Hace no mucho tiempo cuando viajé a la selva ayacuchana, el valle de VRAE; al pasar por los poblados de Chaca, Tutumbaru y otros que su ubican al margen de la carretara que lleva al valle. vi que muchos estudiantes de aspecto paupérrimo y desnutrido bajo sus brazos llevaban unos cuadernos con orejas y sus sandalias poco nada protegìan sus pies ajados con abundante barro que se les prendía. La misma visión y realidad hallé cuando me adentré a la selva. Los alumnos que estudian en la comunidad de Compañía Alta, en el distrito de Sivia, provincia de Huanta; Tienen por aula una casita de maderos por donde si filtra por las mañanas losagradables rayos solares calentando sus entumecidas piernas que calzan sandalias y zapatillas viejas y por las tardes, por las tardes; les azota el viento y la lluvia por sus ranuras entreaviertas.

Escriben sobre tablones que les sirve de carpeta. Sus asientos son de un madero cruzado sobre otro tronco cortado. La Maestra tan delgada como si hubiese abatido a mano con la muerte y, enseña ella sola a tres secciones. Que decir de la pizarra en la que escribe la profesora: acribillado de golpes, con crrráteres lunares donde la tiza pasa por encima y no deja leer a los niños que hacen esfuerzo por identificar la letra.

Enseñar y aprender a vivir allí, es una pesadilla lo que nunca sabrán aquellos que hablan de educación de calidad y el futuro del Perú