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Autor: Miguel Lagos Fuente: Expreso
'Escuálidos' o 'majunches', así bautizó H. Chávez de manera peyorativa a los ciudadanos de los sectores medios y populares aspiracionales -no los clientelares- que rechazan el 'socialismo del nuevo siglo' en Venezuela. Chávez veía el 'escualidismo' como una 'enfermedad' cuyo síntoma era la debilidad de sus adversarios en su llegada a las poblaciones asistenciadas -cinco millones de familias- por la 'política social' gobiernista.
Los herederos castro-chavistas no se quedan atrás. En febrero, luego de iniciarse la resistencia antidictatorial ciudadana el ministro de Educación, H. Rodríguez, advirtió, sincerando además por qué es que son ariscos a los proyectos de crecimiento y desarrollo con libertades que germinan sectores medios emprendedores: 'No vamos a sacar a la gente de la pobreza para llevarlas a la clase media y que pretendan ser escuálidos [opositores]'. Como lo lee.
En un contexto donde existe un 53% [Keller] de venezolanos que ha llegado a creer que 'la escasez es una estrategia del gobierno para crear un pueblo dependiente como en Cuba', expresiones de este tipo muestran cómo la politización extrema ha condicionado el realismo económico y la sensatez política dirigida, contradictoriamente, por una burocracia -la "boliburguesía"- que ha decretado la 'felicidad del pueblo' a punta de un 'socialismo' dosificado pero que goza, por su parte, de las exquisitas mieles capitalistas. El bajón a 39% [Keller] de aprobación del madurismo tiene pues algo que ver con esa ya inocultable selectividad.
La reconocida periodista venezolana Carla Argola recogió [octubre 2012] las declaraciones de Guaicampuro Lameda -ex presidente de la petrolera estatal llanera- sobre unas sorprendentes confesiones que le hiciera el ministro de Planificación chavista: 'Esta revolución se propone hacer un cambio cultural en el país, cambiarle a la gente la forma de pensar y de vivir, y eso solo se puede hacer desde el poder. Así que lo primero es mantenerse en el poder para hacer el cambio. El piso político nos lo da la gente pobre: ellos son los que votan por nosotros, por eso el discurso de la defensa de los pobres. Así que, los pobres tendrán que seguir siendo pobres, los necesitamos así, hasta que logremos hacer la transformación cultural; eso toma por lo menos 30 años'. Sin anestesia.
Hay pues, sin duda, enormes diferencias entre las filosofías del poder que propugnan el nocivo igualitarismo 'hacia abajo', en contraposición a la anhelada igualdad de oportunidades de las filosofías de la libertad.