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¿Estamos inmersos en una tendencia hacia la regeneración de la ética pública en la sociedad española?, ¿o es un espejismo?
Los continuos descubrimientos de personajes públicos y, en ocasiones, no tan públicos, que han venido utilizando desde tiempo atrás las triquiñuelas legales asociadas a las sociedades instrumentales y otras argucias con el único fin de reducir, de forma escandalosa en la mayoría de las ocasiones, las cantidades que deberían de haber pagado a Hacienda en concepto de impuestos por sus actividades lucrativas, tienen dos lecturas contrapuestas: la pesimista, todo el mundo lo hace; y la optimista, por fin se va a poner freno a esas prácticas insolidarias.
Una postura común en las personas que realizan este tipo de prácticas es defender que su actuación es impecable, pues, si es legal, ¿por qué no hacerlo?; actuar de otra forma sería hacer el “primo”. Pero, realmente, ¿se trata de una actuación igualmente impecable desde el punto de vista ético? O, en realidad, ¿son actitudes injustificables, propias de listillos aprovechados?
Como es natural, son aquellos que tienen la capacidad económica para contratar asesores fiscales y financieros los que pueden acceder a los medios y soportes que les permiten eludir el pago a la comunidad de tanta parte de sus impuestos como les sea posible.
Por lo que se está viendo, parece una práctica habitual entre aquellos que obtienen ingresos, sea cual sea su fuente, claramente por encima de los que pudiéramos llamar “normales”. Esta gente está en el escalón al que afectaría la subida de tipos, y topes, que ha planteado el gobierno, aunque ya se ve que en la práctica no les afectará mucho, pues para Hacienda esas personas ingresan mucho menos de tales límites.
La labor de la prensa es de agradecer, pero esa aportación a la comunidad no debería de traducirse en una patente de corso para el propio colectivo
Como cada vez que se mira algo en ese sentido aflora un escándalo, parece razonable concluir que se trata de una práctica tremendamente extendida entre todos aquellos que tienen la mínima posibilidad de disfrazar las fuentes y de ocultar las cuantías reales de sus ingresos, aplicándolos a las citadas sociedades instrumentales.
Si estas prácticas están tan generalizadas seguro que hay muchos casos en los que no se han descubierto aún, no por que no existan, sino porque no se ha mirado todavía. En este sentido parece sorprendente que no hayan aparecido aun casos en relación con los periodistas, en sentido amplio, (¡¡que incorrección, política, por mi parte!!), claro que, como son ellos los que están investigando, según su tendencia, a gente de la contraria, no van a mirar a su propio colectivo, sea éste de la tendencia que sea.
Está bien, que miren, y es de agradecer, pero esa aportación a la comunidad no debería de traducirse en una patente de corso para el propio colectivo.
En fin, si no queremos ser pesimistas, se puede creer que todo esto parece aportar una luz de esperanza en relación con la regeneración ética de la sociedad española, aunque para ayudar debería de ajustarse la legislación de tal forma que sea más difícil el uso de las sociedades instrumentales y otras trampas legales, así como endurecer las sanciones cuando se detecte que se están realizando este tipo de actuaciones con el fin primordial, cuando no exclusivo, de pagar menos impuestos; por ahora no podemos hablar de evadir impuestos, mientras se trate de actuaciones literalmente legítimas, es decir, dentro de la letra de la ley.