¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Blog Catarsis Y Harakiri escriba una noticia?
Iván Budinich Castro.
Si me lo hubieran preguntado hasta hace algunas semanas, hubiera dicho que al único candidato al que Keiko Fujimori podría tener esperanzas de ganarle en una eventual segunda vuelta del 2016 era a Pedro Pablo Kuczynski, es que ni su acento, ni su pinta y menos su imagen de tecnócrata encajan en las expectativas del electorado sur peruano, aquel que fue la base de la victoria de Ollanta Humala en la primera vuelta del 2011, un contingente electoral que será clave a no dudarlo para enfrentar a la habilidosa maquinaria electoral aprista y su hábil candidato Alan Garcia Perez, a no dudarlo, el principal escollo para que el Partido por el Kambio cumpla sus expectativas de llegar a la segunda vuelta en el supuesto que Keiko Fujimori con su solido 30% es ya una presencia inevitable de la ineludible segunda vuelta.
En política los escenarios pueden cambiar de la noche a la mañana y justo cuando parecía que PPK no tenía más conejos que sacar de su sombrero, aparece la figura del publicista Favre junto a él y cambia todo el escenario. El gringo demostró que parafraseando a Felipe de Borbon, podemos decir que el palacio de Pizarro, bien vale una misa o en este caso, un aquelarre rojo.
La política es la lucha por el poder y en la lucha por el poder vale todo, eso siempre hay que tenerlo claro al examinar el comportamiento de al menos el 99.9 % de los actores políticos, en ese sentido el eventual acercamiento de Kuczynski con las izquierdas que parece señalar la contratación de Favre es una propuesta pragmática al objetivo de llegar a la segunda vuelta y ganar las elecciones. La lucha por el poder no se da en términos ideológicos de derechas o izquierdas y más en una arena como la nuestra donde no existen partidos políticos dignos de tal nombre, se da en términos de alcanzar el objetivo o no alcanzarlo, en ese sentido acercarse a las izquierdas antifujimoristas por antonomasia y al colectivo de liberales vargasllosiano (con lo que menguan todavía más las ya raleadas esperanzas peruposibilistas) como parece indicar la propuesta de colocar a Beatriz Merino en la vicepresidencia son movimientos interesantes y bastante hábiles que podemos objetar desde la óptica del principismo, pero que en concreto es tanto una señal de amplitud de convocatoria como una hábil estrategia destinada a cerrarle las posibilidades de maniobra a sus eventuales adversarios.
Maquiavelo y Sun Tzu aplaudirían la jugada, resta saber y quizá lo lleguemos a descubrir si el siete sabores que está en preparación le resulta a PPK más efectivo que su desabrido sancochado de la campaña anterior.