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En el Siglo XXII el 90% de los terrestres vivirán en el cosmos. Serán totalmente diferentes al “homo sapiens”- No habrá guerras. Muchas enfermedades desaparecerán. El hombre llegará a vivir más de 150 años
Nuestra generación no conocerá al “homo cosmicus” a fondo, la de nuestros hijos sí. En el Siglo XXII el 90% de los terrestres vivirán en el cosmos. Serán distintos hombre actual- Dicen que no habrá guerras ni enfermedades. Ya Estados Unidos, China y la URSS están entrenando médicos y hombres para el cambio material, moral y psíquico del hombre nuevo.
El “homo sapiens” desaparece para dar paso al “homo cosmicus”.
¿Cuándo se producirá el cambio? Preverlo es una operación con riesgo. En el 2010 vivió una colonia permanente de 30 hombres ensayando y la expedición conjunta ruso-norteamericana deberá llegar a Marte entre el 2020 y el 2030, partiendo de una base lunar o de la plataforma Fobos. Según el ex administrador de la Nasa Thomas O Paine, profesor de la Universidad de Wisconsin, para el 2040 se habrán visitado todos los planetas internos del sistema solar y en algunos habrá bases permanentes. Una colonia vivirá en Marte “para siempre” a partir del 2050 y los futurólogos de la Universidad de Princeton predicen que para el siglo XXII el 90% de los habitantes de la tierra que se establezcan allí arriba vivirán en colonias espaciales. Habrá según James Fletcher, director de la Nasa en el cosmos, ciudades hasta de 100.000 habitantes, con montes, ríos y gravedad artificial
El “homo sapiens” irá cambiando a “homo cosmicus” con el tiempo, pero con bastante rapidez y el hombre cósmico tendrá otro físico.Tenderá a ser más alto (unos dos centímetros más), con el tórax más corto, el cuello más largo y grueso y el corazón más pequeño.Tendrá tipo asiático, parpados hinchados las manos más largas, el rostro más redondo, a semejanza de una luna llena. Tendrá una característica fundamental: ya no podrá habituarse a vivir en la tierra. Su patria será el espacio, “cuarta frontera” de la especie humana que tras unas decenas de miles de años dominará el cielo, la tierra y la luna.Los cyborgs dicen que en el futuro todas las personas formarán parte de la comunidad
Fieles exponentes del progreso tecnológico, incorporan dispositivos que les permiten mejorar ciertos mecanismos corporales, suplir deficiencias e incluso otorgarles otras funciones que los diferencian del habitante promedio. La fusión cuerpo-máquina los convierten en seres casi únicos, especiales. Son los cyborgs, los "humanos del futuro", tal como se describen, sorprenderán al mundo por sus peculiares características y virtudes, propias de una película de ciencia ficción.
Los cyborg tienen diversos aparatos que monitorizan y ejercen acciones sobre el organismo biológico, para brindarles sentidos que amplían los que percibe el resto de los seres humanos. Sin embargo, los beneficios de sus implantes chocan con los problemas que traen aparejados, como por ejemplo en los aeropuertos, donde las normas internacionales que impiden pasar los controles por considerarseles un objeto tecnológico.
No habrá guerras cósmicas aunque si terrestres en el tercer mundo, y el Homo Cosmicus no se verá involucrado.
El doctor italiano Gaetano Rotondo, experto en medicina aeroespacial, incide en explorar cómo será nuestro nuevo hombre: “su cerebro será bastante más grande; venas yugulares dilatadas, la piel lisa y turgente en todo el cuerpo”.
El problema de la gravedad será uno de los más espinosos. Por eso los músculos reducirán su masa en un 40% y perderán células y los huesos tenderán a descalcificarse, por lo que el papel de los médicos cósmicos será -o es ya- fundamental-. Otras funciones también cambiarán. Se reducirá la destreza de movimientos del nuevo hombre con las manos (será muy torpe), su metabolismo, será distinto, bajarán los glóbulos rojos. Los peligros de una operación quirúrgica en condiciones de pesantez son todavía parcialmente desconocidos y tendrán que ser replanteados.
Claro que si echamos mano de la ingeniería genética y la mecatrónica la aplicamos al “Homo Cosmicus” el panorama puede ser totalmente diferente, increíble. El gran científico y novelista de ciencia ficción Isaac Asimov, decía que “por primera vez en la historia los seres humanos dominarán los elementos del diseño de los seres vivos. Ahora ya podremos manipular los genes. Podemos decidir que es lo que queremos e intentar esculpir en las cosas vivas para que se adapten a ello. De hecho, incluso podemos preguntarnos qué tipo de seres humanos nos gustaría ser, qué clase de habilidades nos gustaría tener, cuales nos faltan y cómo podemos conseguirlas y qué tipo de peligros implica todo esto.
Durante sus largos viajes en el espacio los cosmonautas pierden hasta el 20% de su volumen sanguíneo, su corazón se debilita, sus músculos se atrofian y sus articulaciones se abren, separando los huesos los unos de los otros. Para reducir al máximo los efectos malignos de la ingravidez, en la Estacion Espacial Internacional los cosmonautas cuentan con varios aparatos que les ayudan a imitar las condiciones terrestres y ejercitarse para mantenerse en forma.
De hecho, para trabajar con los músculos de su mandíbula, los cosmonautas suelen usar… goma de mascar. Pero habrá que inventar mucho a partir del cosmonauta. Pues no sólo los músculos de la cara trabajan.Habrá que hacer abundante ejercicio físico o quedar paralizados como en silla de ruedas.
La nutrición de los cosmonautas de hoy es un tema aparte muy delicado que se parece. La mayor parte de su dieta consta de platos de preparación rápida, pero altamente nutritiva: enlatados, tubos y bolsas de comida deshidratada. Una o dos veces al mes se les lleva vegetales refrigerados y alguna que otra golosina del gusto de cada tripulante.
Pero aun hoy, en la Estación Espacial Internacional ya no se procesa la orina de los cosmonautas para obtener agua potable. Eso ya es cosa del pasado, por favor. Tanto el agua como otros líquidos también se traen desde la Tierra. ¿Y cómo hacen para deshacerse de lo que han comido?
Pues el sistema de evacuación fecal luce como un inodoro común y corriente solo que, al no poder contar con la gravedad de la Tierra, funciona como una especie de aspiradora. Esta literalmente succiona todos los excrementos, que luego son expulsados al exterior de la nave y se queman en la atmósfera terrestre.
Inquietantes son las expresiones de Asimov al respecto, pero son casi ciertas. Todo es impredecible, se pueden elaborar teorías, pero no se sabe a ciencia cierta a qué llevarán. Porque, por otro lado, los científicos sostienen que uno de los puntos débiles del cuerpo humano es la columna vertebral y que la evolución ya cumplió su tarea, que ahora entra a jugar su papel el ingeniero humano, a quien en el futuro, probablemente, le toque rediseñar una espina dorsal para que sea lo suficientemente resistente para el cosmos, sin perder su flexibilidad.
Eso, dicho a la ligera, no toma en consideración aspectos morales, éticos, religiosos o filosóficos, aunque ese es otro aspecto a tomar en cuenta y muy importante. Como dice el premio Nóbel, Jean Causset, “nuestro deber es ponernos de acuerdo en que la herencia genética humana no debe y no puede modificarse”.
Causset, es el abuelo de los inmunólogos del mundo, a sus 93 años, con descubrimientos científicos asombrosos a lo largo de su vida, es un admirador de muchas de las teorías del “Homo Cosmicus” que hemos expuesto, siempre con la condición expresada por él mismo:”dejar en paz el código genético”.
El progreso se nos adelanta, el "homo sapiens" ha quedado atrás para dejar paso al "homo cosmicus"
En contraposición, Leary especula al decir que “espero estar vivo cuando el sistema solar se destruya dentro de unos cinco mil quinientos millones de años. Nadie de esta generación debería morir, a menos que lo deseara”.
El nuevo hombre durará muchos más años. Porque en el espacio este hombre “cósmico” envejecerá despacio y podrá reproducirse sin dificultades. Llegará al siglo y medio con facilidad. El feto humano no encontrará obstáculos en su desarrollo. Tampoco el parto deberá presentar problemas. En un ambiente sin gravedad la dilatación abdominal de la madre se realizará normalmente. Rusos y norteamericanos no se han atrevido, todavía, a establecer un pacto cósmico... pero lo harán.
No habrá guerras. Muchas enfermedades desaparecerán. El hombre llegará a vivir más de 150 años.
Después del nacimiento, el recién nacido cósmico podrá tener al principio ciertas dificultades en las relaciones de contacto afectivo y físico madre-hijo tan esenciales en los primeros meses de la vida. Después, en esos primeros meses la alimentación será un problema a resolver no a base de leche sino de carne y verduras picadas, aunque los animales podrán criarse y reproducirse bajo cúpulas artificiales. Los alimentos vegetales ya florecen hoy con cultivos en invernadero en cuatro bases ruso-norteamericanas.
El doctor Frank Salisbury, de la Universidad de Utah, realizó diversos experimentos sobre el cultivo de cereales, legumbres y otras variedades alimenticias en el espacio “El grano, la lechuga, la patata, la soja, los arácnidos y las remolachas han mostrado condiciones de adaptación y de crecimiento increíbles” asegura el Doctor.Porque la EEI como referencia no siempre es buena: a los cosmonautas, hoy, les llevan la comida de la Tierra y hay que olvidarse de eso..
Frank Boyer Salisbury nació en Utah en 1926. Se graduó de la Universidad de Utah es doctor Instituto de Tecnología de California, desde 1955 . Fue profesor asistente de botánica en el Pomona College de 1954 a 1955, luego profesor asistente y profesor de fisiología vegetal en la Universidad Estatal de Colorado de 1955 a 1966 . Se desempeñó como jefe del Departamento de Ciencia de Plantas en la Universidad del Estado de Utah desde 1966 hasta 1970. Se retiró en 1997 después de liderar un proyecto para cultivar trigo en la estación espacial rusa Mir .
El interés de Salisbury en los ovnis se desarrolló a partir de un interés en la exobiología . En abril de 1962, publicó un artículo titulado "Biología marciana" en la revista Science . En respuesta, recibió muchas cartas que llamaban su atención sobre el fenómeno OVNI. Después de examinar la literatura, fue llevado a admitir que, considerando la posibilidad de vida extraterrestre, deberíamos investigar la posibilidad de que ya nos estén visitando.¡El Homo Cosmicus ha llegado¡¡
En octubre de 1966, luego de una charla sobre la posibilidad de vida en Marte para la Asociación de Maestros de Ciencias de Utah, Joseph Junior Hicks, un profesor de ciencias de secundaria de Roosevelt, Utah, se acercó a él en el corazón de la Cuenca Uintah. Hicks había estado investigando una ola localizada de avistamientos de ovnis en la Cuenca, que despertó el interés de Salisbury. En enero de 1967, Salisbury publicó " The Scientist and the OVNI " en Bioscience, y el editor le pidió que lo expandiera a un libro. Recordando las historias de Junior Hicks, comenzó una investigación de los informes de ovnis en Uintah Basin con la ayuda de Hicks, y finalmente publicó The Utah UFO Display: A Biologist's Report en 1974.Es el que más sabe sobre la alimentacion del Homo Cosmicus
Ha realizado, junto con científicos como Nan Rubin, John G. Carman, W. R. McManus, I. Chernova, I. Podolski y trabajos en profundidad durante un cuarto de siglo sobre la vida en Marte y otros mundos de hombres y plantas, análisis de largos vuelos interespaciales y su influencia en nuestro organismo, otros sobre la biósfera, publicados en “International Journal of Earth” en el año.
Junto a los alimentos estará el problema del agua resuelto en la EEI, pero no en el futuro cósmico. Se obtendrá comprimiendo el aire y enfriándolo, cosa que se hace desde hace tiempo. Incluso la atmósfera rarificada de Marte puede producir agua por compresión.
El envío de alimentos de nuestro planeta será practicamente imposible, incluidos viajes de larga duración. El reciclaje del aire y del agua y de algunos sólidos se tendrá que hacer en las estaciones cósmicas.
Los médicos cósmicos: aprender las patologías del espacio
En suma, en el espacio se puede vivir bien. Las enfermedades graves serán diferentes. Las infecciones bacteriológicas serán mucho más graves. Todavía no disponemos de adecuados conocimientos de la patología del hombre en el espacio. Antes de mandar a nadie a vivir para siempre en el espacio -dicen rusos y norteamericanos- tenemos que resolver en la tierra una serie de problemas. De esos estudios se enriquecerá en breve en la tierra la cardiología.
El homo sapiens no ha sufrido sustanciales cambios desde hace aproximadamente 400.000 años, pero algunos científicos sostienen que se acerca la era de los humanoides mutantes adaptados a ecosistemas hostiles. Porque, por un lado, la conquista oceánica originaría hombres con branquias y agallas.
Los que se vieran obligados a huir de la tierra hacia el espacio exterior, controlarían avanzadas técnicas de manipulación genética para adaptar la especie a otro mundo y colonizar el espacio, en tanto, los que siguieron en la superficie, quedarán expuestos a las radiaciones y tendrán que desarrollartendrán caparazones protectores.
Hemos supuesto en este trabajo que la tierra sigue más o menos como está y se proyecta la conquista espacial; para pasar del homo sapiens al homo cosmicus; como lo definen algunos científicos la adaptación humana al espacio pasará por dos variantes; la de los mutantes genéticos y los cyborg: los primeros se tendrán que someter a “reparaciones” de su ADN para resolver el problema de la descalcificación ósea producida por la ingravidez y los cyborg serán seres humanos aliados con las máquinas que contarán con ordenadores implantados desde su nacimiento.
¿Hasta dónde se llegará con la manipulación genética? ¿Estamos preparados psicológicamente para ello? Los avances científicos son tan rápidos que es difícil predecir lo que nos espera en el mañana.
La vida de nuestros descendientes, es, pertenece de seguro a Marte y a la Luna. Los marcianos estarán naciendo en el año 2500 entre nosotros en pasaje solamente hacia el Cosmos.