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A cinco siglos de su muerte, su clásico "Coplas a la muerte de su padre" es un vigente llamado a la reflexión acerca del fin de la vida
Jorge Manrique, el poeta español del Siglo XV, pasó a la inmortalidad con su destacada elegía denominada “Coplas a la muerte del maestro don Rodrigo” o “Coplas a la muerte de su padre” la misma que inicia con los siguientes versos:
Recuerde el alma dormida, / avive el seso y despierte / contemplando /
cómo se pasa la vida, / cómo se viene la muerte / tan callando, / cuán
presto se va el placer, / cómo, después de acordado, / da dolor; / cómo,
a nuestro parecer, / cualquiera tiempo pasado / fue mejor.
Este pequeño extracto constituye una profunda reflexión acerca de la
muerte como destino natural de la vida de cualquier ser humano. Lo
inspira un hecho trágico para cualquier hijo – la muerte de su padre,
Don Rodrigo Manrique, quien falleció de cáncer, cuando el poeta bordeaba
los 36 años -; pero en medio del dolor, Manrique nos demuestra que es
posible encontrar palabras para expresar su posición personal frente al
infortunio e interpretar la visión de quien ya no espera nada de la vida
porque su llama se extingue cual pálida vela. El hombre ya en lecho con
la sobra de la desventura, sabe que sólo debe esperar por la muerte y en
...nos deja por medio de la literatura quizás, las palabras más exactas para definir los momentos más extremos de toda persona.
su resignación lamenta que los goces disfrutados en los años vividos, a
estas alturas poco valen, y que de ello solo queda un recuerdo que en un
balance sucinto con la realidad latente, concluye que todo el tiempo
anterior sin lugar a dudas era mejor.
Jorge Manrique, nos deja por medio de la literatura quizás, las palabras
más exactas para definir los momentos más extremos de toda persona, como
es el fin de la vida. Para la muerte, el hombre no ha conocido remedio,
es la natural resignación transformada en verso que el poeta pudo percibir
e interpretar en los últimos días de su padre.
El gran poeta tuvo una suerte mucho más lamentable, hacia 1470 se enrolo
a las tropas de los reyes católicos y en pleno asalto al Castillo de
Garcimuñoz en Cuenca fue herido mortalmente en 1479. Aproximadamente,
este año se cumplirían 530 desde su último suspiro. En sus últimos segundos,
quizás el también haya rezado sus propias coplas.
En memoria de mi tío Luis Enrique.