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Por: Iván Budinich Castro
Cuenta una leyenda ya olvidada que el APRA era el partido más disciplinado y organizado del Perú, aquello ocurría en una suerte de edad de oro de la institucionalidad cuando todavía existían partidos políticos en nuestro país.
Aquella leyenda urbana contrasta enormemente con lo que vemos hoy con un candidato aprista por Lima inquietándose sobre como desapristizar su campaña y la hija (por cierto no aprista) del compañero líder Alan García Pérez, recordándole que de no ser por su filiación aprista, el buen Enrique Cornejo o tío bigote para sus chocheras no habría sido ministro durante el régimen alanista.
La realidad para un observador externo es que a pesar de su brillante historia, la habilidad de sus cuadros- unos pocos apristas pueden poner de cabeza a la mayoría gubernamental y su sus aliados-, el entusiasmo renovador de sus jóvenes ?que son pocos pero son- el APRA actual sin AGP no es un partido presidenciable, el candidato presidenciable es Alan Garcia y no hay otro como él en la vieja casa del pueblo.
Lo que deja entrever el eventual abandono por parte de García al candidato aprista en Lima es que a AGP no le interesa empoderar otra figura que le haga sombra, una situación clásica de los caudillismos que no le hace ningún bien al partido de la Av. Alfonso Ugarte y compromete seriamente la posibilidad de un futuro más allá de García.
A muchos apristas puede no gustarles, pero si Alan es el problema, también es la solución al menos en el corto plazo. Un APRA Sin Alan apenas llega al 5% es mucho en comparación con agrupaciones cuya supervivencia depende de su capacidad de generar alianzas, pero es nada para la otrora temible y temida maquinaria aprista cuyas únicas posibilidades de retomar el poder están todas en las manos del compañero García. La salida plausible en esta situación es que el recambio llegue desde las bases y la figura de García también es importante para ello, una victoria en 2016 puede comprar tiempo y espacio para que surjan nuevos liderazgos que busquen suceder a la actual hegemonía alanista.
Enrique Cornejo está haciendo una labor titánica, la mala imagen del APRA tras su último gobierno, el antiaprismo en Lima que todavía queda, el antialanismo y la polarización de la campaña le están jugando una mala pasada a un candidato al que tirios y troyanos reconocen como el mejor de entre los que se han presentado en esta campaña, pero que puede haber cometido un error colosal al sugerir la necesidad de desapristizar su campaña echándose encima a las bases de su partido cuando su relación con la cúpula cuyo candidato parece ser a todas luces, Luis Castañeda Lossio, es de ya de por si tirante.
Lo que viene pasando con la candidatura de Cornejo en el APRA es sintomático de la situación de los partidos en nuestro país. Si así encontramos al aprismo que es el movimiento supuestamente más organizado del Perú ¿Cómo andarán el resto de cuyos entretelones no nos enteramos por falta de interés de los medios? A pesar de todo, tengo fe en que el pueblo aprista sabra salir a flote de sus problemas, pase lo que pase el papel de Cornejo es ya más que decoroso y si las tendencias lo ayudan, es posible que sobrepase el 5% de las preferencias electorales en Lima; quizás no sea mucho para la dirigencia aprista pero al candidato Cornejo puede ser un pase directo y por derecho propio a las ligas mayores de la política nacional y para el APRA como institución la demostración que es posible un camino más allá de Alan.