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Publicado en El Comercio, de Lima, Perú, el 25 de setiembre de 2010.
La primera reacción que ha suscitado la noticia de la muerte de Víctor Suárez Rojas, alias 'Mono Jojoy', en una operación militar de las Fuerzas Armadas colombianas a mitad de esta semana, ha sido que muchos hablen de la inminente desaparición de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Si nos atenemos a las declaraciones del Gobierno de ese país, de que en su cerco y muerte también intervinieron miembros de las propias FARC, algo de razón habrá que concederle. Sin embargo, esta no sería la primera vez, y seguramente tampoco la última, que se anuncie la desintegración de la guerrilla más antigua de Colombia y una de las más sanguinarias de América Latina.
Y no lo será por una sencilla razón: el narcotráfico. Si algo distingue a los movimientos subversivos de estos tiempos es su íntima conexión con el ilegal y multimillonario negocio de las drogas. Mientras este exista, las FARC seguirán gozando de buena salud.
DE LA REFORMA AGRARIA
En sus orígenes, como sucedió con los otros conflictos internos de América Latina en el siglo pasado, el problema de la propiedad de la tierra fue la principal causa del surgimiento de los movimientos armados. Las FARC empezaron sus violentas acciones exigiendo una reforma agraria. Con el tiempo, y tras una serie de evoluciones y transformaciones, devino en un bien entrenado y numeroso grupo subversivo. En los años inmediatos a su aparición, Colombia era un polvorín.
Tras el 'bogotazo', en 1948, sobrevino la sublevación de campesinos y obreros en todo el país, que a duras penas y con una fuerte represión de por medio pudo ser contenida por las dictaduras de Laureano Gómez y el general Rojas Pinilla. Se desató una represión tan brutal que motivó el surgimiento de movimientos guerrilleros. Era la época en la que se formaron las FARC, el Ejército de Liberación Nacional y, poco después, el Ejército Popular de Liberación. Los tres grupos subversivos más importantes de Colombia.
En 1976 aparecería la guerrilla urbana Movimiento 19 de abril (M-19) que, muchos años después de hacerle la guerra al país, optó por la vía democrática y se convirtió en partido político, en 1991. En el camino dejó miles de muertos y la acción más espectacular y violenta que registra la historia del continente: la toma del Palacio de Justicia en 1985, en la que murieron cerca de cien civiles, 12 magistrados de la Corte Suprema y 35 subversivos.
Además, el surgimiento de las milicias paramilitares en la década del 70 agravaría todavía más la situación. Apoyadas por ganaderos y narcotraficantes, se enfrentaron con tal virulencia a la guerrilla que el conflicto degeneró en más odio y sangre.
¿En qué momento las FARC, un movimiento agrarista y rural, se convirtió en el grupo terrorista más sanguinario y cruel de la historia de Colombia? Cuando la cocaína ingresó a formar parte fundamental de sus finanzas.
Al TERRORISMO
En Colombia, en los últimos 50 años, esta demencial carrera de odio y terror ha cobrado la vida de miles de víctimas. Tan solo en la década del 90, las fuerzas de seguridad, los paramilitares y los terroristas de las FARC han asesinado a más de mil personas cada año. Una espeluznante cifra que es apenas la mitad de la tragedia.
En febrero de este año, el escritor y periodista español Manuel Vicent escribió para el diario "El País" un reportaje desde la misma selva colombiana y lo que narró bien merece el título que lleva: "Testigo del horror". Uno de los muchos testimonios que recogió, por ejemplo, está el de la esposa de un profesor rural que fue asesinado por los paramilitares por no tener callos en las manos: si no es campesino, es guerrillero, decían. O el de una mujer que huyó para no tener que salvar dos veces la vida del marido. "Si a un guerrillero se le antoja acostarse contigo y te niegas, lo matan".
De esta realidad sangrienta, emerge una ley fundamental a la que nadie le es posible escapar allí donde todavía campean las FARC: la ley del más fuerte. Y nadie más fuerte que este grupo armado con millones de dólares a su disposición obtenidos del narcotráfico.
Dos décadas después del fin de la Guerra Fría, muchos conflictos derivados de ella aún están pendientes. Como un mal recuerdo de ese viejo antagonismo entre el capitalismo y el comunismo, queda por resolverse o extinguirse el que las FARC sostienen contra el pueblo y el Estado colombianos desde hace más de cuatro décadas. El conflicto vivo más antiguo de nuestra región.
Narcotráfico, FARC y finanzas
Existe una copiosa como rigurosa bibliografía que se ha encargado de demostrar cómo el negocio de las drogas está tan bien engarzado en la economía de las Farc, que es muy poco probable que esta siguiera existiendo si aquel desapareciera. Y es que constituye su columna vertebral.
En "narcoterrorismo. La guerra del nuevo siglo", Luis Alberto Villamarín desvela el manto de mentira que estos grupos terroristas han tendido sobre sí mismos y su 'lucha por el pueblo'. Su investigación señala que los ingresos por el tráfico de cocaína les representan a las Farc entre 500 y 700 millones de dólares anuales. Una ganancia asegurada, ya sea que se trate de protección a capos del narcotráfico, seguridad a los campos de cultivo de coca o laboratorios, cupos a los comercializadores o la venta directa de la droga.
A ello hay que sumar los que les reportan las extorsiones, secuestros, cupos a terratenientes y empresarios, robo de ganado, asaltos a bancos, etc. Toda una empresa revolucionaria.