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Por: Jaime De Althaus Fuente: jaimedealthaus
La cultura política nacional siempre ha visto al Estado como un dispensador de beneficios redistributivos más que como un garante de la seguridad y del imperio de la ley. El Estado como el gran redistribuidor, no como el gran ordenador que hace posible que los individuos puedan progresar en libertad. Imagen: sociedadcivilsv
Esto no es sino un indicador de la falta de cultura política nacional, o de su ideologización. Desde Hobbes, la razón de ser primordial del Estado es impedir que el hombre sea lobo del hombre, garantizar el orden, la propiedad y la vida de los ciudadanos. Para eso los individuos renuncian a parte de su soberanía y le entregan el monopolio de la violencia al Estado.
Las demás funciones vinieron por añadidura. Pero en el Perú comenzamos por la añadidura. El resultado fue, a la vez, un mercado poco desarrollado y un Estado legal poco implantado en el territorio pero demasiado implantado sobre la producción formal.
Un Estado que traba la producción formal, no la delincuencia. Prosperaron así la ilegalidad y la informalidad y se dificultó la formación de clases medias formales y ciudadanas. Le quitamos renta a los heroicos formales para redistribuirla a los informales y, en última instancia, a los ladrones y a las mafias. Es un círculo vicioso que solo una muy alta tasa de crecimiento ayuda a romper. Pero ese mismo crecimiento puede ser jaqueado.
El economista Juan Mendoza de la Universidad del Pacífico ha mostrado cómo la asignación al Ministerio de Interior ha venido descendiendo de un 8, 2% del presupuesto del gobierno central en el 2000 a 4, 9% en el 2011 (recién en el 2012 sube algo, a 5, 4%). Es decir, en once años baja casi a la mitad, para priorizar gastos redistributivos. Pero la mejor redistribución es proteger a los pobres, impedir que les roben lo poco que tienen o que estén sometidos a mafias. Permitir que crezcan. El problema, añade Mendoza, no es de cantidad de policías.
Tenemos 323 policías por cada 100 mil habitantes.
Chile tiene solo 187 por 100 mil, apenas algo más de la mitad. El problema es de remuneraciones y capacitación de esos policías, y de organización. Los policías (suboficiales) en el Perú ganan entre la mitad y la cuarta parte –según el grado– de lo que ganan en Chile. Y no solo tienen poca preparación y entrenamiento, sino que son policías a medias, porque trabajan
SIN CONTINUIDAD Experiencias que quedaron truncas
— En la gestión de Oscar Valdés se pasó a dedicación exclusiva los policías de La Libertad, Lambayeque y Piura, Callao y Comas. Según la Encuesta Urbana de Victimización 2012 de Ciudad Nuestra, hubo resultados positivos en Piura, Callao y Comas. No se continuó ni expandió el 2013.
CARENCIAS La triste situación de las comisarías
— Según el Primer Censo Nacional de Comisarías 2012, el 40, 7% de ellas no posee una computadora operativa, el 70, 1% no tiene conexión adecuada a internet, el 61, 2% no tiene acceso a Reniec, el 45, 53% no tienen acceso a requisitorias policiales.
Un día sí y otro no. El otro lo dedican a trabajar para una empresa privada o para una mafia. Así no se puede. ¿Por qué se abandonó el programa de ir pasando a los policías a dedicación exclusiva? Era costoso, sí, pero de eso estamos hablando: hay que aumentar el gasto en seguridad. Y, por supuesto, darle gerencia a la policía que, como sentencia el editorial de ayer, es un desastre. Para eso lo mejor es concesionar a una empresa privada lo relativo a adquisiciones, mantenimiento, logística, etc., para que los policías puedan concentrarse en combatir el delito de manera eficiente, en lugar de dedicarse a perpetrarlo, también de manera eficiente, en el manejo administrativo.