver corridas de toros. Según Vargas Llosa, no es digno de respeto el que Sánchez Ferlosio y "quienes quisieran acabar con los toros, traten de privarnos de la fiesta a los que la amamos: un atropello a la libertad no menor que la censura de prensa, de libros y de ideas". Esto es absurdo, falso y demagógico. En primer lugar no se trata de las libertades individuales, sino del sufrimiento del toro. En segundo lugar, puesto que cuando se quieren prohibir los toros es por evitar la perpetuación del sufrimiento de una clase de animales, la prohibición de los toros es incomparable a la censura de prensa, libros e ideas. En efecto, en la medida en que la libertad de expresión no conlleva el sufrimiento físico, la misma persona que defiende la prohibición de los toros puede defender la libertad de expresión. Ahora bien, el que defiende las corridas de toros no puede más que estar de acuerdo con, e incluso aplaudir, la violencia y el maltrato animal, porque no se negará que una corrida de toros conlleva maltratar y hacer sufrir a un toro. En definitiva, y volviendo al quid de la cuestión, no es cuestión de libertades (sociales), sino de derechos (del toro). Mario Vargas Llosa no sabe de lo que habla aunque, eso sí, le gustan los toros.
"No se trata de las libertades individuales, sino del sufrimiento del toro"
Finalmente, un último argumento de Vargas Llosa, que lo da tras decir varias estupideces sobre el estudio de la tauromaquia y sobre la aceptación de los toros en el mundo, donde rechaza el concepto de "españolez", utilizado por Sánchez Ferlosio. Es uno de los más ridículos de los que defienden los taurinos. Según este "los aficionados amamos profundamente a los toros bravos y no queremos que se evaporen de la faz de la tierra, que es lo que ocurriría fatalmente si las corridas desaparecieran". Esto es ridículo, además de injusto para el toro bravo. Al parecer, según el señor Vargas Llosa y sus amiguetes los taurinos, la supervivencia del toro bravo depende únicamente de que los miembros de la especie puedan ser sacrificados en las corridas de toros. Esto es, cuanto menos, espeluznante. ¿Qué será de los osos pardos, a los que no se les torea? ¿Desaparecerán? ¿Y por qué esta especie, el toro bravo, ha de pagar a un precio tan alto su protección? ¿No protegemos animales a los que no toreamos? Esto es, como se ve, absurdo, al igual que el artículo del señor Vargas Llosa.
Como es habitual en él, Vargas Llosa hace gala de un conservadurismo propio de los de su especie, con el cual pretende defender el sufrimiento, el dolor y el maltrato animal en nombre de la libertad. Esperamos que en el futuro se le caíga la lengua a quien utilice la palabra "libertad" tan a la ligera como lo hace el señor Vargas Llosa.
Imagen: top-people.starmedia.com