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Fuente: Macroconsult
La República Argentina está enfrentando un problema serio de escasez de liquidez internacional que podría ser el inicio de una crisis económica mayor. La falta de dólares se refleja en la devaluación del 22% que registra la tasa oficial en lo que va del año y en la aparición de un mercado paralelo, ilegal pero tolerado, en el que la cotización del dólar se encuentra alrededor de dos veces el precio oficial. La Presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, ha sostenido ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, que "Argentina es una víctima serial de la crisis económica y financiera originada en Estados Unidos en 2008". Sin embargo, esto no parece ser lo correcto, ya que un análisis somero indica que lo que está ocurriendo, y está por venir, son más bien las consecuencias de las políticas económicas que se han venido ejecutando, las que el boom económico mundial, previo a la crisis, había atrasado o disfrazado. En sus dos últimos gobiernos Argentina ha acentuado la participación del Estado en las decisiones económicas, ha aplicado medidas que han producido el deterioro de la eficiencia de la económica y ha generado desbalances macroeconómicos como consecuencia, entre otros, del persistente déficit fiscal. La necesidad de financiar el creciente déficit presupuestal llevó a los gobiernos del desaparecido Néstor Kirchner y los dos de Cristina Fernández a adoptar medidas puntuales para proveer recursos temporales al fisco. Entre las principales tenemos la reestructuración de la deuda externa que estaba en default, mediante un canje de títulos vencidos por deuda nueva, con un descuento de 76% sobre el valor nominal, a cambio de que el Estado asumera el servicio de la deuda nueva. La consecuencia de esta operación es que se ha cerrado para Argentina un necesario mercado de financiamiento. Adicionalmente, si bien el canje fue "voluntario", hubo acreedores que no lo aceptaron (alrededor de 3% del total), y recurrieron a las cortes internacionales de justicia para exigir el pago de sus acreencias. Actualmente están recibiendo fallos favorables que van a crear problemas adicionales al gobierno argentino. También se tomaron las reservas internacionales del Banco Central Argentino para uso interno, como consecuencia de lo cual, las que ahora quedan no son suficientes para atender los requerimientos diarios del mercado de divisas. Entre otras medidas también se apropiaron de las reservas de los fondos privados de pensiones. Todas estas acciones no pudieron evitar que el déficit fiscal y los desequilibrios macroeconómicos que causaba, se reflejaran en una subida de la inflación interna. El aumento de los precios, que siempre afecta la popularidad de los gobiernos, tenía para Argentina dos consecuencias negativas adicionales: reclamos de reajustes salariales de acuerdo con la inflación, impulsados por los sindicatos aliados del gobierno, lo que realimentaba la inflación; y cuantiosos pagos del servicio de la deuda pública, por la existencia de una proporción alta de bonos reajustables a la inflación. Ante este problema el gobierno habría alterado las cifras oficiales de inflación y hecho lo mismo con los cálculos sobre el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI). De ser verdad, estos hechos impiden cualquier análisis económico riguroso y objetivo. Cabe señalar que el Fondo Monetario Internacional (FMI) que debe reportar sobre la situación económica de cada uno de sus miembros, ha solicitado al gobierno cifras confiables de inflación y PBI, y ha dado plazo perentorio para que se corrijan estos indicadores. Aun así, el crecimiento promedio en el trienio 2014-2017 sería de apenas 2.4%. A manera de ilustración, vale la pena señalar que Argentina se ha convertido en neto importador de trigo y a ha pasado a jugar un rol marginal como exportador de carne. En este contexto, pareciera que las opciones que tiene a su disposición el gobierno argentino, especialmente su Presidenta, son limitadas, sobre todo teniendo en cuenta su aparente intención de volver a ser reelegida. En consecuencia, no se avizora un plan de corrección de los problemas, por lo que es posible que la situación de incertidumbre y tensión económica se mantenga. Es probable entonces que los desequilibrios macroeconómicos se profundicen y genere con el tiempo la necesidad de realizar ajustes más drásticos.