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En las últimas semanas, somos testigos de circunstancias inesperadas y confusas pero que resultan cruciales para nuestro futuro como nación, porque definirán el ambiente social que atravesará el Perú los próximos años
En las últimas semanas, somos testigos de circunstancias inesperadas, difíciles y confusas pero que también resultan cruciales para nuestro futuro como nación, porque definirán la estabilidad democrática, las posibilidades de crecimiento económico, el equilibrio general que requiere nuestra sociedad y el ambiente social que atravesará el Perú los próximos años.
Es así que observamos lo sucedido en el tema de la corrupción, con una gran dosis de incertidumbre, al evidenciarse con los hechos denunciados que las anteriores autoridades parecen haber olvidado que el fin supremo de nuestra sociedad es la búsqueda del bienestar y la mejor vida de todos los peruanos.
Las decisiones que se tomen en estos días, redundarán en el crecimiento y desarrollo de la sociedad peruana, no solo en el sentido económico, aun cuando éste es una condición necesaria pero no suficiente para elevar el bienestar anhelado, lo cierto es que la crisis nos ha demostrado que están en juego otros aspectos transcendentales de nuestro porvenir.
Muchos nos han prometido que podríamos ser un país desarrollado, pero quizás nunca mencionaron que para alcanzar tal meta será necesaria una política de Estado aplicada por diferentes gobiernos que tomen en cuenta una serie de reformas económicas, políticas y sociales, lo cual parece una situación muy lejana y todavía poco factible.
Además, un desarrollo con igualdad, como el que necesita nuestra sociedad, requiere de grandes transformaciones, que rompan tradicionales tendencias y que se oriente a un proceso duradero, que apunte a un desarrollo sustentable, más equitativo y realmente incluyente.
Considero que un país desarrollado se concreta con buenos proyectos en energía, infraestructura, minería, gas, turismo, petróleo, en fin, en todo lo que requiere. La diferencia con otras sociedades es que ellas son conscientes de las necesidades y en conjunto adoptan medidas para superarlas. Es decir dejan de estar rivalizando y evitando que los gobiernos tengan éxito, aún a costa del nivel de gobernabilidad más aconsejable.
Es tiempo de meditar que la realidad en que vivimos, es el resultado de un conjunto de situaciones nefastas que incidirán en el porvenir de nuestra sociedad. Para ser un país desarrollado tenemos que dejar posiciones y paradigmas mentales negativos, los cuales se irán suprimiendo, en la medida en la que los gobiernos eduquen mejor a la población.
Es imprescindible reconocer que la riqueza de un país no se calcula solamente en función de la posesión de recursos naturales o materiales. En realidad, la riqueza nacional se mide por la capacidad de adoptar las medidas necesarias para lograr la competitividad global y el desarrollo humano de su población. He aquí el principal problema a superar.
Sin duda, la educación hace libre y nivela a las personas, constituyéndose en la base para acabar con la pobreza y la mediocridad. Mientras se discuten problemas intranscendentes, se pierde de vista que el Perú requiere de esfuerzos conjuntos y armónicos para lograr una economía sólida, que en un futuro nos pueda proporcionar una distribución equitativa de la riqueza, porque ahora los beneficiados son solo unos pocos, la gente más necesitada, que es la mayoría, sigue viviendo en la misma pobreza de hace muchas décadas. No podemos dejar de anhelar un país donde los sectores más pobres, por sus propios esfuerzos y con el apoyo del Estado, puedan superar sus problemas.El camino puede largo y tortuoso, pero no hay que perder de vista que es necesario encontrar la estrategia para superar obstáculos y resolver problemas.
Estuvimos creciendo durante la última década, debido a que logramos una estabilidad macroeconómica, logramos abrir la economía al mundo, no obstante el país tiene todavía una enorme brecha que limita el aumento de la productividad y genera una desventaja competitiva frente a países de similar desarrollo.
Ahora que nuevos aires han llegado en materia de política económica, se requiere de un nuevo modelo de planificación, como el desarrollado por los estudios de prospectiva que permitan la identificación, anticipación y proyección de tendencias en los campos sociales, económicos y tecnológicos. Para ello es crucial identificar una visión estratégica que reconozca los errores y tome las correctas decisiones y acciones del día a día.
Para cerrar las múltiples brechas que nos separan del desarrollo se requiere un esfuerzo conjunto, consciente y organizado. Esto involucra realizar reformas en áreas fundamentales del funcionamiento de la economía y la sociedad. Una nación desarrollada debe ser entendida como un país en el cual todos los ciudadanos y emprendimientos cuenten con las condiciones y oportunidades necesarias para competir y aprovechar su potencial.
No he pretendido describir todo lo sucedido ni tampoco en estas líneas realizar un análisis del país, ya bastante se ha escrito y criticado, lo cierto es que pocos somos conscientes que finalmente esto no conllevará a nada bueno, pues la inestabilidad generada no ayuda a mantener el orden y el equilibrio en nuestra sociedad.
Por lo tanto, lo ocurrido más que una anécdota histórica, es un acontecimiento donde no hay vencedores que ensalzar, finalmente todos son perjudicados, pues más allá del razonamiento político que pudiera realizarse, la sociedad no ganó nada con esa rivalidad, pues es evidente que relegaron nuevamente a quienes supuestamente defienden. Estoy seguro que ese es el sentir de muchos.
Autor: Eco. JOSÉ SOTO LAZO