Iván Budinich Castro

Una vez más, otro proceso electoral y otro pretendido outsider esta vez surgido desde el propio sistema y con aires de tecnocrata. Algo nuevo, algo viejo y algo prestado ?prestado de PPK se podría decir- el afán por dar saltos al vacio de nuestro electorado a estas alturas debe ser ya legendario.

Tengo una fea impresión con Guzmán quien un mal candidato no es, me parece. Exhibe todas las luces de que sus problemas van a ser los mismos que Alejandro Toledo y Ollanta Humala. Se trata de una figura sin un partido solido detrás, sin manejo político ni tampoco experiencia más allá de la profesional, que puede terminar fácilmente como víctima o títere de los poderes fácticos. Al menos Alejandro Toledo tenía un tino de experto para escoger sus aliados y su carrera de tecnócrata y académico era de lejos superior a la del candidato Guzmán. El otro problema es que genera demasiados compromisos, demasiadas promesas en su intento de quedar bien con todo el mundo; con ello solo puede acabar siendo repudiado por todos, tal como ha terminado el actual presidente Ollanta Humala.

Nada bueno se puede esperar de un gobierno como el que las tendencias señalan de Julio Guzmán. Un partido sin arraigo social, sin operadores políticos. Su destino más que evidente es solo abrir paso a una mayor decepción que paradójicamente ?tal cual está pasando con el humalismo- solo avivara el desencanto contra la clase política y por ende abriéndole el paso a un nuevo aventurero que esta vez podría surgir desde el sector más radical del electorado.

Un punto aparte de mi reflexión sobre Julio Guzmán ahora que se ha ceñido los colores del antifujimorismo militante, es preguntarme dónde diablos anduvo en la década de los 90´s y el 2000 cuando se organizaba el movimiento antifujimorista. Si el señor era un opuesto radical al fujimorismo como ahora funge serlo, es obvio que no estaría en un medio profujimorista como la revista Business o si. Que no nos venda gato por liebre, ya estamos viejos para eso.