¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Alfredo Palacios escriba una noticia?
El Gas Licuado de Petróleo (GLP) es una de las principales fuentes energéticas de la economía nacional, 65% de hogares (unos 6 millones de peruanos) lo utiliza en balones como indispensable para cocinar, afectando por su elevado precio a gran porcentaje de hogares en Lima, Callao y otras ciudades, principalmente en zonas rurales.
Desde fines de abril pasado, interrupciones producidas en Camisea y la ruptura de un tramo del ducto en Anco (Ayacucho) ocasionaron grave desabastecimiento de GLP en Lima, Callao y otras ciudades, por disminución de producción y transporte a la planta de fraccionamiento (Pisco), y porque el traslado Pisco-Callao (vía marítima) estuvo afectado por oleajes anómalos (el transporte terrestre no es apto), por tal motivo se requiere urgentemente un ducto de 250 km entre Pisco y Lurín, cuya construcción, por mala gestión, viene postergándose desde hace 7 años ocasionando fragilidad en el traslado del GLP e incremento del costo de construcción al triple del precio inicial el 2008 (US$ 100 millones) hasta actualmente (US$ 300 millones).
En agosto 2008 se otorgó una concesión (RS 037-2008-EM) no concretándose por problemas de tarifas; en julio 2010 se anunció otra concesión, tampoco prosperó por enfrentamientos entre Petroperú y Pluspetro (productora del GLP). Desde octubre 2012 se viene anunciando nueva concesión, primero dijeron sería en octubre 2013, postergándose a fines de 2014, luego a julio 2015 y ahora aseguran será recién a fin de año y su construcción duraría 3 años.
Conforme a ley, las empresas distribuidoras deberían contar con reservas para 15 días, incumpliéndose esto, se ha debido importar casi 300 mil barriles. La importación de GLP, por mayores demandas y falta de previsión, podría ser permanente a partir de 2018.
Recordemos que en su campaña electoral Ollanta Humala prometió abaratar el balón de gas GLP de S/. 35 (año 2011) a S/. 12, promesa inviable porque hubiera tenido que subsidiar la diferencia a un costo de US$ 1 millón anual o controlar su precio. Paradójicamente, en lugar de reducir su precio, en este gobierno subió más de 10%. Un llamado Fondo de Inclusión Social Energético (FISE), que rige desde agosto 2012, entrega vales descontando S/.16 por la compra de un balón a unos 800 mil pobres extremos, pero debido a que su precio actual oscila entre S/. 39 y 42, hasta para ellos el precio es mayor de S/. 20.
Artículo de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 6 de junio de 2015