Siempre se nos ha dicho que nuestra mente está confinada a los estrechos márgenes del cerebro físico. Hay incluso quienes niegan su existencia. En el mejor de los casos aceptamos que la mente es algo de naturaleza difusa que se asienta en nuestro cerebro y halla su razón de ser en los procesos biológicos del órgano rector y todopoderoso. Ha sido la constancia de algunos pioneros revolucionarios y el tiempo necesario para asumirlo quienes se han encargado de demostrar lo equivocado de este modelo.

Una corriente imparable de nuevas y convergentes disciplinas como la psicología transpersonal, la física cuántica o la teoría holográfica entre otras, han descubierto que la mente no está detrás de nada, sino más bien al contrario, antecede a todo.

Cierto es también que, seguimos sin encontrar una respuesta al dilema, pero empezamos a intuir un posible camino, como es el hecho de que ya sabemos que existe una mente global y común a todos los hombres; que cada una de nuestras células piensa y aprende y que las emociones o pensamientos son capaces de influir en nuestro organismo. Por lo que mente y materia nunca estuvieron tan próximas.

El tiempo será quien se haga cargo de demostrar algunos paradigmas hoy discutibles

En esto que llamamos mente se encuentran contenidas posibilidades inauditas. Conocer el laberíntico escenario del ser humano es el único camino posible de evolución.

Poderes mentales, control mental, relajación mental, concentración mental, senderos apenas explorados pero cuya capacidad de acción nos sigue llenando de asombro. Y es que el misterio de la mente, su origen y su naturaleza, es el enigma de nuestro propio conocimiento.

Aquellos que nos han precedido en la búsqueda han apuntado algunas claves. "Existe en el fondo de las células una mente inmortal, capaz de abrir el camino a otro ser después del hombre". Nos dejó dicho Aurobindo. Y Marco Tulio Cicerón decía que "la sabiduría consiste únicamente en no pensar que se sabe lo que se ignora". Abramos pues nuestras conciencia a aprender y no rechazar nada.