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El Holocausto Shoá

11/05/2014 18:40 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

El Holocausto, también conocido como Shoah o Shoá (en hebreo, ?????; en Yiddish, ????????? Halokaust, o más precisamente ????? Jurbán), es el nombre que se aplica a la persecución y genocidio de los judíos, y de algunos otros grupos minoritarios de Europa y norte de África, llevado a cabo por la Alemania nacionalsocialista (nazi) durante la Segunda Guerra Mundial mediante el asesinato sistemático e industrializado. image

Según el criterio más o menos restringido que se adopte para definir el Holocausto, la cifra de víctimas varía. Algunos historiadores lo circunscriben a lo sucedido entre los judíos y el Tercer Reich (unos 5, 8 millones de víctimas). Otros estudiosos consideran que debe aplicarse también a las víctimas polacas, y a otros pueblos eslavos y gitanos. Un tercer grupo amplía el término para que abarque también a los homosexuales, los disminuidos físicos y mentales y los Testigos de Jehová, de modo que se estiman en 11 o 12 millones las víctimas del Holocausto, de las cuales la mitad eran judíos.

El Holocausto cambió las bases para la continuidad de la vida en la historia. Representa una ruptura irreversible en la cual se ve tocado todo aquello que tiene rostro humano. La llamada "solución final" al problema judío es resistente a cualquier perspectiva redentoria de la humanidad, y es una herida que amenaza con permanecer abierta. Cuando alguien dice la palabra "Auschwitz", un vacío se genera en la mente. Ese vacío es la piedra fundacional de la imposibilidad de representar.

Etimología y uso del término El término holocausto significa literalmente «todo quemado» o «incendio total»; deriva del griego á½Î»Î¿ÎºÎ±Ïτωμα (holokáutoma), palabra compuesta de ὅλος (hólos) «todo» y de καῦσις (káusis) «acción de quemar». Este término era usado tradicionalmente para referirse a los rituales del mundo antiguo en los que se quemaba un animal como ofrenda a un dios. El sacrificio del animal era ofrecido a la divinidad para conseguir el perdón por acciones cometidas por el grupo. Así, el término holocausto aplicado al asesinato de los judíos a manos de los nazis implicaría que la matanza de los judíos era una ofrenda a la divinidad, por medio de la cual los matarifes "lavarían" sus pecados. Por esta razón, y algunas otras, actualmente se suele considerar este término como inapropiado e inaceptable. En este sentido, un número creciente de personas, especialmente en el ámbito judío, prefieren utilizar el término en lengua hebrea ???? (shoá), que significa «catástrofe» porque no tiene las connotaciones religiosas de holocausto, considerando que es inapropiado asimilar el asesinato masivo de los judíos a los sacrificios rituales ofrecidos a la divinidad.

Shoá describe un fenómeno natural, una gran calamidad o cataclismo, sin ningún calificativo valorativo ni explicativo. Es un desastre. La palabra hebrea le proporciona el sentido de que esto les ha sucedido a los judíos, el único pueblo designado para ser destruido en su totalidad por el nazismo. Una última consideración es que aún la palabra shoá no alcanza a describir el fenómeno porque se trata de un término aplicado en general a acontecimientos de la naturaleza (inundaciones, terremotos, maremotos), no a algo ideado y ejecutado por seres humanos. El uso moderno de Holocausto aplicado al trato que los nazis dieron a los judíos aparece ya definido en 1942, en lengua inglesa en el Diccionario Oxford, aunque no se generalizó hasta la década de 1950. El término genocidio fue también acuñado durante el Holocausto por el judío polaco Raphael Lemkin.

Uso Una segunda cuestión debatida, y sobre la que no existe acuerdo entre los estudiosos, es si reservar el uso del término Holocausto sólo a las víctimas judías o bien incluir a todos los grupos que fueron objeto sistemático de la persecución nazi, o solamente a algunos de ellos. Algunos historiadores sostienen que no debería aplicarse exclusivamente al tratamiento que sufrieron los judíos por parte del Tercer Reich, sino también a los horrores que sufrieron a manos de los nazis los polacos, otros pueblos eslavos y los gitanos. Otros autores ampliaron el término asimismo al tratamiento que sufrieron discapacitados, homosexuales y Testigos de Jehová. Algunos aplican el término holocausto de forma genérica a asesinatos y matanzas en masa no cometidas por los nazis, haciéndolo sinónimo de genocidio.

Por el lado opuesto, varios historiadores señalan el carácter único, «singular», del genocidio judío, por lo que prefieren reservar el uso del término Holocausto al exterminio nazi de la población judía.

Aunque la «singularidad» del Holocausto sigue siendo objeto de disputas, es bien conocido que otros grupos raciales o religiosos fueron objeto de persecución nazi, aunque está aún por determinar hasta qué punto fueron también víctimas de una persecución tan enconada como la sufrida por el pueblo judío. Este artículo utiliza la definición amplia de Holocausto, que incluye a todos los grupos objeto de persecución sistemática, pero lo circunscribe sólo a la que tuvo lugar por parte del Tercer Reich, reservando el término genocidio para los crímenes sucedidos en otro tiempo o lugar. Holocausto deberá escribirse por tanto en mayúscula, pues se refiere a un acontecimiento histórico concreto.

Características del Holocausto Se calcula que murieron víctimas de este exterminio 6 millones de judíos, aparte de unos 800.000 gitanos, 4 millones de prisioneros de guerra soviéticos o víctimas de la ocupación (fueron también objeto de exterminio sistemático), polacos e individuos calificados de asociales de varias nacionalidades (presos políticos, homosexuales, discapacitados físicos o psíquicos, delincuentes comunes, etc.). La exactitud de las cifras de muertos es dudosa, pero las aproximaciones oficiales son las siguientes: polacos judíos (15, 56 %) y no judíos (13, 78 %), alemanes judíos (13, 33 %), eslavos ( 26, 66 %), prisioneros de guerra soviéticos (17, 78 %), gitanos ( 3, 56 %), y alemanes «arios» opositores políticos (generalmente personas con ideas de *izquierda y librepensadores) (6, 67 %), discapacitados (1, 34 %) y homosexuales (1, 12 %)

La eliminación física de los judíos se realizó de forma sistemática, meticulosa y efectiva conforme a una estrategia bien elaborada que a veces se califica de "industrial". Ello no quiere decir, necesariamente, que el Holocausto tuviera un plan definido desde el principio: precisamente este es uno de los puntos que divide a los estudiosos, entre intencionalistas y funcionalistas: Los intencionalistas consideran que existió un plan calculado minuciosamente de antemano, destinado desde el principio a dar muerte a todos los judíos que estuviesen en la órbita del Tercer Reich. El plan habría sido esbozado por Hitler desde muchos años antes, y ejecutado en sus diferentes etapas por funcionarios y soldados sumisos al líder una vez obtenido el poder. Algunos historiadores hacen mención a comentarios en privado que hizo Hitler antes incluso de publicar Mein Kampf que podrían sugerir la matanza masiva de judíos. Públicamente, la única declaración al respecto del partido nazi se encuentra en el programa del partido, adoptado en febrero de 1920: allí se reclamaban leyes antijudías, que les anulara la ciudadanía, y les impidiera votar o inmigrar, y expulsara a los judíos llegados con posterioridad a 1914 y se comprometía a castigar con pena de muerte a "usureros y especuladores" y los que comentan "delitos fundamentales contra el Pueblo". image

Los funcionalistas sostienen, por el contrario, que cuando el partido nazi llegó al poder ninguno de los dirigentes del Tercer Reich tenían una idea clara de cómo actuar con respecto a los judíos. En su opinión, la idea de la liquidación en masa se fue desarrollando sobre la marcha. Los historiadores que defienden esta postura suelen presentar el asesinato en masa como un proceso de "radicalización acumulativa", a partir de iniciativas individuales de funcionarios del partido, del gobierno y del ejército y en las que Hitler tuvo poca intervención directa, limitándose a trazar las líneas generales sobre el "peligro" que representaban los judíos, pero sin decirles qué hacer para afrontarlo. Eso habría dado lugar a distintas estrategias, a veces incoherentes entre sí, antes de que desembocaran en el exterminio.

En términos generales, la estructura del Holocausto fue la siguiente:

Primero, se creó el concepto de judío de acuerdo a unos criterios muy distintos de los utilizados hasta entonces. Una parte de la población europea quedó así marcada como enemiga según el ideario nazi. En segundo lugar, se procedió a desposeer a los ciudadanos marcados de sus derechos de ciudadanía y sus bienes, separándolos así virtualmente del resto de la sociedad. En tercer lugar, se emprendió la separación física de los judíos, con su concentración en guetos o su deportación a otros territorios. El cuarto paso era solucionar definitivamente el problema judío: se pensó inicialmente en su deportación fuera de Europa y después se optó por su asesinato masivo, fundamentalmente por dos medios: ejecución por unidades militares creadas a tal efecto (en la Unión Soviética ocupada, sobre todo) o ejecución en campos de exterminio también creados al efecto (en el caso de los restantes judíos europeos).

La definición de judío para el nazismo

El Partido Nazi, que tomó el poder en Alemania en 1933, tenía entre sus bases ideológicas la del antisemitismo, profesado por una parte del movimiento nacionalista alemán desde mediados del siglo XIX. El antisemitismo moderno se diferenciaba del odio clásico hacia los judíos en que no tenía una base religiosa, sino presuntamente racial. Los nacionalistas alemanes, y a pesar de que recuperaron bastantes aspectos del discurso judeófobo tradicional, particularmente del de Lutero, consideraban que ser judío era una condición innata, racial, que no desaparecía por mucho que uno intentara asimilarse en la sociedad cristiana. En palabras de Hannah Arendt, se cambió el concepto de judaísmo por el de judeidad. Por otro lado, el nacionalismo suponía el Estado nación, es decir, la homogeneidad cultural y lingüística de su población. Los judíos, considerados como personas pertenecientes a otra raza, inferior por lo demás, y por tanto inasimilables a la cultura nacional, sólo podían ser separados del cuerpo social. Frente a la raza judía, extraña a la nación, colocaban los nazis a la raza aria, que era la que constituía la nación alemana y estaba llamada a dominar Europa.

El primer problema era determinar quién era judío. Los nacionalistas alemanes no habían logrado establecer una línea divisoria clara entre judíos y no judíos; había en Alemania numerosas personas descendientes de judíos conversos que no tenían ya ninguna relación con la cultura judía, así como numerosas familias mixtas y sus descendientes. En este sentido, la primera preocupación de los nazis fue crear un criterio en el que basar la posterior segregación. Las primeras leyes dirigidas contra los judíos no incorporaban todavía una definición del ser judío y se hablaba en general de "no arios". La definición finalmente adoptada fue la siguiente: judío era quien tuviera al menos tres abuelos judíos, fuera cual fuera la religión de la persona interesada. Quienes tuvieran dos o un sólo abuelo judío eran Mischlinge, es decir, medio judíos. Los primeros, con dos abuelos judíos, eran "Mischlinge de segundo grado" y podían ser reclasificados como judíos en función de complejas consideraciones (su religión o la de su cónyuge, por ejemplo). Podían también ser "liberados" de su condición y convertirse en arios en pago a los servicios prestados al régimen, o podían seguir siendo Mischlinge, con lo que estaban sometidos a ciertas restricciones en tanto que "no arios", pero no a las persecuciones dirigidas contra los judíos. Los Mischlinge de primer grado eran los que tenían un único abuelo judío y en general eran tratados como arios plenos. Los Michlinge de uno u otro grado abundaban en Alemania y a menudo lograban ocultar su condición. El dirigente de las SS Reinhard Heydrich, El Carnicero de Praga, era Mischling de segundo grado, dato que fue ocultado celosamente por sus superiores nazis.

Genocidio Dos elementos distinguen al Holocausto de otros casos de genocidio o asesinatos masivos.

El primer elemento es la ideología nazi, la cual es fervientemente nacionalista, aunque de corte político centralizado con un componente mítico añadido, que divide al mundo en cuatro categorías:

la raza aria, superior al resto de las razas y destinada a dominar el mundo (y los arios que no estuvieran de acuerdo deberían ser eliminados); el resto de las razas, consideradas inferiores y destinadas a ser dominadas (y aquellos de esas razas que se resistieran deberían ser eliminados); los «impuros» (gitanos, homosexuales, enfermos, discapacitados, dementes, etc.), que estaban destinados a ser exterminados; los judíos, considerados la antítesis de la raza aria y encarnación del mal, destinados a la exterminación masiva y sistemática. El discurso y la estructura ideológica nazi están cargados de significación religiosa y mitológica.

El segundo elemento es la sistematización de los procesos de asesinatos masivos, los cuales comenzaron con la concentración de la población judía en guetos y posteriormente en campos de concentración y culminó con la implantación de la llamada «solución final al problema judío», que consistió en el asesinato masivo y sistemático de la población judía.

El principal elemento de dicha «solución» fueron los campos de exterminio, los cuales funcionaban como auténticas fábricas de muerte, cuya materia prima era la población a ser exterminada.

Durante el Holocausto, unos seis millones de judíos (alrededor de un tercio de la población judía mundial de la época) fueron exterminados. En algunos casos desaparecieron comunidades enteras, entre ellas la floreciente comunidad judía de Polonia (de más de tres millones de miembros) y la comunidad sefardí de Salónica (en Grecia).

El número exacto de personas asesinadas durante el régimen nazi no se ha podido determinar, aunque se consideran fiables los siguientes números:

5.600.000 a 6.100.000 de judíos, de los que entre el 49 y el 63 % eran polacos, 3.500.000 a 6.000.000 de civiles eslavos, 2.500.000 a 4.000.000 de prisioneros de guerra soviéticos, 2.500.000 a 3.500.000 de polacos no judíos, 1.000.000 a 1.500.000 de disidentes políticos, 200.000 a 800.000 gitanos, 200.000 a 300.000 discapacitados, 10.000 a 250.000 homosexuales, En total las víctimas suman una cifra de 20.000.000 (veinte millones de personas).

El Holocausto dio el empuje final a la creación del estado de Israel, ubicado sobre parte del territorio del Mandato Británico de Palestina, que acogió a los judíos supervivientes del exterminio.

Fuente: cf


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