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Estamos limitados a crear la representación de la realidad a nivel mental, no la realidad misma, y dicha representación se encuentra condicionada y estructurada por las elaboraciones previas, por los conceptos, ideas y asociaciones de cada persona según su particular cosmovisión
Los fenómenos están imposibilitados de producir predicados sobre ellos mismos, por lo que el significado nunca puede ser idéntico al significante, lo expresado no se ajusta a lo que causó la expresión, por lo tanto las palabras distorsionan los mensajes y éstos así no transmiten veracidad. En definitiva el mundo no admite estructurarse en base al lenguaje. Siendo así la aplicación de predicados al mundo real es inconsistente, dado que los predicados resultantes no gozan de naturaleza propia y poseen una existencia convencional. Esto significa que no tenemos el control del mundo real que nos rodea por medio de los símbolos, reelaborando la realidad a partir de las significaciones de la misma. Entonces cualquier predicado está siempre lleno de vacuidad.
Al anular el contenido de verdad de las palabras, en su potencialidad de expresar la realidad, se elimina toda posibilidad de explicarla con veracidad y coherencia precisa. Desaparece entonces la seguridad en toda creencia o explicación y se observa en los símbolos una completa vacuidad. Este criterio de análisis es irrefutable porque no pretende probar nada ni propone tesis alguna.
Cabe acotar que al señalarse la vacuidad de todos los conceptos y creencias, para su expresión se debió apelar al uso del lenguaje, a un conjunto de asociaciones y símbolos, por lo que no puede sustentarse. Al reducir todo al absurdo se absorbe dicha reducción en la misma absurdidad.
No puede afirmarse la negación en el proceso de erradicación de toda afirmación. La misma negación dejaría de serlo al ser sostenida mediante una afirmación. Tampoco es procedente la negación de la negación, dado que negando la negación, acabaría afirmándose. La postura media define que sólo en el vacío puede unirse lo afirmado y lo negado. Es decir cuando lo afirmado no es afirmado y lo negado no es negado; es decir cuando no se presentan categorías en el campo de la vacuidad.
Por tanto el Camino Medio es el camino del no camino, donde cualquier sitio participa del camino, donde no hay una meta hacia dónde dirigirse. Se establece así la conexión de todas las cosas entre sí y el surgimiento dependiente de las cosas entre sí. Todo camino lleva al mismo punto. Lo cual permite la extinción de los apegos y la duda acerca de la independencia de las cosas entre sí.
Ante la necesidad de eliminar la dualidad del sujeto y objeto, de toda contaminación por ideas y conceptos erróneos, se sostiene una sola idea presente, la de la vacuidad de todos los conceptos. Al no haber sustancia lo permanente es la condición vacua. Una condición libre de ignorancia, del falso yo, del odio, de la codicia, de la avidez. La característica de los fenómenos es la vacuidad que los trasciende. Es por eso que en función de la vacuidad que hay en el Samsara y en el Nirvana, no existe distinción real entre ambos. Todo lo que surge en dependencia, es por tanto vacío de esencia inherente y debe entenderse por vacuidad.
La vacuidad es algo que no tiene existencia independiente ni esencia, se define por ausencia de ser propio. Cuando la mente se enfoca sobre la vacuidad rechaza toda afirmación con connotación definitiva o absoluta y al mismo tiempo se mantiene libre del concepto de negación implícito en la vacuidad. La realización de la vacuidad permite la desaparición de las aflicciones vinculadas con las concepciones erróneas, que existen a partir de las proyecciones, estas proyecciones cesan por completo en la vacuidad. Todas las cosas son vacías, por tanto lo que nos aprisionó no existía realmente, carecía de existencia inherente, pero esto sólo se comprende cuando se alcanza la liberación.
Las cosas y los conceptos son sólo ilusiones, dado que carecen de existencia inherente, pero gozan de una realidad convencional. Por eso en el estado de liberación se rechazan por igual la existencia y la n existencia de las cosas y los conceptos. En tal sentido, el propio Camino Medio es ilusorio y debe ser desechado una vez que se ha logrado la liberación.
Cualquier elaboración del pensamiento es un engaño, la vacuidad es el reconocimiento de todo engaño de la mente y la eliminación de las bases del pensamiento dual. Aquellos que se apegan a la idea de desapegarse, están más aferrados que antes y los que pretenden acceder al Nirvana por asalto, padecerán frustración y ofuscación. Comprender la vacuidad en todas las cosas no significa su eliminación del mundo ilusorio, todas las acciones continúan siendo posibles por su vacío inherente.
En el proceso de cognición primero se conoce un objeto, luego se toma conciencia de la vacuidad del objeto de dicha cognición y tercero se produce el despertar, la completa lucidez consciente al contemplar la vacuidad de la idea misma de vacío y presenciar su proceso ad infinitum donde al negar a las cosas cierra el círculo negándose a sí mismo. Por tanto lo real es y no es al mismo tiempo, no hay unidad, no hay multiplicidad, no hay aniquilación, no hay persistencia, esta es la Enseñanza profunda.
Al demostrar el engaño contenido en las palabras se reconoce el origen de la ilusión conceptual y deviene el completo silencio de la mente, donde el observador se funde con lo observado. Mediante la propia autodisciplina y el retiro de la multitud es posible recorrer el Camino Medio aun sin la ayuda de maestros.
Aquellos que imagina al Buda como inmutable y más allá de los pensamientos, no lo ven realmente, él es la esencia última de la realidad, la vacuidad de toda entidad en sí misma. Creer que se ve y comprende al Buda o que se ha alcanzado la Iluminación, dentro de términos relativos, es sólo un estado ilusorio más. La creencia en la necesidad de liberarse es una atadura más. Cuando se comprende que no hay liberación ni esclavitud alguna, naturalmente se produce el cese de la ignorancia. Así cesan las proyecciones conceptuales superpuestas sobre lo que es en sí toda realidad.
Las ataduras mentales comprenden las proyecciones, las concepciones y las opiniones. Al cesar todas estas ataduras, cesan concomitantemente las distinciones entre los extremos y se anulan las dicotomías. Bajo esta condición de la mente pura y vacía lo finito y lo infinito son indiferenciados y se funden en el Samsara y Nirvana. Tal Nirvana según Nagarjuna es “no renunciado, no alcanzado, no aniquilado, no persistido, no cesado, no surgido”.
BUDJO.MAITREYA@GMAIL.COM