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Por: Iván Budinich Castro
Un defecto clásico de la mentalidad izquierdista es pensar que los que no comulgan con sus gustos y aspiraciones es porque son idiotas o pérfidos. Quizás sea un rasgo común del ser humano, en mi caso estoy convencido que la mayoría de izquierdistas son borregos estúpidos dirigidos por hábiles titiriteros sin corazón ni alma, pero al menos trato de disimularlo en sociedad y me abstengo de emitir mi opinión a ese respecto todas las veces que puedo en nombre de la tolerancia y el respeto necesario para vivir en sociedad. No todos por supuesto, suele haber excepciones, brillantes excepciones pero son escasas como escasa es la brillantez y la coherencia en todos lados.
Amparado en ese supuesto de la incapacidad y la estupidez ajena, el izquierdoso trata de imponer su idea de vida por todos los medios siendo su favorito el recurso a la violencia, cuando le faltan el valor y los medios para imponerse a sangre y fuego tomando el fusil entre sus manos para imponer por la fuerza sus ideales, entonces recurre a tratar de direccionar el monopolio simbólico de la violencia en manos del Estado para imponer sus ideales a fuerza de torcer las leyes y la razón para en nombre del bien común direccionar a las masas que juzgan meros borregos prescindibles a su utopía sagrada de dizque progreso y bienestar otorgados por el gran hermano y su casta de inmaculados asistentes.
Personalmente no me gustan EEG ni Combate, habré visto uno de aquellos programas solo por una vez durante quince minutos y salvo notar la belleza de las integrantes no vi nada que me pudiera motivar a seguir el programa durante algún tiempo, aunque sinceramente siendo de los que prefieren sensaciones más intensas que solo mirar, no tengo incentivo alguno para dedicar tiempo a dichos programas; sin embargo hasta la fecha no se me ha ocurrido pensar que los televidentes que prefieren dichos espacios sean estúpidos sin cerebro incapaces de elegir algo mejor y por tanto necesitados de la guía y dirección de papá Estado y su mano benefactora como abiertamente proclaman los lideres pulpines detrás de la protesta contra la TV-Basura.
Entiendo que la pulpinada y los titiriteros detrás estén ebrios luego de haber hecho retroceder al gobierno central y eso no lo hace cualquiera, no lo pueden hacer por ejemplo ni el APRA ni el Fujimorismo. Es natural que ahora esa izquierda huérfana de calle desde los 90´s quiera ande inmediatamente en la búsqueda de un nuevo enemigo al cual enfrentar y que mejor que la TV Basura, todos podríamos estar de acuerdo al menos en limitarla, pero ese entusiasmo y esa necesidad de movilización que tienen la izquierda y los dizque pulpines pueden acabar como una horrible resaca, en especial contra la TV Basura, verán, la televisión es un plebiscito cotidiano, los televidentes votan diariamente al elegir sus programas favoritos, a ustedes y a mí no nos interesa o no nos gusta lo que votan, pero a la televisoras les da igual mientras aseguren su mercado y si es así, lo más que se puede lograr es que se replanteen los horarios de los odiados programetes. Una victoria a medias para los pulpines y sus jefes, eso claro si logran conmover a unas autoridades a puertas del 2016 y ávidas de congraciarse con la prensa.
El problema de la TV Basura es más complejo de lo que se cree ¿Alguien se acuerda de la Avanzada Cultural en tiempos de Alan I? Era un soponcio inaguantable de una hora de duración mirando animales bostezar. Nadie veía eso y los canales no se preocupaban por mejorarlo porque no ganaban nada con ello puesto que solo un anunciante con muchas ganas de perder su plata se le ocurría anunciar en programas casi sin rating. De vez en cuando se colaba algo interesante como la serie Cosmos o algún programa de divulgación como Una Ventana al Futuro o cosas así, pero eran la excepción y no la regla. Si yo fuera a marchar por algo marcharía por mayor presupuesto para educación y para proscribir de una vez y para siempre al SUTEP que es uno de los grandes culpables de nuestros rezagos educativos, por supuesto que la izquierda agazapada es efectivista y no se va a meter con su propia gente;: más todavía el camino que parecen haber elegido de marchas y marchas lo más que puede lograr es acabar desgastando su capacidad de convocatoria, el mismo error que cometió la izquierda ochentera cuando caminar por el cercado de Lima era todo un prodigio entre ambulantes y marchas inagotables que impregnaban el ambiente de un aroma inconfundible de fritangas y llantas quemadas.