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Jordi González, cuando aún era feliz (TELECINCO).
Hay trabajos precarios y trabajos crueles.
Por ejemplo, el de Jordi González, que le hacen salir al plató rodeado de contertulios y comentadores salidos de Gran Hermano y otros lugares de igual catadura y no le dan ni un mal látigo o un palo o un fusil de dardos tranquilizantes con que dominarlos.
Y claro, eso sumado al hecho de que ahí todos quieren sobresalir y dar polémica y ser protas no sea que les baje el caché en las discotecas o para ver si el año que viene van a Supervivientes, pues se arman unos pifostios en el plató que ríete de un concurso de verduleras.
Así que Jordi, que tiene una úlcera de un tamaño y entidad que podría atraer hacia sí a un agujero negro, anoche se cansó y gritó: "Como no me respetéis, os juro que me voy del plató. Estoy hasta los cojones de tanta estrellitis que no sirve para nada".
Si en ese momento le das una motosierra, el tío no deja una sola extremidad unida al cuerpo. Y como saben chillar y decir obviedades y chorradas, pero lo de escuchar no lo traen de serie, los comentaristas de El Debate de Gran Hermano seguían a su puñetera bola mientras Jordi intentaba que se callaran o hablaran ordenadamente.
Así que añadió, cabreado como un mono con una piña metida por donde amargan los pepinos: "No me he ido nunca de un plató, ni con gripe, ni el día que se murió mi madre, pero os juro que como sigáis así me voy".
Respecto a los contenidos, oh, que sorpresa, Raquel y Suso ya no son novios ni están liados ni nada. Y yo que pensaba que se iban a casar, iban a tener hijos y a hacerse enterrar juntos y con las manos entrelazadas. Pues no. De hecho, Raquel de repente descubrió que su enamorado es un cretino y le mandó a la mierda, literalmente.