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Por: Dante Bobadilla Ramírez
Fuente: Voz Liberal del Perú
A dos años de gobierno municipal de Susana Villarán el panorama que se observa es desolador. Más que obras, lo que caracteriza su gestión son errores y desastres. Hasta ellos admiten que en el primer año no hicieron nada. Absolutamente nada, salvo investigar la gestión anterior para terminar con el refrito de Comunicore y la consabida denuncia de Castañeda. Mientras tanto las obras estaban paralizadas. Solo salían a los medios para criticar la gestión anterior y hacer grandiosos ofrecimientos, como la construcción de seis nuevos pabellones en el nuevo mercado de Santa Anita, porque solo había cuatro construidos por Castañeda "que eran insuficientes".
En el segundo año, apenas empezó la recolección de firmas para la revocatoria, se acordaron de las obras. Nunca construyeron un solo pabellón en Santa Anita pero apresuraron el traslado de La Parada para cumplir con el cronograma pero sobre los mismos cuatro pabellones heredados de Castañeda. Ya sabemos cómo acabó ese operativo de traslado, realizado justamente el día en que la ONPE acababa de contar las 400 mil firmas requeridas y admitía el proceso de revocatoria contra la alcaldesa Villarán. Era obvio que se trataba de tapar esa noticia con un golpe efectista en el mercado más complejo de la ciudad. El operativo salió por las patas de los caballos. Una vergüenza internacional cubierto en vivo por CNN.
Las desagracias y las torpezas se han ido sucediendo una tras otra hasta culminar, por ahora, con el desplome de un puente vital para la ciudad. Pero como si las desgracias naturales no bastaran, Villarán ha aprovechado cada ocasión para meter más la pata. A diferencia de Ollanta Humala, quien supo desvincularse a tiempo de la izquierda radical, primero desde la campaña y luego, finalmente, ya en el poder al expulsarlos de su primer gabinete por inútiles, Susana Villarán en cambio está haciendo todo lo contrario: está reafirmando su filiación marxista-leninnista.
Si Ollanta Humala está cosechado altos niveles de aprobación se debe básicamente a que se apartó a tiempo de todo el lastre de la izquierda inútil. Ha respetado lo fundamental en el crecimiento del país y no ha creado sobresaltos. Gracias a esa conducta la economía sigue creciendo y su popularidad se mantiene. Por el contrario, Susana Villarán ingresó al Municipio tratando de imponer una nueva agenda progresista, dando vuelta y media al proceso de modernización de la ciudad iniciado hace tres gestiones atrás. Pretendió imponer una nueva escala de valores y de prioridades, donde primaba el gesto simbólico y la caricia social.
Pero además la Sra. Alcaldesa Villarán ha ingresado orgullosa a cogobernar la ciudad con los sectores más recalcitrantes de nuestra izquierda fracasada y anacrónica, y mantiene su alianza con partidos responsables de la postergación y miseria en que hoy se encuentra el departamento de Cajamarca. Como si fuera poco, y sin mostrar el más mínimo sentido político, la alcaldesa insiste en ir en busca del apoyo de la izquierda radical hasta sus locales y se da el lujo de entonar el himno de Sendero Luminoso con el puño en alto. Tiene pues la revocatoria muy bien merecida.