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Autor: Eugenio D´Medina
Fuente: Diario Correo
La negación del Inpe a la solicitud del expresidente Fujimori para conceder una entrevista a los medios, ha sido desacertada. Es habitual ver en cualquier programa de televisión a reos cumpliendo condena y no solamente declarando sino a veces hasta desplegando su arte o participando en desfiles de modas. ¿No tiene ese mismo derecho un expresidente?
Pero tal solicitud, más allá de la negativa oficial, sólo puede ser interpretada de una forma: el expresidente considera que sus interlocutores lo están defendiendo mal. Ya considera que no es momento de seguir delegando, sino de encargarse personalmente. ¿Por qué? Por los desaciertos del propio fujimorismo respecto de este tema.
No es sólo la presentación de un diagrama de la prisión, la exposición de un mensaje en un cuadro, las fotos íntimas de un enfermo o el pedido expreso de familiares planteando que el tema les compete solamente a los parientes. Esto errores han cobrado su precio.
Lo peor ha sido que el fujimorismo ha terminado por dar la razón a sus enemigos políticos al hacer de la liberación de Fujimori casi su único tema relevante de lucha política. Siendo la bancada más cohesionada de todas las que actualmente tienen representación en el Congreso, no ha articulado una agenda política consistente para convertirse en la fuerza de oposición por antonomasia. Y esto porque, más allá de algunos esfuerzos aislados de ciertos congresistas, la mayoría de miembros de la bancada sólo "calientan banca".
Esta débil presencia y la focalización monotemática en el tema del indulto, debilita a una agrupación que no quiere dar el salto cualitativo de convertirse en el canalizador del espacio de una derecha popular, capaz de confrontarse con su enemigo natural: la izquierda local. Desiste de formar cuadros jóvenes, de promover nuevos liderazgos y abrir el espacio a nuevos sectores alrededor de temas mayores, como la defensa de la Constitución de 1993, las reformas de los 90 y el modelo de desarrollo actual, en vez de centrarse en la liberación de una persona.
De no aprovechar el espacio abierto por el gobierno del líder, sus seguidores no cuajarán un partido. Pareciera que no quieren, pudiendo serlo. De no hacerlo, entregarán ese espacio a Alan García. Para avanzar, debe romperse el blindaje alrededor de la candidata natural que han montado quienes prefieren un fujimorismo que se comporte como una empresa familiar y no como un partido político de accionariado difundido.