¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Sursum Corda escriba una noticia?
Se anuncia el inicio de consultas para la eventual desmembramiento de la Arquidiócesis Primada de México
Guillermo Gazanini Espinoza / En la publicación de un comunicado, el SIAME dio a conocer el inicio de consultas para el proceso de creación de nuevas diócesis. Se trata del eventual desmembramiento de una de las Arquidiócesis más grandes del mundo en cuanto a población y estructuras pastorales además de recursos financieros e impacto político.
En ese documento, se indica la realización de los pasos iniciales para la “elaboración de informes sobre la realidad eclesial y social de cada circunscripción, a fin de considerar la viabilidad de la creación de nuevas diócesis. Dichos informes ya se han presentado al Nuncio Apostólico en México, Mons. Franco Coppola, así como a Mons. Eugenio Lira Rugarcía, Obispo de Matamoros y actual responsable de la Conferencia del Episcopado Mexicano para la Creación de Diócesis y Provincias Eclesiásticas. También se han visitado las Vicarías Episcopales I “Santa María de Guadalupe”, VII “San Pablo Apóstol” y VIII “San Juan Bautista”, con esta finalidad”.
De consolidarse estos procesos, estaríamos ante un planteamiento de división que no es nuevo, pero que en la actual coyuntura tendría serios contrastes por las notorias diferencias que darían nacimiento a una pequeña Arquidiócesis de México en territorio, pero de las más desarrolladas en cuanto a recursos económicos y pastorales, rodeada por diócesis enormes en población y territorio -como la VIII Vicaría San Juan Bautista- pero con mayores dificultades económicamente, pobres y deprimidas y, sin embargo, dotadas de un enorme potencial religioso, de tradiciones y significativas devociones populares.
La Arquidiócesis Primada de México ha mantenido una progresiva estructuración para consolidar el objetivo esencial de evangelizar y proclamar la Buena Noticia. Cuando fue erigida, el 2 de septiembre de 1530, se hizo a la par de un choque de culturas antecedente a la nación mexicana. Capital y ombligo de este país, es complejidad en sí misma que vio en estos siglos el desmembramiento de su extensísimo territorio hasta que el 13 de enero de 1964, por voluntad del Papa Paulo VI, fue creada la diócesis de Tlalnepantla dando al territorio arquidiocesano la actual coincidencia con el mapa político del entonces Distrito Federal.
La estructura actual de la Arquidiócesis tuvo forma embrionaria en tiempos del Siervo de Dios Luis María Martínez Rodríguez (1881-1956). En abril de 1945, ordenó la celebración del primer sínodo diocesano para dar pautas sobre la readministración de la Arquidiócesis y la organización de la curia. Más adelante, y en este anhelo de transformación y de iglesia en salida, su sucesor, cardenal Miguel Darío Miranda Gómez (1895-1986), impulsó la Gran Misión de 1962 para sacudir el aislamiento de las parroquias y organismos arquidicesanos y romper esas burbujas de comodidad para ir al encuentro del otro. La Gran Misión sería el germen de la actual división territorial en ocho vicarías de pastoral llamadas inicialmente gerencias a la manera de las antiguas delegaciones políticas que caracterizaron al territorio del Distrito Federal.
Este camino sinodal tuvo empuje en la época del cardenal Ernesto Corripio Ahumada (1919-2008). En mayo de 1992, el inicio del II Sínodo Arquidiocesano apostó por la transformación de las comunidades parroquiales, religiosas y laicales para ser células evangelizadas y evangelizadoras e implicó el renovado encuentro y diálogo entre las culturas de la Ciudad de México además de métodos eficientes y eficaces en la consecución de este ambicioso proyecto sinodal. La clave estuvo también en “poner al día” a la Arquidiócesis en dos líneas de acción bajo la corresponsabilidad pastoral: Comunión y Participación. Para esto, la clave era una forma de descentralización de funciones delegándola en los obispos auxiliares bajo el pastoreo del Arzobispo Primado de México.
Carlos Aguiar Retes corre por la vía de quedarse con un pequeño, pero muy sustancioso pedazo del pastel deshaciéndose de las periferias
Dividir la Arquidiócesis no es cosa nueva. Norberto Rivera Carrera logró zanjar la cuestión cuando se pretendía lo anterior. Desmantelarla era un riesgo con consecuencias inimaginables sobre todo cuando la Arquidiócesis Primada de México es coincidente con el territorio de la principal Ciudad-Estado del país. En otras palabras, era una medida de fuerzas, vis a vis, con los poderes políticos. Un Arzobispo Primado es voz como caja de resonancia en el ámbito secular ante temas sensibles y que preocupan a la fe católica.
Sin embargo, ahora los tiempos de Aguiar Retes traen de nuevo este planteamiento. La defensa usada es la supuesta dinámica para garantizar mejores servicios pastorales a un número de fieles más acotado cuando, en la praxis, el Primado de México se desharía de los zonas más populosas y complejas de la capital. En conjunto, las nuevas diócesis -Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco- concentran la más elevada densidad poblacional de la ciudad de México y de contrastes, entre lo rural y urbano, donde conviven nativos de la Ciudad con la amalgama de culturas y de pueblos indígenas que viven lo inimaginable.
El desmembramiento de la Arquidiócesis de México tendría un impacto que aún no se valora suficientemente y ojalá las pretendidas consultas realicen un estudio en serio, suficiente y, sobre todo, transparente. Tener en el papel aspiraciones y sueños no es lo mismo que esta realidad de la Ciudad de México la cual es más conocida en su pulso por la tropa de esta Iglesia: el presbiterio que trabaja todos los días con pobreza e indigencia, riqueza y abundancia, retos y desafíos.
Carlos Aguiar Retes corre por la vía de quedarse con un pequeño, pero muy sustancioso pedazo del pastel deshaciéndose de las periferias, las partes más pobres y explotadas de la ciudad de México, cuya mayor riqueza es la fe sencilla y muy comprometida del pueblo. El cardenal estaría levantando una “beneficiosa” muralla que le blindaría para manejar más cómodamente, centralizada y a modo, la abundancia sacudiéndose los problemas sobre los que se han montado otras religiones para fortalecer su presencia.
Pero el mensaje es muy elocuente. Un Arzobispo pragmático de la abundancia, hecho del control de los principales signos de fe y de poder económico manteniendo su territorio a raya, rodeado de diócesis sufragáneas a la manera de séquito conforme a sus pretensiones y ambiciones. Esto, al final, lo cargará el pueblo católico de a pie que poco entiende de divisiones, diócesis y curias y sólo al final se entera del resultado de los juegos del poder. La palabra última la tiene la Conferencia del Episcopado Mexicano.
@blogSursumCorda