Un filósofo dijo alguna vez que lo mas difícil era conocerse a si mismo, pero al mismo tiempo era inconveniente.

El hombre siempre a buscado pretextos y artimañas ingeniosas para escapar de si mismo. Generalmente culpa a las ocupaciones, y a la enorme cantidad de cosas que tiene que guardar en la cabeza, y nunca queda tiempo para sondear el extraño mundo interior, y lo que es peor, ni siquiera se quiere intentar.

Los seres humanos se han convertido en extraños de si mismos, no son capaces de introducirse en su interior en busca de apoyo, en su propia fuente, es decir, que se ha perdido la cualidad de la auto-generación.

En algunas ocasiones, los cambios que provoca la vida, rompe el ritmo al cual estábamos acostumbrados, y nos muestra, de pronto, la cómoda vivencia que habíamos armado a nuestro alrededor.

Esta experiencia es características durante las guerras, donde hombres y mujeres se ven obligados a cambiar de forma de vida, y descubren, en si mismos, capacidades y recursos que realmente no conocían, y que curioso es que se necesite de un cambio desastroso para que ocurra una auto-generación.

En el normal ambiente de cada persona existe la suficiente y variada profundidad de sabiduría humana, bastantes complicaciones e interacciones para poder exigir mucho mas a la mente del hombre. Entonces se compara y se pregunta acerca del porqué algunos se auto-generan y otros no son capaces de hacerlo.

Las personas que lo logran tienen muchas aptitudes y capacidad de adaptación. No son fáciles de atrapar por las rutinas ni adquirir absurdos hábitos o nefastas actitudes. Con el paso de los años, todos los seres humanos ven disminuido su horizonte y lo variado de la vida, y de todas las cosas que se pueden hacer solo se elijen algunas solamente.

Aprender es riesgoso. Cuando se llega a la edad madura, cargamos con un catálogo de las cosas que no deseamos hacer

Las opiniones se van endureciendo y las ideas se van petrificando. Tal vez sea una parte inevitable de la vida, pero también esto se convierte en una celda. La limitación se apodera, lentamente, de todos los aspectos de la vida.

Aprender es riesgoso. Cuando se llega a la edad madura, cargamos con un catálogo de las cosas que no deseamos hacer porque ya, en algún momento de la vida no dio resultado. Por otro lado, evitamos hacer lo que jamás se ha intentado.

El miedo a fracasar impide tener nuevas experiencias, y asegura el que la persona limite, progresivamente, la personalidad. Para poder seguir adquiriendo conocimientos, es necesario estar dispuesto a fracasar, siempre.

El amor es una característica de las personas que se auto-generan, y mantienen con el mundo una relación beneficiosa. Son capaces de dar amor, pero también de aceptarlo, cosa que es bastante difícil. Las penas y alegrías se convierten en parte de la experiencia, y eso engrandece la vida.

El yo, que permanecía aislado, se abre, gracias a las nuevas opciones de vida.