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Esto debe llamarnos a la reflexión a los ecuatorianos. El discurso de odio acaba con la democracia, polariza a la sociedad en dos bandos y desaparece las tendencias más saludables de la ideología, para sustituirlas por lo peor de la política
Keiko Fujimori recuerda lo más oscuro de su padre. Populismo, autoritarismo y odio. A muchos también recuerda la obra modernizadora expresada en carreteras, escuelas, centros de salud y ampliación de los servicios. Todo a un elevado costo para la democracia.
Keiko se convirtió en política al asumir el cargo de primera dama, tras el divorcio de sus padres en 1994, cargo que ocupó hasta el 2000. En el año 2006 se convirtió en congresista y líder de la bancada fujimorista. En la elección presidencial del Perú de 2011 perdió la segunda vuelta a apenas 4 puntos de distancia porcentual o menos de 500 mil votos de su contrincante, el actual presidente saliente Ollanta Humala. Keiko obtuvo 7 millones y medio de votos que corresponden al 48.5% del electorado y 37 de 130 escaños en el Congreso peruano.
Mientas fue legisladora su trabajo consistió en defender la propuesta de control de la criminalidad consistente en ampliar y endurecer las penas, en eliminar los estímulos a los reclusos por buena conducta y en extender la pena de muerte a otros crímenes.
De tendencia conservadora y tradicionalista, el fujimorismo siempre ha respondido a una ideología de derecha radical. El partido Fuerza Popular, que es la plataforma política que llevó a la segunda vuelta a la candidata Fujimori, es una mutación que inició con Cambio 90 en 1989 y que solamente ha ido alternando nombres. Durante todo este tiempo también ha endurecido su propuesta. Mientras en la década del noventa el fujimorismo se presentaba como una ideología socialcristiana hoy aparece en la escena política con una propuesta revanchista, intolerante y agresiva.
Keiko Fujimori recuerda lo más oscuro de su padre. Populismo, autoritarismo y odio
La experiencia peruana demostraría que los pueblos de la región estamos lejos de superar los populismos más violentos. En su manifestación de derecha, el populismo peruano regresa con más fuerza a conseguir la añorada venganza, postergada durante toda esta década y media de ausencia del gran ícono del autoritarismo andino: el chino Fujimori.
De nada ha servido el llamado a reconciliación de Keiko después de que se divulgaran los actuales resultados electorales. La estrategia de los fujimoristas será la radicalización, la polarización y el agravio. Alberto Fujimori aplastó a sangre y fuego la guerrilla de Sendero Luminoso, pero también acabó con la izquierda peruana.
Esto debe llamarnos a la reflexión a los ecuatorianos. El discurso de odio acaba con la democracia, polariza a la sociedad en dos bandos y desaparece las tendencias más saludables de la ideología, para sustituirlas por lo peor de la política.
El odio correista empuja precisamente en esa dirección, a crear un nuevo monstruo populista, esta vez con un discurso derecha.