Visto con ojos impugnadores, el Día de San Valentín es calificado de cursi, huachafo, ridículo y hasta estúpido. No celebrarlo es muy ‘nice’ y criticar a los entusiastas de las rosas y los ositos de peluche es la gloria. Pero dejémonos de hipocresías. Sea 14 de febrero o no, ¿quién no ha regalado un ramo de flores como acto del más profundo cariño?, ¿quién no se ha aparecido con una caja de bombones en la puerta de la casa de ese otro que te mueve el piso? El amor existe, y no son solo manchas en el pantalón ni calentura del momento. Si no, que lo digan Herbert y Zelmyra Fisher, considerados el matrimonio más longevo del mundo –twittearon ayer su experiencia– por sus más de 80 años de unión. ¿Si esto no es amor, entonces, qué es?