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Tras el mercado libre que rige el sector eléctrico, en realidad, hay un sistema oligárquico controlado por cinco empresas que en oligopolio se forran en cualquier circunstancia en donde por lo demás su funcionamiento es una farsa y sus beneficios una estafa gigantesca
En la fábula de Jean de La Fontaine, los ratones, para proteger su integridad decidieron neutralizar las acciones del gato Rodilardo colocándole un cascabel a modo de alarma, pero todo se quedó en nada cuando entre los roedores tocó decidir quien de entre ellos se lo ataría al cuello.
Al parecer idéntico debe ser el proceder de la mayoría política cuando toca ponerle el cascabel a las eléctricas para frenar las abusivas subidas de la luz, pues sin su connivencia sería imposible que la factura se hubiera disparado en la última década mas allá del 87%, como viene a confirmar la realidad estadística.
Excedido incremento cuya consecución fue posible al dejar la regulación del estratégico mercado energético en manos de las empresas que conforman el oligopolio eléctrico facilitando que ellas se forren, mientras perjudican a los consumidores y al conjunto del país.
Y todo, a través de trato de favor inducido por la influencia de actuales miembros de sus respectivos consejos de administración que de colarse por la puerta giratoria ostentaron altos cargos políticos en el sector.
Situación preferente por la que logran vender un producto básico e imprescindible, en el marco de un mercado cautivo y condiciones lucrativas para sus intereses, por el influjo casi mafioso ejercido sobre el poder político.
Por escandalosa que parezca, la situación no tiene visos de cambiar, al menos mientras no se produzcan las reformas estructurales necesarias para corregir en profundidad el funcionamiento del sistema eléctrico vigente, siendo que para ello es imprescindible alcanzar un gran consenso social y político; un todo imposible de lograr de mantenerse el estatus actual, donde el lobby energético marca las pautas al Ejecutivo, hasta el extremo que los miembros de su staff directivo entregan al ministerio del ramo los decretos ya elaborados a excepción de la firma del ministro/a titular.
La actividad eléctrica mas que un negocio especulativo debe ser entendido como un servicio público en el marco de un sector estratégico y desde esa percepción ser tratado
No existe posibilidad alguna de orientar los pasos en esa dirección si no se asume como premisa el control público de este sector estratégico, auditando el déficit tarifario y unos costes de transición de dudosa credibilidad, afrontando a la vez, una reforma en profundidad de la fiscalidad impositiva sobre el consumo, el control directo de los representantes políticos sobre los hasta ahora opacos procesos de subasta de energía, al igual que rescatar para la titularidad pública las líneas eléctrica de distribución como única solución en la erradicación de malas prácticas mercantiles que caracterizan la enmarañada dinámica en el sector.
Se hace totalmente inexplicable entender la paradoja que representa la simultaneidad de tener la energía mas cara de Europa, con el hecho de ser el país donde las empresas eléctricas alcanzan los beneficios mas suculentos, resultando mucho mas compleja la interpretación de tal dislate considerando el regalo del déficit de tarifa, esa prima convenida con las eléctrica desconociendo cuánto le cuesta producir su energía. y por tanto sin saber si su importe es justo o no repercutirlo, pero que aún así se aplica con la única finalidad de favorecer al lobby energético aún cuando no hace mas que esclavizar al usuario través de la deuda, que según sus datos equivale a mil euros per cápita en concepto de atrasos del pasado
Quizás, si tenemos presentes la naturaleza de las relaciones de los ex presidentes de los dos partidos que en alternancia ostentaron la Presidencia del país, González y Aznar y la comprometida relación de muchos ex miembros de sus gobiernos con las empresas del sector así como su inclusión en nómina, profundizando en ese vinculo de comprometida relación, lograríamos conocer la verdadera realida del mercado eléctrico, caracterizado por unas subastas excedidas en precio, así como la falta del control y la filantropía institucional del regulador, cuyos lesivos efectos hacen que los consumidores hayan de cargar con los costes de un sistema ineficaz e ineficiente e incluso sufrir los efectos de la pobreza energética.
Las cinco empresas transnacionales que en régimen de oligopolio conforman el sistema eléctrico español, lejos de ser un referente de buena gestión fundamentan sus privilegios en la connivencia que mantienen con el poder político, una relación de amiguismo que mediante opacos subterfugios les reporta incrementos en el recibo de la luz, tan fraudulentos como ilegítimos.
Ante tal tesitura, desde la racionalidad la actividad eléctrica mas que un lucrativo negocio debe ser entendido como un servicio público en el marco de un sector estratégico y desde esa percepción ser tratado, pues en la actual coyuntura queda visto que como oligopolio privado se hará imposible lograr tanto el abaratamiento del servicio como una gestión eficiente de la distribución, cortapisas que al impedir una real y justa recuperación económica igualitaria, no harán mas que prorrogar la discriminación e incrementar a pobreza.
La única solución efectiva es la nacionalización, pues desde que con el pretexto de fomentar la competencia y beneficiar al consumidor con precios más económicos se privatizara, las tarifas no han hecho más que incrementarse, al igual que los beneficios de estas grandes empresas del sector, sin que desde la esfera política se hiciera el mínimo intento para ponerle el cascabel a estas eléctricas