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España encabeza la lista de países europeos con más paridad entre mujeres y hombres que se dedican a la ciencia y la ingeniería. De hecho, supera la media de la Unión Europea (UE) y constata que, aunque todavía queda mucho por hacer, las mujeres han conseguido hacerse un hueco en el sector en los últimos años.
De los más de 15 millones de científicos e ingenieros que hay en España, el 49, 3% son mujeres. Seis millones de mujeres que hace décadas no habrían tenido cabida en el sector y que ahora ven cómo, poco a poco, se va soldando la brecha que evidencia la desigualdad de género.
El avance es innegable, pero el ritmo sigue siendo lento. En 2019 había más de 6, 3 millones de mujeres científicas e ingenieras en la UE, según los datos publicados este miércoles por Eurostat, lo que representa un 41% del total de profesionales del sector. No obstante, si se compara la cifra con la de 2002, la evolución refleja que la presencia femenina tan solo ha incrementado un 11% desde entonces.
Lo cierto es que el empleo en el sector, en general, ha aumentado considerablemente en los últimos 18 años. Concretamente, en 2002 había un total de 7.563.000 científicos e ingenieros en todos los países de la UE y esa cifra se ha duplicado hasta los 15.397.000 registrados en 2019. Es decir, ambos géneros han experimentado un incremento del empleo (unos cuatro millones, cada uno), aunque las mujeres hayan logrado acercarse a la equidad, todavía inalcanzada.
España es uno de los pocos países de la UE cuyas mujeres científicas e ingenieras son mayoritarias en gran parte de su territorio. Según los datos, todas las comunidades autónomas -menos Madrid y Andalucía- superan la tasa del 50% de mujeres dedicadas a campos científicos, siendo el noreste la región con mayor porcentaje (53%). En total, solo hay otros ocho países de la UE que puedan decir lo mismo: Polonia (que supera el 54% en el este), Bulgaria (con un 57% en el norte y sureste), la isla de Madeira en Portugal (57%), Suecia (con un 56% en el norte), Lituania (55%), Letonia (53%) y Dinamarca (52%).
Esta tendencia, sin embargo, varía si se observa desde una perspectiva nacional y no regional, pues hay países (como Portugal, por ejemplo, o incluso España) que, aunque registren una alta tasa de empleo femenino en el sector en ciertas regiones, la media nacional es menor. Por tanto, la lista de países se reduce si se aplica este filtro. Solo hay cuatro países de la Unión Europea que tengan a más mujeres científicas que hombres: Noruega Lituania, Letonia y Dinamarca.
La desigualdad, todavía latente en la mayoría de países europeos, se debe en gran medida a ideas estereotipadas acerca de los roles de género. Según un estudio publicado en la revista Science, las niñas se creen menos brillantes que sus compañeros desde los seis años, una actitud fomentada por la falta de referentes femeninos en el ámbito de la ciencia y la tecnología. Y es que durante años ha quedada enquistada en la sociedad la idea de que hay ciertas funciones para las que las mujeres no sirven. Esto, según vienen denunciando numerosas organizaciones, es consecuencia de lo que se conoce como 'Efecto Matilda'.
El fenómeno, acuñado así en honor a Matilda Joslyn Gage -la primera activista en denunciarlo- "señala la injusticia que ha ignorado, de forma sistemática, los hallazgos de brillantes científicas a lo largo de la historia", lamenta la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), que ha lanzado la campaña #NoMoreMatildas para que esas figuras 'perdidas' vuelvan a los libros de texto de los colegios.
Porque, según aseguran, la base de la problemática reside en la educación de las niñas. Sin referentes en los que fijarse, la vocación científica va disminuyendo a medida que crecen y solo alrededor del 30%, según la UNESCO, terminan por elegir carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Es importante destacar que, además, la mitad de ese porcentaje termina estudiando carreras relacionadas con la salud y el bienestar.
"No solo la participación femenina en la educación y el empleo STEM es baja, sino que la tasa de deserción es especialmente alta", apunta la UNESCO en un estudio en el que señala que las mujeres abandonan estas disciplinas "de forma desproporcionada" antes de estudiar, durante la transición al mundo laboral e incluso durante su trayectoria profesional.
Quizás, si los libros de texto contaran que hay muchas mujeres detrás de los grandes hallazgos científicos de la historia, esta tendencia sería muy diferente. Solo 17 mujeres han ganado el Premio Nobel de física, química o medicina desde que Marie Curie lo obtuvo en 1903, una cifra considerablemente baja si se compara con los 572 hombres que han recibido ese reconocimiento. Tal vez, si hubiese más mujeres con las que poder sentirse identificadas, la vocación de las niñas no se iría mermando con el paso de los años.
Pero todavía queda mucho por hacer. "La igualdad de género en el trabajo está lejos de ser una realidad", asevera Milagros Sáinz, investigadora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y experta en estereotipos y roles de género.
De cada diez investigadores, menos de tres son mujeres. En España, la proporción de investigadoras se mantiene por debajo del 40% desde 2009; porcentaje que se reduce todavía más en las cátedras de las universidades, donde el 79% de los catedráticos son hombres.
Ahora más que nunca, cuando la ciencia ha resultado ser primordial para paliar con una pandemia que todavía sigue golpeando al mundo entero, es esencial la presencia de más profesionales del sector. Pero para poder contar con la visión de las mujeres -por lo menos en igual medida que con la de los hombres- son todavía necesarios muchos cambios en la estructura social y cultural de las sociedades.
"Esto exige voluntad política, capacidades fortalecidas e inversiones para encender la chispa del interés femenino y cultivar sus aspiraciones para profundizar sus estudios y finalmente ingresar a las carreras STEM", concluye la UNESCO.