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¿Confesiones de un moribundo?
Los personajes creados por el irreverente Jaime Bayly, muchas veces, han estado muy cercanos a su realidad pero, con su último ‘alter ego’, con el cuál escribe una especie de memorias en una columna semanal del diario ‘El Nuevo Herald’; el polémico escritor realiza afirmaciones que, para algunas personas, corresponden a sutiles confesiones.
Del novelista peruano ya se conoce, precisamente gracias a su columna, que sufre de una presunta impotencia sexual, de su romance con un argentino llamado Martín, y de una supuesta enfermedad que terminaría con su vida “muy pronto”.
Pero, con un nuevo escrito, publicado hace algunas horas, Bayly no solo reafirma su carácter bisexual; sino que también deja entrever que volvería a ser padre, por tercera vez.
El haber podido concebir a un hijo, y confesar el deseo de tenerlo justo en el Día del Padre; podría resultar simplemente un ardid más para vender más ejemplares del periódico del cual es columnista.
Porque ¿cómo es que un hombre impotente puede realizar el acto necesario para la creación de una nueva vida?, ¿verdad?
Pero, quizá, Bayly (aprovechando sus últimos días de vida), como él asegura, ha encontrado la manera perfecta para hacer una apología de su existencia y, sobre todo, de aquél descomedido carácter que siempre lo ha caracterizado: A través de una semanal confesión escrita.
Este es un extracto de los correos electrónicos que Bayly intercambió con la que, posiblemente, podría ser la madre de su tercer hijo.
Lucía me había escrito: No te preocupes. No estoy embarazada. Seguro que la regla me viene la próxima semana.
Yo le había escrito: Ojalá no te venga.
Lucía me había escrito: No seas tonto. Lo último que quiero es quedar embarazada.
Yo le había escrito: Sería un honor tener un hijo contigo.
Lucía me había escrito: Estoy asustada. No me viene la regla.
Yo le había escrito: Si estás embarazada, no será un problema, será una aventura.
Lucía me había escrito: No estoy embarazada. Estoy asustada. Y si estoy embarazada, tendrás que llevarme a abortar.
Yo le había escrito: Será lo que tú quieras. Pero me romperías el corazón si abortases.
Lucía me había escrito: Tienes razón. Si estoy embarazada, lo tendremos y se llamará James. Te quiero.
Lucía me escribió: No me viene la regla. Estoy aterrada.
Yo le escribí: La regla nunca viene cuando debe venir. Esa es la excepción a la regla.
Lucía me escribió: ¿Dónde lo tendríamos?
Yo le escribí: Donde quieras.
Lucía me escribió: ¿Y si quiero que sea en Lima?
Yo le escribí: En Lima será.
Lucía me escribió: ¿Pero tú estarás?
Yo le escribí: Me encantaría.
Lucía me escribió: Si no estás, te mato.
Yo le escribí: Si no estoy, es que ya no estoy.
Lucía me escribió: Te prohíbo que te mueras antes de que nazca James.
Yo le escribí: Te prohíbo que te mueras.
Si efectivamente Jaime Bayly está con los días contados (de una manera consciente y no como el resto de nosotros que, si bien también los tenemos contados, no vivimos con una cuenta regresiva en nuestra cabeza), ¿qué tendría que perder él con realizar tan personales confesiones?
Y, si toda la hipótesis de su pronta muerte es solo una mentira (además de las circunstancias que semanalmente narra en el diario); ¿por qué se esfuerza tanto para vivirla y llevarla a cuanto lugar vaya?, porque supongo que todos ustedes han escuchado, al menos una vez, hablar a Jaime sobre su impotencia, o sobre su enfermedad, o sobre su novio argentino, o sobre su bisexualidad, ¿verdad?
Bueno… si todo es una burla, una broma pesada que le juega a todos los que no lo conocemos íntimamente, pues me saco el sombrero ante Bayly porque ¿qué manera de despistar a los medios de comunicación y ridiculizarnos a todos, eh?
Pero, si todo lo que narra es verdad. Si lo que está tratando de realizar es una permanente confesión de su incomprendida vida que, a sus 44 años, ya le está pesando mucho; pues solo me quedará seguirlo leyendo y admirarlo (y no por las razones por las que muchos lo odian y hablan mal de él), sino por el coraje que tiene de ser diferente a los demás.. de salir del molde.