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Autor: Sergio Tapia
Fuente: larazón
Imagen: guillermotull
Los seres conviven en un orden porque les es sustancialmente necesario. Respetar el orden que corresponde a cada ser es garantizar la propia naturaleza. De lo contrario resulta el caos y la depredación. Los seres biológicos y animados se someten al orden mediante la subordinación del instinto. Pero, el ser humano se somete al orden natural que le corresponde mediante un acto de razón. Orden que, racionalmente formulado y voluntariamente acatado, no descarta la posibilidad de ser rechazado, con rebeldía y disociación, mediante el abuso de la libertad.
El orden natural regulador de la vida humana es complejo. Está constituido por diferentes expresiones: políticas, económicas, sociales, culturales y jurídicas.
La Historia (con mayúscula) configura un panorama del devenir de los seres humanos, el desarrollo de sus culturas y el ritmo de sus civilizaciones. Con ascensos y descensos, epopeyas y calamidades, grandes aciertos y profundas desgracias.
Con inmensa preocupación observamos que el orden político-económico-socio-cultural peruano se agrieta, distorsiona y descuaderna. Advertimos que esa negación del orden proviene de personas que tienen el rol de sostenerlo, pero no lo hacen: gobernantes y legisladores, jueces y fiscales, autoridades, magisterio y padres de familia.
Una ideología materialista nos envenena. Esa que se nutre en la vileza del socialismo. Ella es la que motiva la destrucción del orden natural del ser nacional peruano. Un país que no respeta los principios que sostienen su orden vertiginosamente pierde estabilidad. En esta trampa estamos hace más de una generación.