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La esperanza aún existe
Esta es la historia de un joven que va por la vida contemplando cómo los humanos se comportan en forma tan inhumana, va lleno de amargura por cómo las personas se comportan con sus semejantes, llenos de egoísmo, de desinterés absoluto por los demás, con dejadez y hasta con crueldad, nadie le importa a nadie.
Pasea cavilando un día por el bosque, ensimismado en sus decepciones y angustias cuando divisa una escena que lo sorprende: una pequeña liebre se acerca, confiada, a un enorme tigre. El pequeño roedor no muestra temor alguno; nuestro joven pone más atención y logra ver que la liebre lleva arrastrando un bulto, es un trozo de carne y lo acerca hasta ponerlo al alcance del tigre.
Un poco más de atención le revela que el tigre está malherido y no puede valerse por sí mismo ni siquiera en lo mínimo para procurarse el alimento, de manera que depende para ello de la liebre.
Piensa el joven que ha visto una escena casual y que no volverá a ocurrir así que decide volver al día siguiente para observar.
Con mayor sorpresa que el día anterior el joven puede ver cómo la liebre vuelve a comportarse igual, trae alimento y lo pone al alcance del enorme tigre el cual, agradecido ruge pero no amenazadoramente, ambos saben que ahora son amigos.
El suceso tiene lugar por igual durante varios días y el joven de nuestra historia es testigo silencioso, oculto hasta que finalmente el tigre recupera sus fuerzas, se puso en pie y se aleja agradecido de la conducta de la liebre.
“sé liebre, sé generoso como la liebre, sé bueno como la liebre…”
Profundamente impresionado el joven piensa mucho al respecto, razona con lógica que si los animales son capaces de un comportamiento tan sensible y solidario, los humanos no pueden ser menos.
- Aún hay esperanza – piensa y decide hacer una comprobación: en medio del bosque se tiende en el suelo fingiendo estar herido y espera que alguien le preste ayuda.
Y allí está, tendido en el suelo, pasan minutos, horas… largas horas y nadie se acerca para darle ayuda.
- Puede ser muy poco tiempo, - se dice a sí mismo entre decepcionado y esperanzado, al fin de cuentas no sé cuánto tiempo estuvo así el tigre hasta que llegó la liebre para ayudarlo.
Decide permanecer allí un día más solo para no obtener la ayuda que espera, se siente mucho más decepcionado ahora, su corazón está duramente compungido y triste, ahora sí ya no hay esperanza, en su interior se juntan la desesperación, el hambre, la soledad, la tristeza.
La desazón lo abruma hasta sentir ganas de morir y acabar con todo, la humanidad es tan cruel… hasta que en un fugaz instante su mente relampaguea y lo puede ver todo claro: Pero qué hermoso, qué nítido, que fácil y qué evidente:
- Si quieres encontrar a tus semejantes no te comportes como tigre, sé como la liebre – dice la voz en su propia mente.
Así el joven siente que todo vuelve a tener sentido, que hay cosas que valen la pena, que la vida continúa, que puede seguir creyendo en la humanidad… “sé liebre, sé generoso como la liebre, sé bueno como la liebre…” se dice mientras se aleja con un nuevo rostro y un nuevo corazón.
Pasea cavilando un día por el bosque, ensimismado en sus decepciones y angustias cuando divisa una escena que lo sorprende