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La culpa es un sentimiento que condiciona nuestra conducta, vicia nuestras emociones, restringe nuestra libertad y dificulta nuestra felicidad y bienestar personales
La fórmula manipuladora de "si tú me quisieras..." es una de las maneras más eficaces de redirigir emocionalmente a la persona que nos ama. También la utilizamos como mecanismo de castigo, consiguiendo así que la otra persona actúe como queremos, pero esto supone pasar por encima de su libertad.
La mayoría de las veces acudimos a nuestro bagaje emocional, nuestra mochila afectiva, para hacer pagar a quien nos ama por las veces en las que fuimos injustamente tratados nosotros. También podemos ser víctimas de este trato por nuestra pareja. En cualquier caso, es buena idea reconocer nuestros límites personales, recurrir a nuestros valores y resolver las situaciones con asertividad, en lugar de hacerlo usando las relaciones de poder en las que siempre gana quien hace sentir más culpable al otro.
Si hay un sentimiento corrosivo de verdad en el amor es la culpa. Siempre que culpamos a nuestra pareja, estamos generando un auténtico hundimiento de la confianza y el entendimiento. Cuando por circunstancias haya que expresar nuestro malestar hacia nuestra pareja, deberíamos hacerlo como una expresión de necesidades, nunca como un juicio de valor, y mucho menos negativo, acerca de su conducta. Por ejemplo, en lugar de decir "nunca eres...", lo podemos cambiar por "me gustaría que...".
Por más empeño que pongamos en no dañar a nuestra media naranja, a veces ocurre que, una tontería, un desprecio, menospreciar su entrega, no valorar su esfuerzo, o la nociva desconfianza, son actitudes frecuentes para las que no tenemos una explicación. Y es que cualquier pareja, por mucho que se quieran, puede enredarse en complicadas emociones que siempre acaban dañando al otro. Por eso, una vez que el daño está hecho, lo primero que hay que hacer es reconocer el error y buscar la posibilidad de reparar el daño. Lógicamente esto dependerá tanto de la capacidad de cada uno para manejar el sentimiento de culpa, como de la posibilidad del perdón que ofrezcamos.
El peso de la culpa es mayor en función de la gravedad del error que hayamos cometido, con lo que este sentimiento puede traer consecuencias graves si no somos capaces de reparar esa falta que hemos cometido. Pero para ello hay que conocerla, claro está. A veces no sabemos de qué se nos acusa.
Si hay un sentimiento corrosivo de verdad en el amor es la culpa
El sentimiento de culpa puede desgastar cualquier relación. Para hacer frente a cualquier desacierto que hayamos cometido debemos solucionarlo y zanjarlo cuanto antes. Y lo primero que debemos buscar es una comunicación sincera y natural, verdadera, donde ambos expresen realmente cómo se sienten y cómo les ha afectado el problema. Por descontado, antes debemos soltar toda la rabia, el odio, la tristeza y todo lo que se sienta por dentro.
Después debe llegar el perdón por ambas partes. Quien ha sido víctima, debe escuchar las razones que le han llevado al otro a cometer el error y, en caso de entenderlo, olvidar lo sucedido y pasar página. Pero este perdón debe ser limpio y veraz, sin dejar resentimientos guardados, sin usarlo después como excusa de chantaje emocional.
Por último, quien ha cometido el error, si ve que ha sido perdonado, también debe perdonarse a sí mismo para que ambos puedan estar de nuevo al mismo nivel y seguir adelante con la relación, sin rencores y empezando de cero.
Por que a fin de cuentas el amor es el valor más importante de que dispone el ser humano. Decía Mahatma Gandhi que "donde hay amor hay vida". Esta es sin duda una de las definiciones más hermosas y auténticas sobre esta capacidad maravillosa. El amor nos sitúa en el mundo.