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Algunas de las preguntas que suelen hacerme con más frecuencia son: ¿Por qué tomo un vaso de agua y engordo? ¿Por qué no adelgazo si hago ejercicio? ¿Qué falla en las dietas que sigo?
Debes saber que no todos los organismos responden de la misma manera cuando se inicia un plan de entrenamiento físico. Hay personas que adelgazan sin dificultad, pero hay otras que no solo no bajan de peso, sino que además, aunque parezca increíble, engordan.
La respuesta a esta pregunta es sencilla: nadie engorda tomando agua. Lo cierto es que seguramente estás ingiriendo más calorías de las que gastas. Aunque hagas dieta, si el ejercicio que realizas es demasiado suave, no aumentará tu gasto energético lo suficiente como para quemar las grasas.
Incluso, puede pasar que al comenzar un plan de entrenamiento tu peso suba. Lo que realmente sucedió es que tus músculos han aumentado de volumen para soportar el nuevo esfuerzo. Asimismo, retienes más agua y el volumen de sangre se puede incrementar. Tu cuerpo está transformando la grasa en músculo, por lo que a medio y largo plazo sin dudas tu peso bajará.
Cuando inicias un plan de entrenamiento es muy habitual que tu apetito aumente y que, sin poder evitarlo, comas incluso más que antes. Puede que no engordes, pero tampoco adelgaces.
El hecho de pasar del sedentarismo a una vida activa, suele despertar el apetito. Uno de los problemas más comunes al comenzar a entrenar, es relajarnos en cuestiones de alimentación; nos damos más “caprichos” y pensamos: “Como me muevo más, quemo más calorías y ya no tengo que cuidarme tanto”. Eso es malgastar todo el esfuerzo realizado y los resultados son claramente nefastos.
Mi sugerencia es que apuntes lo que comes durante una semana completa; seguramente te sorprenderá ver que si has engordado, es porque has aumentado, sin darte cuenta, la cantidad de calorías que ingieres.
Caso práctico: te presento a María.
Imaginemos juntos. María pesa 70 kilos. Hoy decide apuntarse al gimnasio y entrenar en una bicicleta estática. María pedalea de forma moderada durante 60 minutos sin parar.
María hoy ha gastado con bastante esfuerzo 520 calorías.
Sigamos imaginando que María se siente feliz consigo misma y al salir del gimnasio decide premiarse con un Whopper de 278g en el Burger King.
María ha ingerido en 5 minutos 636 calorías.
Resultado: María ha engordado incluso habiendo hecho ejercicio.
Este ejemplo nos dice a las claras, que el ejercicio físico sin el complemento de una dieta equilibrada, no sirve para adelgazar. Sin embargo, el ejercicio es el compañero ideal de cualquier dieta para perder peso.
¿Qué falla en las dietas que sigo?
Volvamos a María y a sus 70 kilos (y aumentando). Antes de decidirse a apostar por el ejercicio, María ha probado innumerables tipos de dietas milagrosas para bajar de peso rápidamente, dietas de choque recomendadas por sus amigas o leídas en Internet. Ha probado desde la “Dieta del atún” hasta la “Dieta del limón”, pasando por la “Dieta cetogénica”, entre otras.
Además, María ha visitado diferentes tipos de médicos nutricionistas, homeópatas, ha comprado decenas de productos dietéticos, ha tomado anfetaminas, ha probado la L-carnitina y se conoce todas las herboristerías de la zona. Pero... sigue pesando 70 kilos y no ha podido recuperar sus queridos 55 kilos nunca más.
¿Y por qué crees que a María no le han funcionado ninguna de estas dietas?
Sencillamente porque se aburría. Este tipo de dietas no variadas se inician con mucha motivación, pero con el paso de los días agobian tanto que se abandonan antes de comprobar si son efectivas o no.
Cuando se cansaba de las dietas milagrosas, María volvía a su ritmo normal de comidas y recuperaba de inmediato el poco peso perdido. Frustrada y enfadada consigo misma, María se preguntaba una y otra vez cómo podía ser que engordase más que sus amigas si comía menos que ellas y además, vivía a dieta.
Comer siempre lo mismo, pasar hambre o tener que forzarse a probar alimentos que nos desagradan, es el mejor modo de que una dieta no funcione. Las dietas restrictivas hacen que añoremos los alimentos que no podemos comer y, cuando se trata de tener que gastar dinero en productos carísimos, el abandono de la dieta es un hecho consumado.
Consejo final
Si quieres adelgazar, cambia tus hábitos y olvídate de los milagros. Que tu objetivo no sea perder peso rápidamente sino con un plan de ejercicios y una dieta diseñada por un profesional.
Ten paciencia, que los malos hábitos no se cambian de un día para el otro. Cuando menos lo esperes habrás adelgazado y gozarás de una vida plena ¿no lo crees?
Fabien Pesenti, Entrenador personal en Barcelona