¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Rosas & Mosquitos escriba una noticia?
El escritor José Rasero, elogiado por su sorprendente novela "Badián no es un anís", se muestra crítico con el poder, acusa a Wert y compañía de cargarse la lengua española y piensa que la realidad es menos creíble que la ficción.
¿Qué eliges, escritor maldito o maldito escritor?
Como lector prefiero a los malditos. Como escritor, que me pongan un adjetivo distinto y más bonito. Mis clásicos favoritos son Baudelaire y el gaditano Fernando Cañas. Fuimos grandísimos amigos. Tocamos juntos en Los Trapecistas. Fue un músico inclasificable y un enorme poeta. Ahí está la antología Diamante Roto que publicó Mauricio Gil Cano, otro maldito.
En la novela se busca trabajo en Cádiz, vaya paradoja.
El personaje no sabía dónde se metía. Pobrecito, escapaba de sí mismo, de su vida, y Cádiz era la excusa. El trabajo queda muy vago y difuso en la trama. De haberlo sabido habría comprendido que no iba a ninguna parte.
También hay mucho canalla, y pasan cosas absurdas. ¿Como en la vida misma?
Aunque hablamos de ficción, está absolutamente basada en la realidad, pero si lo hubiera plasmado tal cual, no habría resultado creíble. La realidad suele ser increíble. Hay que novelar las cosas para alcanzar verosimilitud.
Parece un elogio al personaje secundario. ¿Te gusta el poder del personaje secundario?
Los secundarios se antojan fundamentales en la literatura, en el cine y en la vida misma. En política hay que echarles mano, todos quieren ser terciarios. Hoy han soltado al banquero. No le dio tiempo ni a entrar. He leído el titular y he salido corriendo.
Hablemos de la decadencia de Cádiz. ¿Vive Cádiz del pasado?
La gente normal de Cádiz vive al día, el que puede, y no precisamente del pasado. Las instituciones se lo inventaron en el Doce y ahora nos están llevando al pasado, a la época de Franco. Estamos casi en las mismas. Como en la película de Landa, entonemos el "Vente pa Alemania, Pepe".
En la novela abundan las referencias a coplas populares, pero tú no eres gadita, verdad?
He sido beduino y ahora soy tirilla, me cuesta cruzar Puertatierra. Pero no soy gadita. Nunca me tiré del puente canal. No me gusta la Semana Santa, el Carnaval a ratos, y el Cádiz sí, no sé hasta cuándo.
Pero no eres típico ni en tiempo ni forma ...
Me considero un tipo sin raíces. Pasé mis primeros diez años en Marruecos y me llamaban cristiano. Luego en Cádiz, pasé a ser el moro. Nunca conseguí ubicarme.
¿Corren tiempos surrealistas?
La vida en Cádiz es surrealista, más vista desde fuera que para el gaditano, que no sabe que lo es. Corren tiempos surrealistas en cuanto a lo irracional. Si hablamos de creación e imaginación, tendríamos que mirar al 15-M y de otros movimientos asociativos. El gesto de Valcárcel Recuperado fue realmente maravilloso. La demostración de que la gente del pueblo es capaz de hacer cosas, sin contar con los políticos. El poder dio una patada en la puerta, pese a que la gente resucitó un espacio que estaba muerto. Se pueden hacer cosas. No vale el mensaje de Rajoy, no hay una plaga divina ni hay que seguir el destino que marca Merkel. Lo de Valcárcel es difícil que se repita. El poder, en este caso la señora Teófila, reduce el futuro a la nada, a no aprender de nosotros mismos y a mandarnos a las fuerzas armadas.
¿Acaso hablas de Lorenzo y del Carnaval chiquito?
Exactamente. Mi solidaridad con ellos y todo mi apoyo. Estos casos tienen que ver con esa vuelta al pasado, que cada día vemos en el nodo de la tele pública. Ahora dicen que recemos para calmar la ansiedad del paro, o que evitemos que nuestras niñas provoquen por la calle.
Pues aquí rezamos un montón y somos líderes europeos del desempleo. No cuadra.
Además de verdad.
Hablemos del lenguaje. El tuyo es ágil y preciso. ¿Te molestan tanto las faltas de ortografía? ¿Hablamos con faltas de ortografía? ¿Hablamos como escribimos? ¿Escribimos y hablamos peor?
Trece años dando clases de Lengua y Literatura me han hecho pensar así. Se escribe muy mal. En internet se ven barbaridades, produce mucho dolor. Pero creo que más que hablar con faltas de ortografía, se habla con falta de respeto. Hasta algunos columnistas de renombre tendrían que hacérselo mirar. Y Wert y compañía se están cargando la lengua española e impartiendo lecciones supremas de tabúes y eufemismos. El arte de no decir lo que todos piensan. Por mí que dimitan, que claudiquen. Se escandalizan con los escraches, a mí lo que me escandaliza es la palabra. Lo alucinante es que aún no se haya producido una revuelta social.
Publicado en El Independiente de Cádiz.