El sinverguenza durante cuyo primer gobierno el Perú atravesó por una de sus peores crisis institucionales, y que se vio involucrado en actos de corrupción de los cuales nunca rindió cuentas; gracias al apoyo de un grupo de parlamentarios que llegaron al puesto para defenderlo y evitar que sea juzgado. Nuevamente sacude los cimientos de un país castigado por el faenón, la corruptela y la mediocridad gubernamental.

El mitomano, vendedor de ilusiones y actual presidente del Perú, ha hecho gala de la conocida violencia aprista y ha reprimido la justa exigencia de los pobladores de la selva, a punta de balazos.

El gobierno de marras intenta imponer a la fuerza unos decretos que buscan el ingreso de la inversión privada en la selva peruana, ignorando los reclamos justos de quienes viven en ese sector de nuestra amazonía.

El sujeto garcía, transformado en un derechista extremo a la vejez, no escatima esfuerzos en rematar las riquezas naturales del Perú, en un contexto en que naciones vecinas implementan políticas destinadas a proteger las reservas naturales y fomentar el desarrollo sostenible de esas zonas.

Hoy cuando se ha demostrado la fragilidad de la amazonía, la necesidad de implementar políticas destinadas a su cuidado y su explotación racional respetando a las comunidades indigenas que viven en ella, don garcía perez se obstina en rematar todo lo que esta a su alcanze, y en un país coronado por una oposición casi inexistente, y liderado por una camarilla de sinverguenzas para quienes esta en primer lugar proteger sus gastos operativos y el sueldo que reciben en el congrezoo de la republica bananera del Perú, intentar una defensa de lo correcto puede resultar peligroso pues se termina siendo estigmatizado como terrorista.

Frente a los sucesos sangrientos ocurridos en la selva peruana, sólo cabe esperar que el estafador y sinverguenza que funge de presidente del Perú, termine su mandato para empezar a juzgarlo por las muertes de inocentes, y rezar para que esta vez la escoria que compone su partido no lo salve de pagar por toda la pendejada que ha hecho del Perú un país de las maravillas.