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Autor: Javier Barreda
Más allá que si Aldo Mariátegui es la punta de lanza del pensamiento más conservador de Lima para algunos; o el articulador de una ofensiva anti-Villarán (como dicen en la Municipalidad de Lima) o un liberal provocador y bien informado (como lo refieren muchos de sus lectores), lo cierto es que tenía una alta lectoría y tirios y troyanos, progres y no-progres, los del SI y los del NO, los amigos y sus enemigos de otros medios lo leían; unas veces para sonreír, otras veces para rabiar y no pocas para reflexionar. Ese es el estilo de Aldo Mariátegui.
Lo que ha sucedido con Mariátegui es simplemente lo que ocurre cuando a los dueños de una empresa periodística les incomoda justamente un hombre de prensa, un periodista, un columnista o un investigador. Y les incomoda porque la línea de prensa va en contra de los intereses de la empresa. Es la lógica imparable de los dueños y de todos los que son dueños. Ello siempre ocurre, pero -con el perdón de mis amigos de izquierda- si el afectado hubiese sido un periodista también progre o "luchador valiente" contra el sistema, entonces elevaríamos mil quejas y denunciaríamos hasta en las salas de la Corte de Costa Rica la arbitrariedad y el atentado a la libertad de prensa; y además unos cuantos plantones ante la SIP y vigilias para no perder el sentido y la nota-foto en el facebook.
Pero como la mano empresarial, obviamente por varias presiones adicionales, tritura a Aldo Mariátegui, entonces el silencio y la mofa o simplemente el alivio surgen en las trincheras opuestas. Una paradoja acompaña a nuestra izquierda: curiosamente el nieto más vigente política y mediáticamente del fundador de la que se llamó izquierda nacional es su más severo crítico y ello parece agregar más condimento a la rivalidad. He sido también objeto de muchas de sus notas y creo que en algunos casos su sinceridad o franqueza lo llevaba también a errores o sesgos, no pocos reactivos. ¿Y quién no cae en sus propios demonios?; pero de ahí a celebrar que el director de un periódico, por el contenido de sus columnas o la línea editorial, sea censurado con el despido, me parece mediano o simplemente una olímpica doble moral. ¿Cuándo compartes mis ideas eres un honesto hombre de prensa y luchador de los valores democráticos? y ¿cuándo eres un rival difícil y con estilo polémico e irreverente, entonces, el silencio, la mofa, la sonrisa escondida, el alivio pequeño? Estilos complejos de algunos.
Un amigo me decía lo que pasa es que Mariátegui tiene muchos enemigos. Bueno, lo cierto es que un periodista sin enemigos es como un político sin enemigos; ni son periodistas ni son políticos en serio.