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El Miedo

01/03/2022 03:53 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

En cierto modo la auscultación del zeitgeist de Havas parece razonable; es facilmente detectable. Lo más notable es el sólo hecho de asumir que nuestro mundo vive en o está entrando en un estado de miedo colectivo.

Havas, la agencia de publicidad y relaciones públicas francesa, recientemente ha dado a conocer su reporte anual de las tendencias que se observan en el mundo en 2016.

 

Compañías como Havas no sólo se precian de poder anticiparse a las nuevas manifestaciones culturales en la tecnología, los medios y la sociedad, son también en cierta forma actores importantes que marcan estas tendencias al manejar las cuentas de importantes marcas, empresas y  ejecutar sus comunicaciones. En un mundo donde la publicidad lleva la vanguardia cultural e incluso artística (para detrimento de la cultura y el arte), agencias como Havas tienen enorme influencia en la psique colectiva. 

 

 

Según la CEO de Havas, Marian Salzman, en su presentación anual nos dirigimos hacia una "senda de la angustia", esto puede anticiparse en diferentes factores de estrés general, como el cambio climático, el temor del terrorismo y el miedo como denominador político en las campañas presidenciales de 2016 en Estados Unidos, a lo que se añade el miedo global a la inmigración, la privacidad en las comunicaciones y la infraestructura de espionaje, la forma en la que nos hemos vuelto adictos a la tecnología, la sobreprotección parental a los niños e incluso nuestra obsesión por la comida orgánica. En el informe se lee:

 

Échenle la culpa al 11-S, a la crisis financiera, a los medios, al ritmo frenético de la vida o al declive de la moral, o quizás culpen a la cultura de la meaculpa que siempre está buscando errores, fallas, chivos expiatorios. Combinaciones de todo esto se combinan  para el sobreübertrend del año: una sensación de intranquilidad se adueña de la mayor parte de la vida, un sentimiento persistente de que las cosas no están como deberían estar, que hay amenazas latentes ahí fuera, y que las personas necesitan tomar decisones y hacer algo. Estamos constantemente inmersos en una lucha entre quedarnos o abandonar el barco. Alarmas emocionales están constantemente  sonando y estamos respondiendo con múltiples maneras sistemas para silenciar el ruido.

 

En cierto modo la auscultación del zeitgeist de Havas parece razonable; no se tiene que ser demasiado perceptivo para detectar esto. Lo más notable es quizás el sólo hecho de asumir que nuestro mundo vive en o está entrando en un estado de miedo colectivo. Por una parte sabemos que psicológicamente el primer paso para superar esa condición  es descubrir que existe y aceptarla; por otro lado, en este mundo de los influenciadores, programación mediática predictiva y profecías autocumplidas (en el mercado de la especulación psicofinanciera), llama la atención que establezcamos una configuración inicial tan desestabilizadora. Claro que no es culpa de Havas (está haciendo su trabajo). Pero valdría preguntarnos: ¿¿cómo de real es el miedo que los medios, los gobiernos y nuestra propia sociedad promueven y es tan inteligente  la transmisión de esta sensación de malestar e intranquilidad generalizada y, en todo caso, ¿ a quién beneficia? En muchos sentidos es tan real como  nos la creamos nosostros mismos y conviene a los gobiernos y al sistema financiero del hiperconsumo que se sirve de la inseguridad de los ciudadanos para seguir vendiendo productos, seguir creciendo y obtener el famoso voto del miedo.

¿Qué hacer ante toda este volumen de informacion e incluso propaganda del miedo, el estrés y la ansiedad que produce el mundo?

 

Screen shot 2015-12-30 at 9.53.46 AM

 

La segunda tendencia que detecta Havas en su top 10 es "la adicción a la tecnología", la cual parece estar ligada claramente a la ansiedad generalizada que observan despuntando globalmente. La tecnología, podríamos decir, es la forma en la que el miedo y la cultura del pánico se transmiten al mundo y se vuelven globales. Vemos hoy por ejemplo que lo que sucedió con la oleada de terrorismo en Francia, sobre todo en París coloca en un umbral de psicosis a personas que viven a miles de kilómetros de distancia, pero que de alguna manera comparten la misma esfera mediática. Un reciente ejemplo de esto, un tanto cómico e hiperbólico, ocurrió con el caso de una mujer en Wisconsin que hace un par días llamó a la policía para denunciar gritos de éxtasis en los que creyó escuchar "Alá es bueno, Mahoma es grande". Vivimos en un mundo en el que los gritos de amor son confundidos con gritos de terror.

 

En realidad el problema de la adicción a la tecnología no sólo yace en el contenido de los mensajes --en un revisionismo de la política del terror estilo Fox News-- Quizás deberíamos de volver a hacer tendencia a McLuhan y recordar cómo los ambientes electrónicos en los que nos incrustamos no sólo amplifican nuestros sentidos y nuestra forma de pensar, también los amputan. Una de las formas principales en las que la tecnología está alterando nuestra psique es sometiéndonos a un incesante flujo de datos simultáneos que requieren de nuestra concentración pero sólo en pequeños lapsos fragmentarios de tiempo. Es decir, estamos en perenne multitasking, realizando pequeñas tareas que nos motivan con el encanto y el asco de plataformas "inteligentes". Havas atina a preguntarse: "¿están los niños --y nosotros también-- pasando demasiado tiempo con la tecnología, el ordenador, la tableta?... ¿qué efectos está teniendo en nuestros cerebros y cuerpos? Tal vez no lo sabremos hasta que pasen algunos años y entonces puede que sea demasiado tarde".

 

Si nuestra mente está ansiosa e intranquila al vivir en un ciclo de recompensa de dopamina ante constantes bits/estímulos que dividen nuestra atención (que es lo que ocurre cuando entramos a ver las fotos de nuestros amigos y luego contestamos un email y luego buscamos un link en nuestro feed de Facebook o jugamos un videojuego), entonces es imposible que razonemos de manera efectiva y podamos entender con lucidez lo que sucede en el mundo. En otras palabras, así somos presa fácil de la cultura del pánico y de la desinformación, somos más fáciles de influir y en cierta forma programar, de la misma manera que cuando estamos cansados somos víctimas más fácilmente del furia o del odio, perdemos más fácilmente el control. Así este miedo generalizado que ya observa Havas, más que una realidad sociopolítica o algo que obedezca a una amenaza real, es un estado mental de estrés que se esparce por el cuerpo colectivo de la humanidad y que no se solucionará ni con la "paz en el Medio Oriente, ni el fin de los bombardeos en Siria".  

 

¿Qué hacer ante toda este volumen de informacion e incluso propaganda del miedo, el estrés y la ansiedad que produce el mundo? Para algunos lo siguiente podría parecer una forma de negación o un subterfugio con tintes nueva cultura o apatía ciudadana, pero lo que parece es que sigue siendo cierto: el miedo que vemos en el mundo tiene como principal causa no una realidad objetiva sino sobre todo la expresión de un estado interno --aunque ciertamente exista una relación de interdependencia entre lo que vemos fuera y lo que sentimos dentro. Este miedo global es el resultado del apilamiento de los miedos individuales. Refleja la incapacidad fundamental de lidiar internamente con los sucesos que ocurren en nuestra vida y establecer hábitos que contribuyan a la relajación. La historia occidental es la historia de la tensión. Sería prudente empezar a aprender a controlar esa tensión, a poder aprender a estar quietos y tranquilos sin recurrir a nuestros aparatos a la primera de cambios. Ya lo decía Pascal hace más de 350 años: "Todos los problemas de la humanidad provienen de la inhabilidad del hombre de sentarse solo sin hacer nada sentado en una habitación”. Debemos crear una cultura de la relajación y del autoconocimiento. Una tendencia que ojalá se genere en próximos años podría ir en el sentido de esta investigación que mostró que la meditación es efectiva para combatir el terrorismo (y no tienen que crear los propios terroristas, sino meditar las personas a su alrededor). Y por último, saber que hay dos formas fundamentales para terminar con la tensión: la risa y las lagrimas, riámonos de nuestra patética situación (no de la de los demás), de lo ridículo que es que el miedo sea el factor predominante en nuestro mundo y dejemos de comprar este terrorífico y ubicuo subproducto del miedo.

 


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