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Por: Dante Bobadilla Ramírez Fuente: Voz Liberal del Perú
El congresista Daniel Abugattás, quien nunca ha tenido una buena idea, acaba de sugerir la urgente creación del Ministerio del Deporte. Hace un par de días el mismo presidente Ollanta Humala anunció su intención de crear un Ministerio de Ciencia y Tecnología. Aunque el nombrecito no basta para adivinar qué es lo que hará concretamente semejante ministerio. Luego, en su último artículo el educador León Trahtemberg apoyó la idea presidencial pero también planteó la creación del Ministerio del Niño. Además andan por allí otras propuestas, como el Ministerio de la Juventud de PPK, el de los pueblos indígenas y quién sabe qué más puede caber en la cabeza de nuestros políticos. Todo esto debe ponernos a meditar y colocarnos en guardia.
La creación de ministerios es una especie de obsesión para ciertos políticos de pensamiento elemental que se dejan llevar por el facilismo de las fórmulas mágicas. De hecho, la idea de un ministerio -o en términos generales un organismo público- resulta una especie de panacea para el pensamiento mágico-político, junto con alguna infaltable ley que todo lo soluciona desde su maravilloso articulado. Esta forma de proceder y de pensar se está volviendo una tendencia peligrosa en el Perú. Adonde nos conduce es a un Estado gigantesco, más burocratizado, más regulador y más gastador. El final es lógico y previsible: la población vivirá pagando impuestos solo para mantener a toda esa costra burocrática cada vez más ineficiente y corrupta, y un Estado convertido en una especie de agujero negro que succiona todo lo que el país produce y más. Esto ya lo hemos vivido en el velascato y lo vemos hoy en Venezuela con sus ridículos 32 ministerios "del poder popular", que parecen no ser suficientes para manejar un país que vive de la explotación de petroleo.
Debemos detener esta tendencia. Apenas entró al poder, el presidente Ollanta Humala creó el rimbombante Ministerio de Inclusión Social, el cual se sumó a las recientemente creadas por la administración de Alan García, los pomposos Ministerio del Ambiente y Ministerio de Cultura. Si se crea el nuevo adefesio ministerial de Ciencia y Tecnología en un país que ni siquiera tiene educación primaria de calidad, llegaríamos a la cifra récord de 20 ministerios. ¿Vale la pena? El curioso argumento del congresista Abugattás para crear un Ministerio del Deporte es "el MINEDU no está haciendo nada por el deporte". Curioso porque el deporte es parte de la educación, aunque en este país de locos le quitaron lo que era "educación física" o sea deporte. Pero la lógica de Abugattás es por demás contradictoria y se resume así: la burocracia no está funcionando bien, entonces hagamos más burocracia. En el caso del presidente Humala hay una lógica similar: no tenemos ciencia, entonces ¡hagamos un ministerio! Esto calza muy bien con la lógica de Nicolás Maduro quien propone más burocracia para arreglar el desmadre que ha provocado su aparatoso Estado ineficiente y corrupto.
Hay que advertir que más burocracia no implica mayor eficiencia. Todo lo contrario, a más burocracia más trámites. Toda burocracia busca qué regular y qué poner bajo su tutela y control solo para hacer gala de su poder y darle sentido a su existencia. Estos organismos suelen justificar su anodina existencia saliendo a hacer sus famosas "campañas". Es entonces cuando vemos a la ministra de trabajo visitando personalmente las obras de construcción para verificar las condiciones de trabajo, o a la ministra de la mujer acudiendo a alguna ceremonia a favor de algo o regalando cosas a la población, o a la jefa de la inútil SUTRAN inspeccionando buses en la terminal. Quizá el Ministerio de la Mujer refleja mejor que nada esa estúpida candidez política por inventar mamarrachos burocráticos que no sirve para nada, salvo como adornos y gestos políticos electoreros.
Son falsas todas las ideas en que los abogados suelen sustentar la creación de los organismos públicos empleando siempre los mismos trillados verbos: promover, difundir, fortalecer, incentivar, coordinar, etc. Son los mismos argumentos que se utilizan para crear cualquier nueva entidad. Es un eterno copy and paste. En estos dos últimos años la creación de los ministerios de Cultura y del Ambiente significaron retardar más de un año todos los proyectos de inversión. Alan García dejó esos dos paquidermos ministeriales como bombas de tiempo para luego salir con el mayor cinismo a reclamarle a Ollanta por la lentitud en la aprobación de los proyectos. Se olvida que más burocracia implica más trámites.
Los ministerios deben obedecer a la dinámica real del país y no a las fantasías ni a los deseos de los políticos. Deben responder a las actividades que existen en los hechos y que hace falta coordinar desde el gobierno para mejorar su eficiencia. No se crean ministerios para generar cosas que no existen en mayor grado en la sociedad como el deporte, la cultura o la ciencia. Tampoco deben crearse como poses electorales, gestos de buena voluntad, adornos del gobierno, simples etiquetas que simbolizan un interés por algo como la mujer o el medio ambiente. Un ministerio no es un templo de los deseos. Debe nacer por la fuerza de una necesidad real fundada en una actividad existente. Los ministerios no sirven para generar algo que no existe. Hay que detener esta tendencia absurda.